Por Dai Liem Lafá Armenteros
Redacción de Cultura
Ñáñez (Petare, Caracas, 1976) conversó en exclusiva con Prensa Latina sobre su amor por las letras y la visita a La Habana, ciudad que le encantó por su paisaje; también lo dejó feliz la vocación por la lectura de los cubanos y la valía de la literatura escrita en la isla.
Sobre el libro Postal de sequía, que originalmente vio la luz en 2010 en Venezuela, comentó que ahora está a disposición del público en una nueva edición a cargo de la editorial cubana Arte y Literatura, a la cual le agradeció esta puerta abierta a su obra en la nación antillana.
Interrogado sobre qué es para él escribir y pensar en poesía, expresó su creencia de que la poesía siempre se está moviendo por los interludios del ser humano. Tiene la posibilidad de cantar sobre la oscuridad, pero siempre haciéndolo en nombre de la luz.
Además tiene la poesía, dijo este autor, incluso la responsabilidad de sopesar la muerte, pero siempre en nombre de la vida. Eso, reveló Ñáñez, es lo que marca su insistencia personal en los versos.
El poeta y político venezolano añadió que puntualmente Postal de sequía intenta explorar en el lenguaje. Primero decir que la palabra no es unívoca, sino una herramienta que tenemos para más o menos imaginarnos lo que sería la vida y también la inmortalidad, e incluso lo que sería la experiencia de no existir, apuntó.
Confesó que este volumen se inscribe en el movimiento, en el ir y venir del día y la noche, y en la permanencia de la tierra, un personaje que cruza este poemario en todos los sentidos.
En el sentido de la tierra como patria, desierto, metáfora y como cuerpo.
Por eso escribimos y leemos poesía, porque estamos en un combate eterno en los campos de la posibilidad, enfatizó Ñáñez.
Escribir y pensar en poesía es un combate diario y permanente contra los límites y la finitud, y contra todo lo que se opone a que –como dijera el gran cantor venezolano Alí Primera– la humanidad llegue a ser verdaderamente humana.
REFERENTES LITERARIOS
El libro Postal de sequía cuenta con prólogo del reconocido escritor y crítico cubano Jesús David Curbelo, quien opina que el poemario tiene quizás condensados sus mayores aciertos en la indagación de una actitud singular ante lo que son los tres grandes motores que animan a un poeta.
Son estos su relación con el espíritu de la época, con la tradición literaria y con el lenguaje.
El viaje del hombre parece un morderse la cola. Se multiplican las preguntas y las puertas. Crece el desasosiego y, de forma paradójica, también lo hace la esperanza, considera Curbelo, a quien el autor agradeció la atención hacia su quehacer.
Se pueden leer en el libro poemas como Ícaro, Trashumancia, Postal de sequía, Fuego por tierra, Como un animal cualquiera, El nombre de la brisa y Qué me pasa que no tiembla…, entre otros más.
La publicación de Postal de sequía en Cuba bajo el sello de Arte y Literatura, según apuntó el entrevistado, le abre las puertas a un mercado exigente desde el punto de vista de la lectura, la crítica, y lo que se espera de una obra escrita en este tiempo y lugar.
Es decir, explicó Ñáñez, literatura hecha por hombres y mujeres de una Latinoamérica contemporánea, con propuestas propias del tiempo en que vivimos, y con proposiciones de cara al futuro.
Según el autor, ya se consideraba un poco alejado de este libro (que vio la luz hace casi tres lustros), pero ahora al leerlo y revisitarlo se da cuenta de que es imposible abandonar lo que se ha escrito.
Esa sed, ese temblor, ese paisaje telúrico y el peso de la vida está presente en lo que sigo escribiendo, pensando y sintiendo, ratificó el poeta.
Refiriéndose a Cuba, Ñáñez consideró que la une a Venezuela un sentimiento profundo de hermandad, la misma lucha contra un mundo hostil que impone bloqueos e intenta apagar la esperanza.
Y nos une sobre todo nuestra terquedad y la capacidad de sostener esa lucha y esa esperanza, puntualizó.
Por eso venir a La Habana a leer “es tomar posición y defensa de esta hermosa Revolución y su pueblo, y a la vez de dialogar y retroalimentarnos”.
Son pocos los escritores que vienen de Venezuela a Cuba y viceversa, por eso necesitamos que la integración sea profundamente cultural, resumió el escritor y político.
Dentro de la obra publicada de Ñáñez resaltan los títulos Todos los instantes (2000); Los hombres que viene de morir (2004); Sombra bajo tierra (2010); Del diario hastío (2015); Pequeña tierra (2019) y en otra tierra (2022).
Para cerrar la entrevista, entre sus referentes literarios Ñáñez mencionó al cubano José Lezama Lima y al poeta venezolano José Antonio Ramos Sucre como puntos de partida necesarios.
En la narrativa destacó además a Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias, y también a los cronistas de Indias “como una referencia importante para saber todo lo que nos conforma como lenguaje y simbología”.
Y entre mis más altos y apreciados escritores está el cubano Alejo Carpentier, que fue quien cruzó los límites y exploró los nuevos universos y posibilidades, admitió.
Finalmente Ñáñez sentenció a modo de homenaje al gran escritor de El siglo de las luces: Uno va siempre detrás de Carpentier, pero él siempre va delante y exigiendo mucho.
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