Gustavo Espinoza M.*
Colaborador de Prensa Latina
Nunca olvidado, es sin duda, un símbolo de nuestro tiempo y un valor agregado de la inteligencia del hombre. Por su vida y por su obra merece los más altos reconocimientos por parte de los pueblos.
En honor a su memoria, recordemos un poco su trayectoria y su aporte a la causa imperecedera de los trabajadores y de todas las fuerzas avanzadas y progresistas de la humanidad.
Una vida al servicio de los pueblos
Como se recuerda, Vladimir Ilich nació en una aldea lejana en 1870 y murió a los 53 años de edad, el 21 de enero de 1924.
En vida, se guio por el ideario Marxista. Y lo asumió a partir de su propia experiencia de vida. Estudió la teoría, asimiló su práctica y enriqueció sus formulaciones con aportes ideológicos y políticos de propios de innegable valor. Dio nacimiento a su propio Partido Comunista y fue su líder natural, sin apego alguno por cargos o por puestos.
Trabajó siempre estrechamente vinculado a la clase obrera de su país, Y aportó a sus luchas con vigorosas ideas y concepciones de clase. Fue plenamente conscientes del papel de la prensa y trabajó infatigablemente en la batalla de ideas que libran los pueblos contra sus opresores.
Para Lenin, “Iskra” –“Chispa”- y “Pravda” –Verdad- fueron valiosas herramientas de combate. Fundada la primera en 1903 y la segunda en 1912, cumplieron ambas, roles destacados en la organización y en la lucha del proletariado internacional al tiempo que alumbraron la mente de millones de hombres y mujeres en todos los cofines del planeta.
Su primera obra- “El Desarrollo del Capitalismo en Rusia”- fue una mirada profunda a la realidad que confrontaba, y le abrió derroteros de investigación y esfuerzo que rendirían frutos con el tiempo. El, y sus compañeros buscaron afanosamente conocer la realidad y extraer de ella los caminos para avanzar a la tarea de sus pueblos.
Fue, al mismo tiempo, un marcado internacionalista, convencido que la lucha que libraba no podría resolverse sólo en el marco de las fronteras de su país. Miró entonces con creciente interés el escenario europeo en el que la lucha de clases se perfilaba de manera nítida y decisiva, sin olvidar para nada el mensaje de los Pueblos de Oriente, la suerte del proletariado en los Estados Unidos, y aún el desarrollo del capitalismo en América Latina al cual aludió mencionando a Argentina en una de sus obras fundamentales –“El Imperialismo, fase superior del capitalismo”- en 1916. Y es que, como Carlos Marx, hubo llegado a la conclusión que no bastaba conocer el mundo, sino que había que transformarlo.
Fue, entonces, un revolucionario a carta cabal. Nunca se encasilló en conceptos formales, ni en dogmas, rechazó el diletantismo, y puso su mayor esperanza en la organización, y en la conciencia de clase de los trabajadores. Enarboló la bandera del Socialismo con seguridad absoluta en el porvenir de los pueblos, y estuvo imbuido del más alto sentido del optimismo en la historia. Hizo de la Política– al decir de Mariátegui- una elevada práctica de Pedagogía, y la ennobleció para colocarla en el sitial que le correspondía.
Valorado siempre por Mariátegui
Como se recuerda. Mariátegui no pudo viajar a Rusia en 1923 por razones de orden personal, Eso no disminuyó, sin embargo, su interés por el proceso soviético, que siguió con diligencia ejemplar. Cuando retornó al Perú, su quinta conferencia en las Universidades Populares González Prada –el 13 de julio de 1923- fue sobre la Revolución Rusa; y luego, el 22 de septiembre de ese mismo año, en la revista “Variedades”, insertó un extenso artículo titulado precisamente “Lenin”. Recordemos algunos párrafos de este:
“La figura de Lenin, esta nimbada de leyenda, de mito y de fábula. Se mueve sobre un escenario lejano que, como todos los escenarios rusos, es un poco fantástico y un poco aladinesco. Posee las sugestiones y atributos misteriosos de los hombres y las cosas eslavas…”.
“Quienes han asistido a asambleas mítines, comicios en los cuales ha hablado Lenin, cuentan la religiosidad, el fervor, la pasión que suscita el líder ruso. Cuando Lenin se alza para hablar, se suceden ovaciones febriles, espasmódicas, frenéticas. Las gentes vitorean, gritan, sollozan. Pero Lenin no es un tipo místico, un tipo sacerdotal, ni un tipo hierático. Es un hombre terso, sencillo, cristalino actual, moderno…”.
“Lenin es un revolucionario sin desconfianzas sin vacilaciones, sin grimas. Pero no es un político rígido ni inmóvil. Es, antes bien, un político ágil, flexible, dinámico, que revisa, corrige y rectifica sagaz y continuamente su obra… la historia rusa de estos seis años, es un testimonio de su capacidad de estratega y de conductor de muchedumbres y de pueblos”.
“El líder ruso -dijo Mariátegui en marzo de 1924 en las páginas de la a revista “Claridad”- poseía una extraordinaria inteligencia, una extensa cultura, una voluntad poderosa u in espíritu abnegado y austero. A estas cualidades se unía una facultad asombrosa para percibir hondamente el curso de la historia y para adaptar a él la actividad revolucionaria”.
En términos claros, el Amauta apreció en su real dimensión el genio de Lenin y valoró altamente su aporte a la causa de la Revolución Mundial.
Se podría decir que estos escritos corresponden a una etapa de la obra del Amauta cuando estaba sensiblemente atraído por el genio de Lenin, por su vida o por su muerte. Años después, en febrero de 1928, el Amauta consideró su deber resaltar nuevamente el papel de Lenin, Dijo:
“La Revolución Rusa, que, como toda gran revolución histórica, avanza por una trocha difícil que se va abriendo ella misma con su impulso, no conoce hasta ahora días fáciles, ni ociosos Es la obra de hombres heroicos y excepcionales, y, por este mismo hecho, no ha sido posible sino con una máxima y tremenda tensión creadora. El Partido Bolchevique. Por tanto, no es ni puede ser una apacible y unánime academia. Lenin le impuso hasta poco antes de su muerte, su dirección genial; pero ni aún bajo la inmensa y única autoridad de este jefe extraordinario, escasearon dentro del Partido los debates violentos. El Partido Bolchevique no se sometió nunca pasivamente a las órdenes de Lenin, sobre cuyo despotismo fantaseó a su modo un periodismo folletinesco que no podía imaginarlo sino como un Zar Rojo… Lenin ganó su autoridad con sus propias fuerzas; la mantuvo luego con la superioridad y clarividencia de su pensamiento. Sus puntos de vista prevalecían siempre por ser los que mejor correspondían a la realidad”.
Sería estéril inducir un debate respecto a lo que “podría haber sido” la posición del Amauta si éste hubiese tenido a la mano los elementos de juicio y los recursos con los que contamos hoy. El subjetivismo, en ese plano, siempre nos habría ganado la batalla.
Momentos cumbre de su historia
Aunque la vida de Lenin fue una constante de infatigable lucha, y aunque ella encontró un momento decisivo en 1903 cuando el II Congreso del Partido Obrero Social Demócrata Ruso dio nacimiento al “Ala Bolchevique” del Partido; podríamos considerar como momentos cumbre de su historia, tres etapas decisivas ligadas al escenario mundial.
El primero de ellos puede situarse en 1914, al inicio de la Primera Guerra Mundial, cuando desde posiciones de clase, llamó a la lucha contra los planes agresivos del Imperialismo señalando que los pueblos no eran enemigos entre sí.
La batalla de Lenin en el seno de la Social Democracia Internacional contra las posiciones reformistas se expresó en una lucha abierta contra las concepciones chovinistas que, bajo el pretexto del “patriotismo” alentaban el enfrentamiento entre unos y otros pueblos. Esa actitud fue firmemente llevada a la práctica por los Bolcheviques en la vieja Rusia de los Zares y dio sustento a memorables batallas del proletariado europeo.
El segundo gran momento puede situarse entre febrero y octubre de 1917 cuando la Revolución Rusa se abrió paso transitando desde la Democracia Burguesa hasta el Socialismo. Las Tesis de Abril, el VI congreso del POSDR, los preparativos para la insurrección de octubre y la misma Toma del Poder; fueron el símbolo del nacimiento del Primer Estado de Obreros y Campesinos sobre la faz de la tierra.
La Unión de República Socialistas Soviéticas– la URSS- que fue la expresión de este Primer Estado Socialista, tuvo una existencia azarosa y alcanzó a vivir 73 años afrontando los acosos y agresiones del sistema de dominación capitalista. La II Guerra Mundial fue un momento dramático de esta historia y la victoria de la URSS sobre el fascismo habrá de rendarse este año en su 80 aniversario.
El tercer momento, fue luego de la Revolución de Octubre, cuando tuvo a su cargo la conducción del estado Soviético. La firmeza, la consecuencia con sus objetivos trazados, la lealtad a la causa de su pueblo y la sabiduría con la que fue capaz de conducir los primeros años del socialismo, permitieron al Estado Soviético afirmarse y salir victorioso de retos insólitos, como la agresión de 14 naciones, la paz con Alemania, la Nueva Política Económica y otros.
Un legado a la humanidad
La vida y la obra de Lenin constituyen un legado a la humanidad. Él demostró que es posible cambiar la faz de la tierra construyendo un mundo nuevo, más humano y justo; que la explotación y la miseria no son eternos; que es posible que los pueblos construyan un porvenir mejor; y que la fuerza de los trabajadores del mundo es la alternativa del futuro.
Honor a su memoria.
rmh/gem
*Periodista y profesor peruano. Presidente de la Asociación de Amigos de Mariátegui y director colegiado de Nuestra Bandera. Excongresista y ex secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú.