jueves 16 de octubre de 2025

La apuesta que Brasil perdió

Sao Paulo, Brasil (Prensa Latina) Apostar nunca ha sido tan fácil. Antes, para perder dinero, las personas tenían que esforzarse: buscar un punto de “jogo do bicho” (**) o arriesgarse en un casino clandestino. Hoy, solo tienen que abrir una aplicación colorida, elegir si el equipo de futbol Palmeiras ganará un córner en el minuto 12 y, ¡listo!, ahí van los 100 reales que se habían reservado para comprar una bombona de gas.

Frei Betto*, colaborador de Prensa Latina

Las “bets” son el mundo Disney de los adultos desprevenidos, con notificaciones parpadeando intermitentemente, bonos mágicos que desaparecen rápidamente y la ilusión de que la vida se puede resolver con un “billete de loteria”. El problema es que, a diferencia de Disney, aquí no hay castillo de Cenicienta, solo facturas acumuladas.

Todo empieza con buena fe. La gente descarga la aplicación porque su amigo “ganó 400 reales apostando cinco”. Inmediatamente piensan: “Bueno, si él pudo, yo también”. Y ahí van los 10 reales en el primer billete.

Al principio, incluso reciben la señal “verde”. Un acierto, dos… ¡voilá!, el ego ya está lleno de confianza. Olvídense del presupuesto familiar, olvídense de ahorrar, olvídense del seguro médico. El dinero de la jubilación está en manos del nuevo delantero del equipo de futbol de Flamengo.

Pero pronto llega el “rojo”. Y con él, la promesa: “Ahora lo recuperaré la próxima vez”. ¿Se recupera? Claro que no. Acumula pérdidas y, a mediados de mes, ya busca a un familiar que acepte cuotas de Pix (sistema de pago electrónico en Brasil) para cubrir el préstamo “temporal”.

El consejo principal para ganar dinero apostando es ser dueño de la casa de apuestas. La lógica es simple: “bet” no es una institución de beneficencia. Si da un bono de 50 reales, es porque sabe que ganará 500.

Los algoritmos están diseñados para dar la sensación de “casi ganar”. Casi. Siempre casi. “Bet” mantiene al jugador atrapado en la adicción. Cree que está a “un billete” de cambiar su vida, pero en realidad, está a un solo clic de agotar su tarjeta de crédito.

Nadie se enriquece apostando en casinos digitales. Quien crea la aplicación se enriquece. Si has notado que tu dinero desaparece, pide ayuda. Existe tratamiento para la adicción al juego (ludopatía), y cuanto antes dejes de hacerlo, menos facturas tendrás que sacrificar en el altar del “verde”. Y busca otro entretenimiento más económico. Ver el partido sin apostar es gratis (o casi, considerando el precio del streaming). Hacer una colecta para una barbacoa con amigos también es emocionante, y si a alguien se le quema la carne, al menos no tendrás una pérdida de 300 reales.

La reciente votación en la Cámara de Diputados el 8 de octubre provocó una fuerte reacción en el mundo político y económico brasileño con respecto al sector de las apuestas deportivas. El episodio reveló no solo el poder de la presión de estas empresas, sino también cómo el país aún duda en abordar seriamente los riesgos sociales y fiscales de las apuestas digitales.

Desde 2023, con la Ley 14.790, Brasil ha establecido un marco regulatorio para las apuestas de cuotas fijas, legalizando y organizando el sector bajo normas de licencia e impuestos. Sin embargo, muchas empresas ya operaban antes, sin recaudar impuestos ni mantener controles contables adecuados. Para corregir estas irregularidades, el gobierno incluyó en la Medida Provisional 1.303/2025 una propuesta para aumentar las tasas impositivas del 12 por ciento al 18 por ciento y gravar retroactivamente las transacciones anteriores a la regulación. El objetivo era compensar las pérdidas de ingresos derivadas de la derogación del aumento del IOF (impuesto sobre transacciones financieras), estimadas en hasta 17 mil millones de reales (más de tres mil 130 millones de dólares). La medida también preveía la recuperación de las cantidades impagadas a las autoridades fiscales.

En la práctica, el objetivo era someter a las casas de apuestas a regímenes fiscales más estrictos y transparentes. Pero lo que parecía un ajuste necesario terminó en una derrota para el gobierno y una victoria para el sector.

Al llegar a la Cámara, la medida provisional fue retirada del orden del día y caducó. De los diputados, 251 votaron en contra de considerar el proyecto de ley, mientras que 193 votaron a favor de discutirlo. Como resultado, se desecharon todas las medidas fiscales y las casas de apuestas mantuvieron el régimen anterior, menos oneroso y más flexible.

El resultado fue celebrado por los operadores, quienes evitaron un aumento significativo de la carga fiscal y una tributación retroactiva que podría haber reducido sus ganancias. Para el estado, significó una pérdida multimillonaria en ingresos y otro impasse político en torno a la justicia fiscal.

A corto plazo, las casas de apuestas respiran aliviadas. Permanecen bajo el régimen fiscal original y ganan tiempo para reorganizar sus negocios. Sin embargo, el país pierde impulso fiscal, ya que sin los recursos previstos, el gobierno puede enfrentar dificultades para mantener los programas sociales e inversiones.

El episodio también refuerza la percepción de que las presiones económicas y políticas tienen una influencia desproporcionada en las decisiones legislativas. Al mismo tiempo, la incertidumbre regulatoria aumenta el riesgo para los inversores y socava la credibilidad de Brasil en el escenario internacional.

También existe un impacto social, ya que el alivio fiscal para las casas de apuestas contrasta con la carga que recae sobre los trabajadores y consumidores. En un país con desigualdades históricas, la sensación es que el juego sigue siendo ventajoso solo para quienes ya tienen las fichas. Se estima que hasta 17 mil millones de reales dejaran de ser recaudados en 2026.

Brasil vive una peligrosa contradicción. Por un lado, las ganancias astronómicas de empresas extranjeras que explotan la pasión nacional por el fútbol. Por otro, familias endeudadas, arcas públicas vacías y una legislatura reticente a cobrar lo justo a quienes más ganan.

La votación del 8 de octubre no fue solo un acto político; fue un espejo. Demostró que gran parte de la población aún cree que la suerte o el emprendimiento individual valen más que el equilibrio fiscal y las políticas sociales del gobierno. Apostar puede ser divertido, pero cuando el juego empieza a dictar la política y la economía, la pérdida es colectiva.

Si sectores más sofisticados, como las apuestas, escapan a una mayor tributación, la carga fiscal recaerá con mayor fuerza sobre los ingresos y el consumo de los trabajadores. El efecto regresivo persiste: quienes tienen más capital se benefician, mientras que quienes dependen del salario o el consumo sufren más. Esto exacerba las desigualdades y socava la legitimidad social de las políticas fiscales. Los más ricos se muestran agradecidos.

rmh/fb

*Escritor brasileño y fraile dominico, conocido internacionalmente como teólogo de la liberación, autor de 60 libros de diversos géneros literarios. En dos ocasiones, 1985 y 2005, mereció el premio Jabuti, el reconocimiento literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores. Asesor de movimientos sociales como las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, ha participado activamente en la vida política de Brasil en las últimas cinco décadas.

** El Jogo do Bicho es una modalidad de lotería ilegal muy utilizada en Brasil, organizada de forma informal y sin regulación. Basado en la asociación de números con 25 animales, el juego permite apostar a diferentes combinaciones numéricas o a animales específicos.

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