Cuentan que se necesitaron más de 20 años y alrededor de 20 mil trabajadores para construir la exquisita estructura de mármol blanco y piedras preciosas y semipreciosas ubicada en Agra, edificado entre 1631 y 1653 por el entonces emperador Shah Jahan para albergar la tumba de su esposa preferida, Mumtāz.
Por sus proporciones armoniosas y la fluida incorporación de elementos decorativos, el Taj Mahal es uno de los lugares más visitados del mundo y se distingue como el mejor ejemplo de la arquitectura mogol, una mezcla de estilos indio, persa e islámico.
Su majestuosidad inspiró al poeta bengalí y primer Premio Nobel de Literatura no europeo, Rabindranath Tagore, a contar entre sublimes rimas la trágica historia de la inmortal edificación, designada en 1983 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y seleccionada en 2007 como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno.
“Ya conoces a Shah Jahan, la vida y la juventud, la riqueza y la gloria, todos ellas se desvanecen en la corriente del tiempo. ¿Te esfuerzas, pues, en perpetuar sólo el dolor de tu corazón? ¿Dejar que se desvanezca el esplendor del diamante, la perla y el rubí? Sólo entonces deja que esta lágrima, este Taj Mahal, brille impecablemente en la mejilla del tiempo, por los siglos de los siglos”, inmortalizó el conocido bardo de Bengala.
La batalla de Panipat (1526) sentó las bases de la dinastía mogol en Agra, mundialmente conocida como la ciudad del Taj Mahal. La pérdida del gobernante afgano Sikandar Lodhi se convirtió en el punto de inflexión que impulsó las incursiones dentro de la majestuosidad arquitectónica.
El fundador de la dinastía mogol, Babur (1483-1530), diseñó el primer jardín persa formal a orillas del río Yamuna, Akbar (1542-1605) levantó las imponentes murallas del gran Fuerte Rojo y dentro de sus muros Jahangir (1569-1627) construyó palacios, patios y jardines de color rosa rojo.
Sin embargo, la gloria suprema de la ciudad es obviamente el Taj, un monumento de la imaginación convertido en símbolo del amor eterno. Representa a la India ante el mundo, embellecido por Shah Jahan (1592-1666, quien gobernó de 1627 a 1658) con mezquitas de mármol, palacios y pabellones de piedras preciosas incrustadas.
La tumba de Mumtāz es la pieza central de un complejo de 17 hectáreas, que incluye una mezquita y una casa de huéspedes, y está rodeada de jardines formales delimitados en tres lados por un muro almenado.
Describe la leyenda que la musa del colosal palacio Arjumand Banu Begum era conocida popularmente como Mumtāz Mahal, que significa “adorno amado del palacio”, y fue una emperatriz de la India durante la dinastía mogol.
Mumtāz fue prometida a la edad de 14 años, en 1607, para el matrimonio con el príncipe Khurram, con quien contrajo nupcias cinco años después, en una fecha seleccionada por los astrólogos de la corte como la más propicia para asegurar un enlace feliz.
El príncipe Khurram ascendió al Trono del Pavo Real de la India como el quinto emperador mogol y conocido entre la población como Shah Jahan I, y Mumtāz se convirtió entonces en su tercera esposa y en la favorita por su apariencia y carácter entre todas las mujeres de la época, pormenorizan las crónicas de la corte.
Mumtāz Mahal tuvo un matrimonio muy profundo y amoroso con Shah Jahan, incluso los poetas ensalzaban su gracia y decían que su belleza era tal que la luna ocultaba su rostro, avergonzada ante ella.
También era la compañera de confianza del emperador y viajaba con él por todo el Imperio Mughal, en un período en que, además, los mogoles estaban en la cima de su poder durante el reinado de Shah Jahan, y la veta de piedras preciosas de la India les proporcionaba mucha riqueza y poder.
Sin embargo, la abundancia y la felicidad no pudieron impedir la muerte de Mumtāz Mahal durante el parto en 1631 de su decimocuarto hijo por complicaciones en las labores del alumbramiento. Tenía 38 años.
Narra la leyenda que ella en su lecho de muerte ató a Shah Jahan a la promesa de construirle la tumba más hermosa jamás conocida y él derramó su pasión y riqueza en la creación de tal monumento.
Unos 20 mil talladores de piedra, albañiles y artistas de toda la India y de lugares tan lejanos como Turquía e Iraq fueron empleados por un equipo de arquitectos para construir Taj Mahal en los exuberantes jardines a orillas del río Jamuna de Agra.
NIVEL SUPERIOR DE ARQUITECTURA
El Taj Mahal incorporó y amplió las tradiciones de diseño de la arquitectura persa y la mogol, y según escritos de la época la inspiración de su diseño provino del Gur-e Amir (la tumba de Timur, progenitor de la dinastía mogol, en Samarcanda), la de Humayun y la Jama Masjid, esta última edificación del propio Shah Jahan en Delhi.
Mientras los edificios mogoles anteriores se construyeron principalmente con piedra arenisca roja, Shah Jahan promovió el uso de mármol blanco con incrustaciones de piedras semipreciosas en el Taj Mahal, lo que elevó la arquitectura a nuevos niveles de refinamiento.
Si bien el perfil del arco y la cúpula de limpio mármol blanco se han vuelto icónicos, otras bellezas se encuentran en los minuciosos detalles de la edificación como piedras semipreciosas con incrustaciones, tallas y versos del Corán en caligrafía que ornamentan un espacio interior, donde Shah Jahan visitaba los restos de su esposa.
Las conocidas cúpulas de mármol del Taj Mahal están enmarcadas por cuatro minaretes desde donde se llama a los musulmanes a la oración y cada uno está diseñado con una ligera inclinación hacia afuera, presumiblemente para proteger el mausoleo principal en caso de colapso.
Flanquean el Mausoleo dos edificios de arenisca roja, uno es una mezquita y el otro una antigua casa de huéspedes, ubicados dentro de exuberantes jardines, con un enorme estanque que en sus aguas regala un reflejo duplicado de la belleza del Taj Mahal.
El propio Shah Jahan contempló esa hermosa imagen hasta el final de sus días, pero como prisionero, no como gobernante, pues su hijo Aurangzeb tomó el trono mogol en 1658 y encarceló a su padre en el Fuerte Rojo de Agra (otra edificación Patrimonio de la Humanidad y atracción turística popular), desde donde veía al Taj Mahal desde su ventana.
Según crónicas de la época, esto era exactamente lo que el emperador obsesionado con la construcción había querido crear: un monumento que no tuviera rival en belleza y grandeza para las generaciones venideras.
En palabras del historiador de su corte Muhammad Amin Qazwini, “será una obra maestra en los siglos venideros, aumentando el asombro de toda la humanidad”.
Y no se equivocó: aún perdura el Taj Mahal, una obra arquitectónica maestra que evidencia, ante la admiración del mundo, la pasión y el corazón roto del emperador Shah Jahan por la pérdida de su esposa más amada.
arb/lrd
Taj Mahal, la joya de Agra