Por María Julia Mayoral
Redacción de Economía
Ni los presagios más optimistas prevén un avance relevante del Producto Interno Bruto (PIB) global, al considerar que la economía seguirá inmersa “en una nueva normalidad de bajo crecimiento, alto endeudamiento, inversión débil y comercio perturbado”, sostienen expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Aunque persistirán notables diferencias entre regiones, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) vaticina que el PIB mundial podría registrar este año una expansión del 3,3 por ciento, lo cual significaría un ligero repunte frente al estimado de 3,2 por ciento en 2024.
Para ONU Comercio y Desarrollo (Unctad), las proyecciones resultan inferiores: espera un alza del 2,7 por ciento; es decir, por debajo del promedio anual del tres por ciento entre 2011 y 2019.
La desaceleración será mayor para el conjunto de las naciones en desarrollo, las cuales representan más del 80 por ciento de la población planetaria, en un contexto en que el PIB global progresará incluso más lentamente que en la década anterior a la pandemia de la Covid-19, coinciden los especialistas.
A juicio de la OCDE, las estimaciones ponen de relieve la persistencia de la incertidumbre: una intensificación de los conflictos en el Oriente Medio perturbará aún más los mercados energéticos y golpeará la confianza y el crecimiento, mientras el alza de las tensiones comerciales obstaculizará el flujo de las transacciones.
Además, las sorpresas adversas relacionadas con las predicciones sobre el PIB o la senda de desinflación podrían desencadenar correcciones perturbadoras en los mercados financieros, remarcó el organismo, compuesto por 38 Estados, la mayoría de ellos europeos, Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Colombia y Costa Rica.
MEDICIONES
Desde su estreno como parámetro económico hace unos 90 años, el PIB ha sido una piedra angular de la política económica, pero es un indicador deficiente del bienestar, recordó el director del Departamento de Estadística del Fondo Monetario Internacional (FMI), Bert Kroese, en un artículo sobre el tema.
“Incluso como estadística económica, el PIB es incompleto. Se centra en el presente e ignora el futuro. La producción de hoy puede agotar los recursos y dañar al planeta, pero el PIB no refleja estos costos”, apuntó el analista en escrito publicado por el sitio web del FMI.
La creencia generalizada de que el aumento de ese indicador resolverá la pobreza es errónea y lleva al mundo por un camino peligroso, advirtió el Relator Especial de la ONU sobre la pobreza extrema y los derechos humanos, Olivier De Schutter.
Durante décadas, lamentó el estudioso, se ha utilizado “la misma y manida receta”: primero hacer crecer la economía y luego utilizar la riqueza para combatir la miseria.
Esto, opinó, ha servido “un plato intragable: un mundo al borde del colapso climático en el que una pequeña élite posee una fortuna escandalosa, mientras cientos de millones de personas se despiertan cada día con los horrores de la pobreza extrema”.
Nuestra fijación con el crecimiento es corta de miras y solo está haciendo más ricos a los ricos mientras devasta los sistemas que sostienen la vida en el planeta, dijo De Schutter en un informe dirigido en 2024 al Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
El PIB y la adicción al consumismo se han convertido en peligrosas distracciones de lo que es realmente importante, la capacidad de los seres humanos para llevar una vida digna en una Tierra habitable, juzgó.
En un mundo moldeado por el colonialismo, sopesó, la creación de riqueza en los países de renta baja depende en gran medida de la explotación de mano de obra barata y de la extracción de recursos naturales, a menudo para producir bienes para el Norte Global y pagar la deuda externa.
Incluso, en los países de renta baja, donde el crecimiento sigue siendo necesario y debe apoyarse, el desarrollo no debe equipararse al incremento del PIB, sino a un mayor bienestar social y ecológico, recomendó.
UN MUNDO EN LLAMAS
De acuerdo con la Unctad, los riesgos de guerras comerciales podrían empeorar la situación durante 2025, teniendo en cuenta las subidas arancelarias anunciadas por potencias como Estados Unidos.
“Estas medidas, consideró, podrían desencadenar represalias y efectos en cascada que impacten industrias y economías a lo largo de las cadenas de suministro”.
Pese a los contratiempos, diversas instituciones todavía calculan que el PIB mundial de 2025 superará al de 2024; sin embargo, durante el presente año más de 300 millones de personas necesitarán auxilio vital, anunció la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Naciones Unidas.
Múltiples conflictos interminables, el cambio climático y un flagrante desprecio por el derecho internacional humanitario, harán que 305 millones de individuos necesiten ayuda para poder sobrevivir, señaló el organismo al presentar el Panorama Humanitario Mundial para 2025.
“El mundo está en llamas y los más vulnerables están pagando el precio”; nos enfrentamos al impacto de múltiples conflictos y a crisis de mayor duración e intensidad, afirmó el director de la OCHA, Tom Fletcher.
Dos grandes factores, como las guerras y el cambio climático, a menudo se combinan en zonas que ya sufrieron enormes niveles de pobreza y desigualdad, abundó el funcionario.
En los 26 países más pobres del orbe, vive más del 40 por ciento de las personas que subsisten con menos de 2,15 dólares al día, señaló el pasado 12 de diciembre el Banco Mundial (BM).
A inicios del siglo XXI, la institución de Bretton Woods clasificó a 63 países como de ingreso bajo; desde entonces, 39 pasaron a engrosar las filas de los Estados de ingreso mediano, pero los restantes “simplemente se han estancado”.
Los países pobres de la actualidad enfrentan una tarea más ardua que sus predecesores: en los últimos 15 años, el crecimiento de su ingreso per cápita ha sido prácticamente nulo, reconoció Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Grupo BM.
Sin embargo, en su conjunto tienen importantes ventajas naturales; cuentan, por ejemplo, con más del 60 y el 50 por ciento de las reservas globales de cobalto y grafito, respectivamente, identificadas hasta el momento.
No solo poseen algunos de los mayores depósitos conocidos de metales y minerales necesarios para generar y almacenar energía renovable, disponen también de un alto potencial en términos de energía solar y abundante fuerza de trabajo joven, valoró el ente financiero.
Pero a juzgar por los análisis, los países empobrecidos, donde vive más del 80 por ciento de la población terrícola, seguirán creciendo a un ritmo más lento que durante la década anterior a la pandemia de la Covid-19, al menos en el corto plazo.
Si usáramos un símil meteorológico, diríamos que el cielo está repleto de nubarrones y soplan vientos huracanados sobre la economía mundial, con la histórica desventaja para el Sur Global, bajo la lógica capitalista dispuesta en ensanchar las trampas estructurales de la dependencia, a la luz de la llamada cuarta revolución industrial.
arb/mjm