Por Daimarelys Pérez Martínez
Redacción de Cultura
El cómic, como también se le denomina, apareció en paralelo a la evolución de la prensa como primer medio de comunicación de masas, pero según el articulista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras Hersol Pineds, en su investigación para el sitio uDocz, su punto se encuentra entre la creación de la imprenta (1446) y de la litografía (1789).
Bruselas, capital de Bélgica, tiene entre los más notables historietistas y dibujantes del siglo XX a Maurice de Bévère, más conocido como Morris (1923-2001). Su obra más conocida es el vaquero Lucky Luke.
Morris empezó dibujando en la Compagnie Belge d’Actualités (CBA) animations studios, trabajó como ilustrador para Het Laatste Nieuws, un periódico flamenco, y para Le Moustique, una revista semanal.
Posteriormente comenzó la serie que lo hizo famoso, “Lucky Luke”, un homenaje en tono paródico a las películas de género “western”, en la cual contaba las desventuras del vaquero, un hombre de pasado desconocido y maestro del revólver.
Después de dos años en solitario, el creador conoció al gran “monstruo” del cómic René Goscinny, con quién comenzó una buena amistad y se ocupó desde el principio de los guiones de personajes como los hermanos Dalton.
Con relación a Lucky Luke, Morris lo creó para la revista de cómics franco-belga Spirou y la primera aventura, “Arizona 1880”, se publicó en L’Almanach Spirou 1947, salida a la venta el 7 de diciembre de 1946.
EL MANGA, EL CÓMIC BELGA Y EL ANIMADO ESTADOUNIDENSE
Recientemente Prensa Latina conversó en exclusiva con el teórico belga del cómic Thierry Bellefroid, quien se refirió a ciertas semejanzas y diferencias entre el manga y el comic belga, y sus puntos de encuentros con la animación estadounidense.
Según el especialista, estos tres importantes centros de creación de la historieta, como Estados Unidos, Francia-Bélgica y Asia son interdependientes.
Ya hoy podemos hablar de una historieta global, y existen muchos autores que siguen la línea franco-belga, aunque han sido influenciados tanto por el universo asiático y japonés como por el mundo del cómic, expresó Bellefroid.
Hay ejemplos que demuestran esta tendencia y la existencia en sí de muchas de estas obras depende básicamente de ese influjo recibido de la historieta de Reino Unido o de la franco-belga, así como de la japonesa, admitió el estudioso del tema.
De acuerdo con Bellefroid, puede decirse que el manga comenzó con un Tezuka (Osamu Tezuka, mangaka y animador japonés conocido popularmente en su país como “el dios del manga”), a quien impactaron los animados de Walt Disney.
El famoso artista se nutrió de la historieta estadounidense que influyó, a su vez, en otro gran número de autores japoneses y francófonos, añadió el artista.
Sin Tezuka no hay Goldorak y sin Goldorak no hubiera manga en Europa actualmente, precisó el teórico belga, quien advirtió que muchos historiadores están de acuerdo en ubicar a Rodolphe Töpffer (Ginebra, 1799-1846) como el inventor de la historieta, más o menos como la conocemos hoy.
Töpffer fue un pedagogo, escritor, pintor y caricaturista suizo, considerado por muchos teóricos el padre de la historieta moderna, con una obra que se asemeja más a la novela gráfica que a las manifestaciones que le sucedieron.
INVENCIÓN DE LA HISTORIETA
No podemos hablar de este fenómeno sin mencionar la Historieta Industrial, aclaró Bellefroid; esto quiere decir que existe una relación entre el acceso en Estados Unidos a los medios de comunicación masivos, y un ejemplo son las historias vinculadas al personaje Yellow King, de 1896, narró.
Paralelamente en Japón nos referimos a una historia mucho más antigua, de los siglos XVII y XVIII, con la presencia de las estampas, algo que forma parte de la cultura nipona, agregó Bellefroid.
Hubo una persona, recordó, que decidió inventar una palabra para este tipo de representación, ese fue Hokusai (Katsushika), pero él solo ideó el nombre, no la historieta como la conocemos.
Simplemente hacía estampas y una de las más conocidas es “La gran ola de Kanagawa”, un grabado que forma parte de la colección “Treinta y seis vistas del Monte Fuji” (1831), señaló.
Después de la guerra la población de Japón necesitaba buscar una forma de evadirse y es cuando Tezuka da ese primer impulso al manga inspirándose en la llamada gramática del cine, particularmente Walt Disney, y por ejemplo, esos grandes ojos que vemos en los personajes del manga no son más que los de Bambi, contó el investigador.
Si en la actualidad se puede apreciar, además, la presencia de temas femeninos en la historieta franco-belga producida por dibujantes e ilustradoras mujeres es gracias al manga; ahí nos dimos cuenta de que había un público para el género, dispuesto a comprar historietas, resaltó el experto.
Llegamos así a una generación de autores franco-belgas, la cual hace anime en francés, cuyo trabajo está impregnado del manga, concluyó Bellefroid.
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