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sábado 12 de octubre de 2024
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Nubarrones económicos, recuperación postergada: Latinoamérica 2024 (+Fotos)

Berna, Suiza (Prensa Latina) En 2024 el crecimiento económico previsto para América Latina será todavía menor que en 2023: perspectivas sombrías para un continente que no logra escapar de la crisis internacional. Crecerá poco el próximo año: apenas un 1,9 por ciento, es decir, menos que el magro 2,4 por ciento de 2023. Así lo anticipa el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023 publicado la segunda semana de diciembre por la Conferencia Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Sergio Ferrari*, colaborador de Prrensa Latinas

Crecimiento a la baja en 2024

Esta perspectiva de bajo crecimiento tendrá al menos tres efectos: menor creación de empleo; marcada persistencia del trabajo informal e incremento de las diferencias salariales entre hombres y mujeres, en detrimento de éstas.

Según la CEPAL, se estima que en los próximos doce meses América del Sur padecerá “una desaceleración del crecimiento regional” con respecto a los niveles de 2023: 1,4 por ciento versus 1,5 por ciento. Por su parte, Centroamérica y México un 2,7 por ciento versus 3,5 por ciento, mientras que el Caribe (sin incluir Guyana), 2,6 por ciento versus 3,4 por ciento. Este decline prolonga una tendencia decreciente bien marcada con respecto a 2022, cuando estas tres subregiones crecieron 3,8, 4,1 y 6,4 por ciento, respectivamente.

En cuanto al mercado de trabajo, el número de personas ocupadas en 2023 creció solo un 1,4 por ciento, lo que representa una reducción de cuatro puntos porcentuales con respecto al 5,4 por ciento de 2022. Las perspectivas para 2024 son aún más alarmantes ya que el número de ocupados aumentaría sólo el uno por ciento.

Según la CEPAL, organismo regional dependiente de las Naciones Unidas, estas proyecciones para 2024 reflejan no solo el bajo dinamismo del crecimiento económico, sino también del comercio global, “lo que se traduce en un limitado impulso desde la economía mundial”. Adicionalmente, su Balance Preliminar 2023 señala el “limitado espacio interno de la política fiscal y monetaria que enfrentan los países de la región”, en gran medida debido al impacto de la inmensa deuda pública.

Por otra parte, aunque la inflación (como tendencia continental) ha disminuido, las tasas de interés que definen las economías de los países desarrolladas no se han reducido. Esto significa que los costos de financiamiento se hayan mantenido en niveles elevados durante todo el año 2023 y se espera que continúen así durante los próximos años, lo que penaliza a los países del Sur.

La crisis argentina

Según los datos del Balance Preliminar de la CEPAL, en términos de crecimiento Argentina ocupa en 2023 el último puesto entre los países del continente. Su crecimiento negativo de -2,5 por ciento (incluso por detrás de Haití, con -1,8 por ciento) ha sido resultado del “impacto combinado de la caída de la inversión y las exportaciones”.

La baja de inversiones se debió a una creciente incertidumbre macroeconómica y política. Las de las exportaciones, a una de las sequías más graves de las últimas décadas, lo cual afectó al complejo agroexportador y exacerbó una serie de desequilibrios macroeconómicos de largo alcance.

La inflación al mes de octubre, un período caracterizado por tensiones en el frente externo, incertidumbre política por las elecciones presidenciales y un persistente déficit fiscal, llegó al 143 por ciento.

Sin embargo, las soluciones mágicas no parecen estar a la mano. Para 2024, la CEPAL proyecta una contracción o crecimiento negativo del 1,0 por ciento como consecuencia, fundamentalmente, del arrastre estadístico que dejará 2023 (al momento de cierre del Balance no se conocían en detalle las medidas de política económica que adoptó el 20 de diciembre el nuevo Gobierno).

Economía mundial en baja

Según la CEPAL, el crecimiento de la economía mundial también experimentará un decline: de 3,0 por ciento en 2023, a 2,9 por ciento en 2024. Algo para tomar muy en cuenta si se recuerda un promedio de 3,8 por ciento entre 2000 y 2019.

En cuanto a los países desarrollados, o de economías avanzadas, todo indica una desaceleración del crecimiento de 1,5 por ciento en 2023 y 1,4 por ciento en 2024, muy por detrás del 2,6 por ciento en 2022. Indicadores que se ubican en un contexto internacional marcado por un desempeño mejor que el proyectado de los Estados Unidos, pero peor que el previsto en la Unión Europea. Es decir, del primer y el tercer socio comercial de América Latina.

Con respecto a los precios de las materias primas, los bienes no energéticos han mantenido durante este año la misma tendencia decreciente, con un promedio de 11 por ciento menos que en 2022. Los bienes energéticos (en particular el petróleo), experimentaron un aumento desde la segunda mitad del año; sin embargo, se mantendrán un 21 por ciento por debajo de los niveles promedio en 2022.

También otros factores internacionales salpican y condicionan a América Latina. Por ejemplo, las políticas monetarias restrictivas en los países desarrollados, así como los altos niveles de inflación, muy por encima de los topes propuestos y del 3,6 por ciento de la década previa a la pandemia.

En el ámbito financiero, las condiciones de financiamiento continúan siendo significativamente restrictivas. De hecho, el nivel actual de restricción no se había visto desde la crisis financiera mundial de 2008-2009. El endurecimiento de las condiciones financieras refleja la contracción de la liquidez mundial en 2023, que se produjo de manera simultánea en los Estados Unidos, la zona del euro y el Reino Unido, algo que pocas veces se había observado antes.

Por otra parte, como puntualiza la CEPAL, dentro de este contexto financiero más restrictivo el nivel de la deuda mundial ha alcanzado un máximo histórico, especialmente en las economías desarrolladas. Esto, a su vez, ha contribuido a un mayor endeudamiento de los países en vías de desarrollo, incluidos los de América Latina y el Caribe. Inevitablemente, también ha aumentado el riesgo de suspensión de pagos por parte de varios países emergentes.

Dentro de este complejo marco internacional, sin embargo, el bajo crecimiento que se espera de las economías latinoamericanas en 2023 y 2024 habla no solo de un problema coyuntural, sino también de un decline tan consistente como duradero. Los datos parecen confirmarlo: mientras que el Producto Bruto Interno (PBI) en el período 1951-1979 creció más del cinco por ciento anual, durante 1980-2009 aumentó menos del tres por ciento anual, y de 2010-2024 a no más de 1,6 por ciento.

Miradas desde Europa

La prensa europea tomo nota de las proyecciones de CEPAL sobre el desmejoramiento de la salud de las economías latinoamericanas.

En su reciente análisis “El crecimiento en los países de América Latina y el Caribe está perdiendo fuerza”, el 18 de diciembre el periódico francés Les Echos comenta que dicho decline regional representa un “parón del crecimiento” y sostiene que las proyecciones decepcionantes de CEPAL se deben a la desaceleración del “efecto de recuperación del Covid” y a menores precios de muchas de las materias primas procedentes de Latinoamérica.

Además, menciona “la falta de confianza política, particularmente en Chile, Colombia y Perú” con procesos fragilizados por la transición (en los dos primeros) y de perfil represivo en el caso de la nación andina.

El artículo también destaca la tasa de crecimiento brasilera en 2023, mucho mejor de lo esperado, ya que podría alcanzar un tres por ciento, dos puntos porcentuales más que el escaso uno por ciento que los analistas proyectaban a inicios del año. En cuanto a Argentina, “no sabemos qué puede pasar”, aunque vaticina que los recortes presupuestarios que el nuevo presidente, el ultraliberal Javier Milei, podría instituir “probablemente provocarán una recesión en 2024”.

También el 14 de diciembre, y en coincidencia con la presentación del Balance Preliminar de la CEPAL en Santiago de Chile, el cotidiano español El País informó que “el organismo de Naciones Unidas ajustó sus estimaciones para la región para este año y el próximo, alertando como consecuencia la persistencia de elevados niveles de informalidad y grandes brechas de género”.

Según El País, que se hace eco de las proyecciones de la CEPAL, en 2023 el PIB per cápita en Latinoamérica será igual al de hace una década. La debilidad económica que enfrenta la región sin duda constituirá “una prueba para los gobiernos el próximo año”.

La británica BBC pone el acento en la observación de la CEPAL sobre el impacto negativo del “bajo dinamismo del crecimiento económico y el comercio global” actual sobre la región en general. Esta contracción o enfriamiento global determina que América Latina reciba un impulso limitado desde la economía mundial. Y puntualiza que el impacto será aún mayor para aquellos países cuyo principal socio económico es el gigante chino. Fundamentalmente Chile, que le vende a China el 39 por ciento de sus bienes exportados; Perú y Panamá, el 32 por ciento, y Brasil y Uruguay, el 27 por ciento.

Opciones para salir de tormenta

El panorama latinoamericano no es alentador. Sin embargo, la CEPAL argumenta que el continente no debe resignarse al diagnóstico de una economía paralítica, sino buscar puertas de escape al actual laberinto. Una manera de lograrlo, según esta organización, consiste en dinamizar la actividad económica: “Es necesario escalar las políticas de desarrollo productivo con una mirada en sectores estratégicos dinamizadores, impulsar políticas para promover la inversión pública y privada, y adecuar el marco de financiamiento para potenciar la movilización de recursos”.

Según la CEPAL, estas directrices de desarrollo productivo deben complementarse con políticas macro y financieras que permitan un adecuado manejo de los riesgos financieros y cambiarios que enfrenta la región y que además estimulen la movilización de recursos internos con el propósito de ampliar el espacio fiscal e incrementar la inversión y la productividad.

Tan importante como esta propuesta, el impulso de propuestas y políticas “que permitan una mayor inclusión y la reducción de las grandes desigualdades que caracterizan a la región, destacando las de género”.

CEPAL también le advierte desafiante a la comunidad internacional que “son necesarias reformas a la arquitectura financiera y tributaria internacional para acompañar a los países del continente latinoamericano en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, movilizando recursos hacia la región”.

Inclusión social y políticas que ayuden a reducir las desigualdades. Recetas realizables o simples sofismas económicos para un continente no solo aletargado en su crecimiento sino también crucificado por la injusta redistribución de sus ingresos. Y que solo cambiando de rumbo podrá sacar la cabeza del agua. Modificando su actual rol de continente agroexportador; promoviendo una propuesta de desarrollo de la industria nacional e integración regional complementaria; posicionándose con rigor frente al tema agobiante y paralizante de la eterna deuda externa. Pistas hay, lo que falta es voluntad política de cambio.

rmh/sf

*Periodista argentino residente en Suiza

(Tomado de Firmas Selectas)

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