Quizás el autor, nacido en la provincia de Santiago de Cuba, no imaginó la dimensión de su obra cuando en 1883 esbozó los primeros acordes de “Tristezas”, composición que marca la génesis de una práctica armónica convertida en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Gracias a esa partitura inicial, la belleza del Bolero conquistó cada rincón de esta tierra y otras, donde la promueven y atesoran como propia. En México, la fidelidad al género avala la inscripción binacional en la Lista Representativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
IDENTIDAD, EMOCIÓN Y POESÍA
Para profundizar en una expresión que simpatiza con su entorno e inspira desde lo poético, Prensa Latina conversó con la musicóloga Leannelis “Lea” Cárdenas, quien asesoró la preparación del expediente “Bolero: identidad, emoción y poesía hecho canción”, presentado ante el organismo internacional en marzo de 2022.
Desde finales del siglo XIX con “Tristezas”, el Bolero continúa cultivándose hasta hoy, no sin antes experimentar una serie de transformaciones a nivel estilístico, acorde a los tiempos por los que va transitando y a las distintas fusiones que asimila, expresó.
En tanto su elaboración, al ser una expresión de la música popular, ha estado mediada por los conocimientos de ese creador empírico, añadió la especialista del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana.
“Su escritura en compás binario, como se encuentra casi toda la música cubana, o al menos la popular, facilitó la asimilación de códigos de otros géneros musicales escritos de igual forma”.
¿EL BOLERO O LOS BOLEROS?
A principios del siglo XX surge el bolero-son, popularizado en clásicos como “Lágrimas negras”, compuesto por Miguel Matamoros en 1929; luego el bolero-cha, cuyo ejemplo más característico es “Quizás, quizás, quizás”, escrito en 1947 por Osvaldo Farrés, uno de los más versionados de la historia, comentó.
“La aparición del filin y la llegada a Cuba de la música estadounidense, de esas armonías más complejas, con acordes de trecenas, novenas y oncenas, dieron origen al bolero-filin”, inmortalizado en emblemáticas composiciones: “La gloria eres tú”, de José Antonio Méndez, y “Contigo en la distancia”, de César Portillo de la Luz.
Se percibe entonces un enriquecimiento superior a partir del siglo XX, gracias también a la manera de interpretarlo. Si inicialmente se acompañaba con la guitarra, luego vemos una asimilación del género por distintos formatos como tríos, sextetos, septetos, conjuntos, jazz band y orquestas sinfónicas, aseveró la experta.
Este género, sin abandonar su esencia, adquirió otras modalidades como bolero-beguine, bolero-mambo, bolero-rock y bolero-salsa. Entonces, ¿por qué el Bolero?
Porque se parte de una célula generatriz, de una cuestión primigenia que radica en la manera de hacer desde lo textual, desde la lírica, explicó la musicóloga.
Son, en su mayoría, boleros románticos con un lenguaje poético, elaborados con cierta elegancia. Todos, sin importar el género con el que se fusionen, adoptan esa característica, significó.
Desde lo interpretativo, precisó, existen códigos muy estandarizados que conforman una especie de columna vertebral y están asociados a la gestualidad, a un tipo de misión vocal determinada, a la manera de vestir y al performance.
Es la única variante de la canción cubana que se baila, pero en tiempo sosegado, una característica sujeta también al cortejo, a esa cuestión romántica y de seducción, argumentó.
También, los códigos de ese bolero primigenio aportan unidad a toda la creación, “de lo contrario sería complejo establecer una unidad estilística a su alrededor”.
ORIGEN DEL TÉRMINO
Las primeras referencias internacionales que existen, anteriores al siglo XIX, apuntan al bolero español, un tipo de danza ternaria hecha solamente para bailar y que prescindía de la guitarra pues tenía otro formato instrumental, comentó.
Ya en Cuba transita por un proceso de transculturación y acriollamiento hasta convertirse en el bolero que hoy conocemos, apuntó. Asumo que antes de la obra de Pepe Sánchez, quien primero empleó el término, existían otras con similares características estilístico-musicales.
Pese a ser una expresión tan longeva, resulta abrumador su impacto en la cultura nuestra y de otras naciones, también en nuevas generaciones de compositores que se resisten a dejar morir una armonía tan fascinante como necesaria.
La longevidad es, precisamente, el primero de sus rasgos fundamentales; por algún motivo ha estado presente desde finales del siglo XIX sin excepción, aseveró.
El Bolero le es muy cercano a la población y tal vez por eso guste tanto, opinó, es una música sincera que se convirtió en el lenguaje o en el medio de expresión romántica por excelencia, por ello cuando quiero hablarte de mis amores, pasiones y desamores, esa será la mejor manera.
Resulta un desafío enumerar aquellos autores que lo defienden con maestría, sin embargo, para Cárdenas son de obligada consulta Pepe Sánchez, “luego los cuatro grandes de la trova: Sindo Garay, Manuel Corona, Rosendo Ruiz y Alberto Villalón”.
Sin olvidar, entre muchos, a Ñico Rojas, Luis Marquetti, Osvaldo Farrés, César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez y Benny Moré, a quien considera un paradigma en cuanto a su interpretación.
Omara Portuondo e Ibrahim Ferrer han sido defensores a ultranza del género, significó, ambos con una manera particular de interpretarlo, muy sentida y respetuosa con la identidad de esa expresión.
Aunque con menos reconocimiento popular, los portadores de boleros de las comunidades lo interpretan de forma maravillosa y con mayor apego a la tradición; gracias a ellos sobrevive el género y la práctica del mismo, aseguró.
Trasmiten y preservan la tradición desde las peñas que acontecen en las casas de la cultura alrededor del país; “allí se percibe esa interpretación pura, esa identidad gremial totalmente preservada y esa conciencia de cultura compartida”.
En su opinión, es muy importante reconocer la labor de los portadores para la preservación y trasmisión de la práctica del bolero.
¿UN PATRIMONIO EN DISPUTA?
La declaratoria de la Unesco implica, además del reconocimiento, un Plan de Salvaguardia encaminado a tres ejes fundamentales: Educación y formación del Bolero; Identificación y sensibilización; y Fortalecimiento de capacidades de autogestión y reconocimiento social a portadores, argumentó.
El trabajo con los colegas mexicanos fue enriquecedor y a la vez complejo, recordó, pues la expresión no se ejecuta de igual forma en ambos países; era un solo expediente y debíamos lograr total unidad de criterios sin perder la esencia de la práctica en las dos naciones.
Felizmente el 5 de diciembre de 2023, luego de dos años de arduo trabajo, nos comunicaron que la práctica del Bolero había sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, rememoró.
Si bien la declaratoria fue motivo de orgullo y alegría para muchos, originó cierto descontento y criterios poco favorables. Hubo quien aseguró que Cuba renunció a la paternidad del género al hacerla binacional.
Existen varios motivos que respaldan la decisión de compartir su salvaguarda, por ejemplo, el Bolero en México posee una fuerza y una presencia arrolladora, y su internacionalización está muy vinculada a la labor que se hizo desde ese país, enfatizó.
Al decir de la especialista, dos naciones pujando por un mismo expediente sería mucho más fructífero que una sola, también el hecho de hacerlo binacional le permitía a Cuba presentar otros de manera individual: el Son y Los Saberes de los Maestros del Ron Ligero, declarado Patrimonio en 2022.
Para ella resulta hermoso decir: Cuba es la cuna de expresiones que se convierten en patrimonio internacional. Qué bonito tener la capacidad de legar eso y de que nuestra música se convierta en bandera de la cultura de otros países.
Al término de un diálogo interesante y placentero, en el que las palabras invitaron constantemente a la reflexión y al gusto por esa melodía, fue inevitable preguntarle cómo definía al Bolero, a lo que respondió: “raíz, esencia, pasión e identidad del pueblo cubano”.
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