Por Rodrigo Portales*
Colaborador de Prensa Latina
Dirigida por Javier Corcuera, la obra evidencia los hechos en lo que fue el centro de aquellas manifestaciones, las surandinas ciudades de Juliaca y Puno, donde más vidas se perdieron durante aquellos días de lucha, furia y dolor, expresados por sikuris, las comparsas que musicalizan sus mensajes con zampoñas, instrumento andino de caña que se toca soplando de arriba a abajo.
Los sikuris interpretaron coplas de resistencia y clamor de justicia, dando un clima propicio a la proyección de la cinta que se convirtió en la más ovacionada por el público durante los 10 días del certamen, realizado del 7 al 16 de agosto en la capital peruana.
El nombre del filme es Uyariy (escuchar, en quechua). Y precisamente eso busca: que se oigan en el país y en el exterior las voces de quienes perdieron a sus seres queridos durante la represión de las protestas contra el ascenso de Dina Boluarte a la Presidencia.
La violencia dejó 50 muertos, entre ellos mujeres, niños y adolescentes, principalmente en ciudades del sur del país y, sobre todo, en Juliaca, parte de la región de Puno.
Corcuera, reconocido documentalista peruano con una trayectoria premiada internacionalmente por obras como “La espalda del mundo”, “La guerrilla de la memoria”, “Sigo siendo” y “El viaje de Javier”, encontró en esta historia una urgencia ética y artística.
El impulso se convirtió en una obra colectiva con aportes de productoras independientes y ciudadanos peruanos.
El documental tuvo su estreno mundial el 9 de agosto en Juliaca, con la presencia de los protagonistas y los familiares de las víctimas que, organizados, reclaman justicia y reparación. Fue un gesto de respeto que la primera proyección se realice en la tierra donde ocurrió la masacre.
La realización no fue sencilla. El equipo debió atravesar retenes y presentarse como prensa extranjera, pues no era fácil acceder a la zona de las protestas.
Sin financiamiento de fuentes habituales, la película se levantó con el apoyo de ciudadanos que no querían que el dolor desaparezca de la memoria colectiva.
El largometraje abre con imágenes de archivo sobre la represión en las regiones de Puno, Ayacucho, Apurímac y Juliaca. Aunque muchas son conocidas, el trabajo fotográfico de Mariano Agudo, colaborador de Corcuera desde hace 25 años, les confiere un nuevo poder evocador.
A lo largo del relato, emergen testimonios en idiomas quechua y aimara de padres, madres y jóvenes que sobrevivieron a la violencia. Testimonios de figuras como el sacerdote Luis Zambrano y el profesor Leoncio Mamani aportan memoria y reflexión.
La música tiene además un rol tan protagónico como la palabra. La cantante, compositora y soprano puneña Edith Ramos aporta canciones que atraviesan la película como un hilo emocional.
“Uyariy” no se centra solo en los hechos. La propuesta es más amplia: contextualizar esta masacre como parte de una historia repetida.
El documental recuerda, por ejemplo, la masacre de Huancho Lima en 1923, donde decenas de pobladores -en su mayoría mujeres y maestros- fueron asesinados por exigir educación. “La historia se repite”, afirma Gloria Corimayhua, descendiente de una de las víctimas de aquella tragedia.
El público del Festival de Lima recibió la película entre aplausos y gritos de indignación y lemas contra el Gobierno. Muchos asistentes llegaron desde la vecina ciudad de Puno, capital regional, vistiendo trajes típicos y portando fotografías de sus familiares asesinados. La sala se convirtió en un espacio de duelo, resistencia y memoria compartida.
En declaraciones para el diario La República, Corcuera resumió su película con claridad: “Para mí, este documental era un deber. Lo conmovedor es la dignidad de los testimonios y la solidaridad del pueblo juliaqueño”.
Manifestó que no se trata de pedir justicia solo para ellos, sino también para los familiares de los caídos en otras ciudades.
“Esta masacre no es aislada: tiene 200 años de historia. Como dice el padre Zambrano: siempre ha sido así, pero no siempre tiene que ser así”, apuntó.
En un contexto en que otras producciones peruanas han sufrido censura, “Uyariy” busca abrir un espacio de discusión y memoria urgente en el país.
Porque, como recuerda uno de los protagonistas: “Reconocen Machu Picchu, lo aplauden, pero a los hijos de esa misma sangre no nos reconocen como peruanos, no nos escuchan”. La película llega para exigir que, esta vez, sí se escuche.
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*Periodista, crítico de cine y gestor cultural peruano.