A diferencia de otras civilizaciones antiguas, Grecia no debió principalmente su progreso a la producción agraria, pues al estar ubicada en territorios arriscados cerca de las costas mediterráneas, fundó la prosperidad en los puertos comerciales.
Durante siglos, las sociedades griegas se constituyeron en polis (ciudades independientes) donde se admitía y hasta se alentaba la participación de los ciudadanos en la vida pública, incluso con el ejercicio del voto.
La independencia de las polis griegas fue amenazada por el imperio persa bajo los reinados de Darío I, Jerjes I y Artajerjes, pero las alianzas entre las ciudades de la Hélade les permitió resistir, hasta que en el siglo IV a.n.e. perdieron su autonomía ante el empuje de Alejandro Magno, el macedonio.
Sus campañas hacia el Oriente hicieron a los griegos conquistadores de nuevos territorios, lo que dio origen a la civilización helenística (323 a.n.e.- 31 a.n.e). En esta se mezcló la cultura clásica de Grecia con las de otras civilizaciones ancestrales, como la mesopotámica, la egipcia y la persa.
LOS ROMANOS
A creer en la leyenda, Roma fue fundada en el 753 a.n.e. por los gemelos Rómulo y Remo, hijos del dios Marte y quienes habían sido abandonados a las orillas del río Tíber, donde una loba los encontró y protegió.
Lo cierto es que lo que nació como una pequeña aldea llegó a convertirse con el paso del tiempo en un poderoso Estado que dominó la cuenca del mar Mediterráneo y tuvo posesiones en Europa, África y Asia.
Hacia el siglo VI a.n.e. ya Roma era una república dotada de un complejo aparato institucional para mantener el orden político y social. En esa sociedad en ascenso se elegían cónsules (líderes del poder ejecutivo y militar) y había un senado que los asesoraba, redactaba leyes y supervisaba las finanzas públicas.
Su poderío militar le permitió expandirse prácticamente a todo el mundo conocido de entonces, sobre todo después de la conversión de la república en un imperio que duró 400 años.
Pero su propia vastedad territorial le planteó desafíos enormes, sobre todo en la administración y protección de las provincias, lo que causaría crisis políticas y económicas que, junto a las incursiones de pueblos germánicos, fueron erosionando al imperio.
Hacia el siglo V Roma fue atacada constantemente por pueblos como los visigodos, los vándalos y los alanos, y al cabo la parte occidental del imperio se desmembró. Rómulo Augústulo, su último emperador, fue derrocado en el 476 d.n.e.
EN LA OTRA CARA DEL PLANETA
Junto con Mesopotamia, el valle del Nilo, el valle del Indo, la cuenca del río Amarillo y los Andes centrales, las regiones de los Andes y de Mesoamérica fueron cunas de civilizaciones originarias, o sea, de las que se formaron sin influencias externas de otros Estados.
Las civilizaciones andinas aparecieron alrededor del V milenio a.n.e. y se desarrollaron a lo largo de veinte siglos en la región, en la zona occidental de Sudamérica hoy ocupada por Perú, Ecuador, Chile y Bolivia, con notable influencia sobre las regiones sureñas de Colombia y norteñas de Argentina.
Aunque casi todo lo que se sabe de ellas proviene de la reconstrucción arqueológica porque no dejaron escritos previos a la conquista española, las evidencias apuntan a que se trató de sociedades muy diversas, con importantes rasgos étnicos, económicos y culturales en común.
Muchas civilizaciones andinas alcanzaron un sofisticado nivel de adaptación a sus entornos, especialmente a la agricultura en la sierra, para lo cual tuvieron que inventar diversos métodos e instrumentos, como el arado andino, la siembra en terrazas y los grandes complejos de irrigación.
En Mesoamérica, mientras tanto, el surgimiento de sociedades plenamente sedentarias y ya con un notable nivel de desarrollo tuvo lugar hacia el 2500 a. n.e.
La primera civilización mesoamericana reconocida como tal fueron los olmecas, ya establecidos en el llamado período Preclásico (en torno al 1200 a. n.e.) y autores de las primeras pirámides en la actual Centroamérica.
Por su parte, los mayas tuvieron su época de auge en el período Clásico y desarrollaron grandes conocimientos de matemática, astrología y escritura, además de destacarse en la actividad militar.
Los zapotecas, entretanto, desarrollaron el urbanismo en el período Clásico, con centro en la ciudad de Monte Albán, y dominaron en el valle de Oaxaca.
Los teotihuacanos extendieron su influencia más allá de la ciudad de Teotihuacán, uno de los complejos urbanos más importantes del período Clásico, y aportaron sofisticadas técnicas en el arte, especialmente en la decoración de cerámica y en las pinturas murales con motivos geométricos e imágenes de dioses.
Los toltecas se concentraron en la ciudad de Tula a comienzos del Posclásico y se destacaron por el estilo arquitectónico y por la vocación guerrera, que quedó reflejada en las esculturas y relieves de guerreros y sacrificios.
Los mixtecas, de marcada vocación militar, controlaron un vasto territorio en el Posclásico hasta que en el siglo XV fueron invadidos por los aztecas o mexicas.
Estos fundaron la ciudad de Tenochtitlán y construyeron grandes palacios, templos y mercados.
Levantaron un verdadero imperio a través de guerras y alianzas, pero al final cayeron bajo la espada del conquistador español con ayuda de sus antiguos enemigos autóctonos.
Sumerios, egipcios, indostaníes, chinos, griegos, romanos, andinos y mesoamericanos… Milenios de historia y de apasionantes momentos de la Humanidad recorreremos en los siguientes capítulos que nos ofrecerá el Escáner de Prensa Latina.
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