Los mayas de la antigüedad dominaban la periodicidad de los eclipses gracias a fórmulas escritas para la posteridad en monumentos de piedra, y también por el empleo del sistema vigesimal.
Esto, unido a la paciente observación de los astros desde los altos templos, les permitió fijar con exactitud matemática la duración del año solar, el ciclo de Venus, los períodos lunares y las fases de diferentes estrellas o constelaciones, cosas que la navegación europea descubrió muchos años después.
Ya ellos conocían, antes de Nicolás Copérnico (1473-1543), aspectos de la teoría heliocéntrica del sistema solar, los secretos del telescopio antes de Galileo Galilei (1564-1642), y que la Tierra era redonda y rotaba alrededor del Sol cuando aún en Europa se pensaba era plana.
Todo ello contribuyó a sostener una agricultura prodigiosa, construir acueductos y ciudades que resistieron el paso del tiempo como Chichen Itzá y su emblemático Castillo, seleccionado el 7 de julio de 2007 como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.
La gran ciudadela se divide en Chichén Antiguo y Chichén Itzá. En la primera hay descubiertas hasta ahora seis ruinas de este significativo grupo indígena y en la segunda unas 20, lo cual suma un total de 26 que se pueden apreciar y visitar con gran comodidad gracias a la construcción del Tren Maya.
EL CASTILLO, EL MAYOR ATRACTIVO
Cuando se hace alguna mención al México prehispánico, las primeras referencias que nos llegan son el calendario azteca o la pirámide de Kukulcán, llamada también El Castillo, que mucha gente confunde con Chichén Itzá, aunque solamente es parte de ese yacimiento arqueológico.
Eso se debe a que es el más simbólico y conocido de los 26 inmuebles o ruinas de ese lugar, muy apreciado porque fue la capital maya desde mucho antes de que los mexicas fundaran Tenochtitlan con su impresionante Templo Mayor, a un costado del actual Palacio Nacional del Zócalo capitalino.
Sin lugar a dudas, la principal ruina maya es la Pirámide de Chichén Itzá o El Castillo, más incluso que las pirámides del Sol y la Luna en Teotihuacán o la Zona Arqueológica de Ek’ Balam, pero allí existen otras igualmente importantes como El Caracol (Observatorio), el Templo de los Guerreros y el Juego de Pelota.
La antigua Chichén Itzá se encuentra en el estado de Yucatán, al este de México. Justo en medio de Mérida, y la famosa ciudad de Cancún, Quintana Roo, se asienta la que se denomina Nueva Chichen Itzá.
Con una precisión geométrica sorprendente, la pirámide de Kukulcán se alza en medio de una explanada que, hace mil años, funcionaba como el epicentro geográfico del imperio maya. Todo lo importante en cuanto a la política, religiosidad y cultura pasaba allí.
Chichén Itzá, cuyo significado es “boca del pozo de los itzaes” (poderosa etnia maya), hace referencia al cenote (ojo de agua o laguna interior) al norte de la pirámide, considerado un lugar sagrado que no solo representaba un enclave espiritual, sino también una fuente esencial de agua dulce para la ciudad.
Este recinto arqueológico ocupa 15 kilómetros cuadrados, es Patrimonio de la Humanidad desde 1998 y constituye uno de los testimonios mejor preservados de la civilización maya, además de haber sido escogido como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno.
Según fuentes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el estudio de los grabados y la disposición de los edificios reveló que los mayas conocían el ciclo de Venus de 584 días y también que cada ocho años retornase a la misma posición en el cielo, lo que se reflejaba a su vez en el calendario maya.
Posee Chichén Itzá seis emplazamientos destacados, y las épocas más especiales para visitarlo son durante los equinoccios de otoño o de primavera, cuando la serpiente alada desciende sinuosa por la gran escalinata, un espectáculo realmente impresionante y milimétricamente calculado.
BREVES DETALLES DE LAS ESTRUCTURAS
La estructura de la pirámide o Castillo Kukulcán pone de manifiesto los conocimientos de los mayas sobre matemáticas, astronomía, geometría y acústica. Su perfecta simetría representa el calendario maya: 18 cuerpos (el número de meses, de 20 días cada uno) y 365 peldaños (días del año), cinco de los cuales se consideraban nefastos.
De acuerdo con la descripción del INAH, al pie de la escalinata sorprenden las cabezas de reptiles que hacen referencia a Kukulcán, la serpiente emplumada, una deidad maya. En otros lugares de los templos también se hallan representaciones de algunas partes del cuerpo de una víbora.
Por su parte, el cenote sagrado, un agujero en la tierra de forma circular con 60 metros de diámetro y 15 de profundidad, es altamente sobrecogedor e impresionante. Un camino de aproximadamente 300 metros conecta este lugar sagrado con la pirámide de Kukulkán.
Cerca de allí está el magnífico templo rodeado de un gran grupo de columnas, formado por cuatro cuerpos de 40 metros de ancho cada uno. En la última plataforma está situado el santuario superior, que a su vez se encuentra dividido en dos salas.
Fue construido en el año 1200 de nuestra era, perteneciente al periodo postclásico. En él se encuentra el Chac Mol, una escultura que sostiene un cuenco posiblemente usado en los rituales.
Finalmente, está el Juego de Pelota. El campo tiene una extensión de más de 120 metros de largo y 30 de ancho. Es la cancha más grande y mejor conservada de toda Mesoamérica. Se preservan los dos anillos por donde debía pasar la bola y los palcos desde donde los familiares de los participantes -todos ellos nobles- seguían el partido.
BELLO TAMBIÉN POR DENTRO
Especialistas describen que Chichén Itzá tiene varias zonas o “complejos” que reflejan diferentes estilos arquitectónicos y períodos de desarrollo. Los tres más conocidos son la Gran Plataforma Norte -que incluye El Castillo, el Templo de los Guerreros y la Gran Cancha de Pelota-, el Grupo Osario, con la Pirámide de Osario y el Templo de Xtoloc, y el Grupo Central, que comprende El Caracol, Las Monjas y Akab Dzib. Hay otros más, por supuesto.
Un estudio realizado por el Instituto de Geofísica y la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con la aplicación de tomografías de Resistividad Térmica Tridimensional no Convencional, pudo observar cómo está conformado el interior de El Castillo, incluido lo que se oculta debajo de él.
Está confirmado que la Pirámide de Kukulcán está compuesta por tres estructuras: Un pilar de piedra con tallados elaborados dentro de la edificación, otro también de piedra con tallados trabajados dentro de la obra, además de varias estructuras hacia el interior de Chichén Itzá.
La primera posee un templo superior cuyos vanos (entradas) se ubican en los cuatro puntos cardinales, sus largas escalinatas descienden hacia el suelo y, durante los dos equinoccios del año, la luz solar ilumina el costado del edificio para formar siete triángulos en la alfarda del camino, junto a la cabeza pétrea de la serpiente que se acuesta al final de la escalera.
Hay dos más de menor envergadura, una de ellas oculta en su interior, un altar en forma de jaguar, pintado de rojo y decorado con jade en forma de mosaicos turquesas que simulan las manchas del felino. Lamentablemente, los visitantes no pueden ingresar al interior para no afectar sus estructuras.
Chichén Itzá, entrada al inframundo
arb/lma