Por Roberto F. Campos
De la redacción de Economía
Esas predilecciones no son por gusto, pues se trata de una ciudad cosmopolita, contradictoria en algunas aristas, pero siempre brillante, y con un marcado halo de cultura, tradiciones e historia.
El paisaje urbano bien conservado, gracias a la Oficina del Historiador de la Ciudad (Eusebio Leal, 1942-2020) y a las serias intenciones del Ministerio de Turismo (Mintur) y otras instancias, parece una Babel en materia de idiomas, comprensiones y personas con disímiles procedencias.
Fundada definitivamente en 1519 a la sombra de una Ceiba, La Habana, capital de Cuba, devino ciudad cosmopolita frecuentada de viajeros de todas partes del mundo deseosos por conocerla.
Un ambiente delicioso, al mejor estilo de la Torre de Babel, se respira en sus calles por donde pasean gente llegada desde cualquiera de los cinco continentes que, pese a hablar en su idioma, establecen vínculos con los habaneros de la única manera posible: mediante la cordialidad.
ESENCIA DE UNA CIUDAD EN MOVIMIENTO
Cuba y La Habana como esencia de esencias, representa a un pueblo mixto con orígenes que van desde lo español y africano e incluyen lo chino, haitiano, alemán, francés, hebreo y de otras muchas partes.
La Villa de San Cristóbal de La Habana, como realmente es su nombre se fundó el 16 de noviembre de 1519 a orillas del Puerto Carenas, luego de un asentamiento inicial en la costa sur del país, en 1515.
Esa primera ciudad en la zona occidental del archipiélago cubano la definen los expertos como un lugar de grandeza por sus monumentos y escala humana relacionada con valores patrimoniales únicos de cinco siglos de historia.
La bahía constituyó punto de reunión de toda la flota española en su viaje hacía la metrópoli con las riquezas de todo el hemisferio occidental, bajo la custodia de barcos de guerra ante el constante asedio de piratas y aventureros de toda laya.
Visto su atractivo particular de urbe invadida en 1555 por piratas y en 1762 por los ingleses, sus murallas y refugios conservan pedazos, piedras y vestigios de valor histórico.
Esa riqueza recibió el premio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al declararla, en 1982, Patrimonio de la Humanidad.
Es la capital de la República que se extiende sobre 732 kilómetros cuadrados y con 15 municipios, de los cuales nueve son urbanos y de ellos 4,5 kilómetros cuadrados pertenecen a la parte vieja, la más interesante (con 2,2 kilómetros en el eje recreativo-histórico).
Se trata del eje del turismo en Cuba, pues por sus calles se pasean más del 90 por ciento de todos los viajeros que llegan al país, tanto en plan de descanso como en negocios o atención médica.
La economía del territorio responde a la industria, el comercio, los servicios y el turismo, con 47 por ciento de todos los hoteles del país instalados en su espacio (Cuba cuenta con más de 80 mil habitaciones en alrededor de 300 hoteles).
En sus calles se respira la algarabía de la salsa y también del son y el danzón, este último se conoce por una forma de bailar “en un solo ladrillo”.
El cubano lleva en su sangre la música, por tal motivo todo posee ritmo en La Habana, el bullicio de los barrios, el paso de los ómnibus de pasaje y hasta un simple grupo de escolares a la salida de clases.
Los colores también resaltan de cualquier manera entre contrastes claroscuros, en armonía o no con edificaciones de antaño que colocan una guirnalda para inspiración de artistas de la plástica, en especial los fotógrafos.
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