Por Manuel Vázquez
Corresponsal jefe en Sudáfrica
Por primera vez desde el advenimiento de la democracia aquí en 1994, el gobernante Congreso Nacional Africano (ANC), la principal fuerza política de la nación, pudiera obtener menos del 50 por ciento del favor del electorado, forzándolo a establecer una coalición de gobierno con otro(s) partidos(s).
A estas elecciones 2024, probablemente las más disputadas de la historia reciente sudafricana, se presentan 70 partidos políticos, 11 candidatos independientes y 52 contendientes nacionales, según la Comisión Electoral Independiente (CEI).
En total, hay más de 14 mil 903 candidatos que compiten por 887 escaños en las legislaturas nacional y provinciales.
Para ejercer su derecho constitucional al sufragio hay registrados 27,79 millones de electores, pudiendo ser las provincias de Gauteng (centro) y KwaZulu-Natal (suroriente), con el 23,6 y el 20,7 por ciento del electorado respectivamente, los polos definitorios de los resultados.
En las nueve provincias del país estarán habilitadas 23 mil 292 mesas electorales, incluyendo las móviles. El mayor número de centros de votación se concentra en KwaZulu-Natal (cuatro mil 974), seguida por la sureña Eastern Cape (cuatro mil 868) y la norteña Limpopo (tres mil 216).
Asimismo, la CEI tiene habilitado un sistema de visitas domiciliarias para quienes no puedan acceder a los colegios, así como facilidades en las misiones diplomáticas en el extranjero, donde hay 58 mil votantes registrados.
Teniendo en cuenta experiencias pasadas, en un país donde los índices de violencia, incluida la política, no son nada despreciables, las autoridades han ultimado planes para garantizar que los comicios se desarrollen en un ambiente seguro.
“Como Gobierno, queremos advertir severamente a cualquiera que tenga intenciones de perturbar las elecciones, que los agentes del orden se ocuparán de ellos con decisión y los pondrán tras las rejas”, afirmó la ministra de Defensa y Veteranos Militares, Thandi Modise.
PARTICULARIDADES DE LAS SEPTIMAS ELECCIONES
Para estas elecciones generales se producirán algunos cambios respecto a las anteriores.
Por primera vez, podrán presentarse candidatos independientes, lo cual conduce a que los sudafricanos dispondrán a la hora de votar de tres papeletas separadas.
Una de ellas es para seleccionar entre los partidos políticos nombrados en la boleta a los futuros ocupantes de 200 escaños de la Asamblea Nacional (Parlamento).
También para esa legislatura, una contentiva de los partidos y candidatos independientes de cada una de las nueve provincias del país, a fin de elegir los 200 curules restantes.
Mientras, la tercera boleta es para los partidos o candidatos independientes en los parlamentos regionales.
Vale la pena destacar que, en las elecciones nacionales, que se efectúan cada cinco años, los sudafricanos no votan por el futuro Presidente, sino que su boleta directa y secreta es por los 400 miembros de la Asamblea Nacional.
A su vez, esos legisladores recién electos eligen al nuevo jefe de Estado dentro de los 30 días posteriores a las elecciones generales.
En consecuencia, por representación proporcional (en dependencia de la cifra de curules ocupados por cada partido político), así se inclinará la balanza hacia una u otro, siendo electo por mayoría simple como futuro Presidente el líder de esa agrupación.
LOS PRINCIPALES PARTIDOS
Más allá de la multitud de partidos minoritarios, el futuro Gobierno nacional probablemente deberá disputarse entre los líderes de las tres organizaciones políticas mayoritarias en el país.
A saber: el principal de Sudáfrica, el gobernante Congreso Nacional Africano (ANC), encabezado por el actual presidente, Cyril Ramaphosa; la segunda fuerza política nacional, la conservadora Alianza Democrática (DA), liderada John Steenhuisen, y en tercer lugar, hasta el momento, los Luchadores por la Libertad Económica (EFF), de Julius Malema.
El ANC, con una fuerte base rural y sin dudas la fuerza dominante en la política del país desde 1994, a pesar de problemas de división interna y hechos de corrupción, trabaja activamente para acumular más del 50 por ciento del favor de los votantes.
Esa meta, decisiva para gobernar en solitario, sin necesidad de tener que establecer coaliciones de gobierno, no está definida de momento, sobre todo si se tienen en cuenta los pronósticos de varias encuestas, aunque de dudosa objetividad, las cuales predicen que se quedará por debajo de esa cota decisiva.
En su discurso preelectoral promete encargarse en el futuro mandato de los principales problemas que afectan a la nación hoy día.
Entre éstos se cuenta el desempleo, que, con algo más del 32 por ciento de la población económicamente activa, es el mayor de mundo, y la marcada desigualdad social prevaleciente.
De igual forma, el ANC promete luchar para ponerle coto a la galopante inflación, eliminar los cortes planificados de electricidad, y disminuir la elevada tasa de criminalidad, incluida la violencia de género, entre otros desafíos.
Aparentemente, la suma de esas realidades le han restado popularidad en años recientes, sobre todo comparada con la que gozaba en elecciones anteriores.
Sin embargo, en discursos públicos recientes los dirigentes del ANC han insistido en la necesidad de recordar los indudables, numerosos e importantes logros alcanzados bajo su mandato en los últimos 30 años, desde el advenimiento de la democracia en el país y el fin del apartheid.
De otro lado, todos los partidos de oposición se centran en criticar ferozmente al ANC culpándolo de todos los males, reales o percibidos, que pesan actualmente sobre el pueblo.
Todos aseguran ser capaces de resolverlos, aunque nadie sabe bien cómo, pues en general esos discursos preelectorales suelen ser deliberadamente vagos.
Así, la Alianza Democrática, principal fuerza de oposición, promete salvar a Sudáfrica, asegurando que “está en crisis”. Para ello apelaría, de llegar al poder, a una mayor liberalización de la economía, basada en promover todo lo posible los procesos de privatización.
Por su parte, el EFF, el tercer partido más representado en el actual Parlamento, buscaría implementar varias soluciones económicas drásticas.
Entre otras acciones, sostiene Malema, si él asume la presidencia, el EFF llevaría a cabo una reforma agraria consistente en la expropiación sin compensación de tierras actualmente en manos de grandes propietarios blancos pues, dice, el ANC no ha corregido el desbalance racial en la tenencia de la tierra heredado del apartheid. Según su programa, el EFF también nacionalizaría componentes importantes de la actividad económica sudafricana, como la minería.
A esas dos fuerzas principales de la oposición se le ha sumado recientemente el partido uMkhonto we Sizwe (MK), encabezado por el expresidente Jacob Zuma, con fuerza articular en la suroriental KwaZulu-Natal, nutriéndose básicamente de personas provenientes del EFF y el ANC.
Hasta donde podrá llegar el MK en las elecciones es algo imprevisible de momento.
De esa manera, a la hora de adivinar cómo quedará el panorama político sudafricanos tras estas elecciones, todo se centra en qué porciento de los votos logre el ANC, pues en dependencia de ello podrá gobernar por otros cinco años en solitario o deberá buscar la formación de una coalición de gobierno.
En ese caso, y dependiendo de cuantos puntos porcentuales lo separe del 50 por ciento, es razonable pensar que buscaría una alianza con el mínimo posible de partidos, incluso con uno solo, hasta llegar a esa cota.
arb/mv