domingo 12 de octubre de 2025

Un cementerio de Cuba como galería de arte

La Habana (Prensa Latina) El cementerio de Colón en La Habana, Cuba, capta la atención de interesados en arte y cultura por las piezas casi museables presentes en el sacrosanto lugar.

Por Roberto F. Campos

De la redacción de Economía

La necrópolis de Colón, como acostumbran a decir los cubanos, es uno de los 21 sitios destinados al descanso eterno en La Habana, declarado Monumento Nacional de Cuba desde el año 1987.

Con 57 hectáreas, es el más importante del país. Posee un gran número de obras escultóricas y arquitectónicas, razón por la que muchos especialistas lo sitúan como uno de los primeros de importancia mundial.

Los expertos la califican entre más valoradas de América en el nivel cultural por la riqueza y variedad de esculturas y soluciones arquitectónicas presentes en su extensión.

DESDE LA ENTRADA, HASTA LOS RINCONES

La portada principal se encuentra rematada por un conjunto escultórico de mármol de Carrara, realizado por José Vilalta y Saavedra, con una altura de 21 metros y 34 de largo.

En ese conjunto se encuentran representadas las tres virtudes teologales: la caridad, la fe y la esperanza.

Sus antecedentes datan de 1854, momento en el que el gobernador marqués de la Pezuela proyectó la construcción de una necrópolis en La Habana cuando resultó insuficiente e inoperante el viejo cementerio de Espada, idea que no pudo ser llevada a cabo en aquel entonces.

Referente a la Capilla en el centro del cementerio, su construcción fue autorizada por Real Decreto el 28 de julio de 1866 y el 30 de octubre de 1871 se realizó la colocación simbólica de la primera piedra. Las obras fueron concluidas casi 15 años después, el 2 de julio de 1886.

La entrada al campo santo se caracteriza por la forma similar a un gran arco de triunfo, un proyecto del arquitecto español Calixto de Loira.

Al traspasar la gigantesca portada de estilo neobizantino, dos amplias avenidas sirven de marcador principal para la división del cementerio en cuatro áreas, llamadas desde sus inicios Cuarteles.

De norte a sur corre la avenida Cristóbal Colón, hasta la capilla central, y Obispo Espada desde la capilla hasta la puerta del sur, y de este a oeste la avenida Fray Jacinto.

El cementerio tiene una estructura rectangular, en forma de campamento romano y está compuesto por una retícula de calles, manzanas y lotes.

Numerosos panteones son recreación a escala de las mansiones coloniales de sus dueños originales. Los arcos, las cúpulas, y los característicos vitrales decoran las construcciones funerarias de manera artística.

La necrópolis es el único cementerio americano dedicado a Cristóbal Colón, gran navegante y explorador de importantes destinos, a quien se le atribuye el descubrimiento del llamado Nuevo Continente.

Hay presencia de panteones dedicados a importantes instituciones, como el de las Fuerzas Armadas.

Si impresionantes son sus construcciones, no menos formidables resultan sus estatuas, como el conjunto escultórico en homenaje a un grupo de bomberos muertos en servicio el 17 de mayo de 1890.

En esa obra, de unos 10 metros de alto, realizada en mármol, del escultor español Agustín Querol y del arquitecto Julio Martínez-Zapata, están representados los fallecidos con sus rostros.

Como elemento curioso al no poder encontrar ni una sola foto o vestigio de uno de ellos en el que inspirarse, pero para no condenar su recuerdo al anonimato, el propio escultor, en un gesto muy de acuerdo con el romanticismo de la época, le prestó su propia apariencia.

Su columna central la remata un grupo escultórico que representa al Ángel de la Fe en la faena de conducir a un bombero a la inmortalidad. Cuatro figuras alegóricas (la abnegación, el dolor, el heroísmo y el martirio) custodian esa obra erigida por el agradecido pueblo de La Habana.

Una de las tumbas más visitadas es la de Amelia Goiry de la Hoz, una dama de la alta sociedad, que ahora se le conoce como La Milagrosa, devenida símbolo de la esperanza en el imaginario popular.

El cementerio alberga los restos de algunas importantes personalidades de la historia, la política, la literatura, el cine o el deporte, entre ellas el único campeón mundial cubano de ajedrez, José Raúl Capablanca (1888-1942), o el escritor Alejo Carpentier (1904-1980).

La lista es muy larga, con músicos, escritores, poetas, artistas, cineastas, fotógrafos, políticos, militares y científicos.

Se trata, según los especialistas, de uno de los cementerios más importantes del mundo y de Latinoamérica en términos históricos y arquitectónicos, solo superado por el de La Recoleta en Buenos Aires.

Antes de la inauguración del principal campo santo capitalino, se realizaban entierros en las criptas de las iglesias locales y, a partir de 1806, en el recién inaugurado para ese entonces Cementerio de la Espada.

Este último radica en el barrio de San Lázaro, cerca de la ensenada de Juan Guillén, junto al Hospital de Leprosos de San Lázaro y la Casa de Beneficencia, hoy se conserva solo una pared.

arc/rfc

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