El Comité Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), designado para evaluar las propuestas presentadas, tomó esa decisión durante su reunión anual efectuada a fines del pasado año en la ciudad de Kasane, al norte de Botsuana, tras examinar 55 solicitudes.
Para su inclusión en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se valoraron las particularidades únicas del canto lírico italiano como medio de expresión libre y de diálogo intergeneracional, caracterizado por una técnica que intensifica la potencia vocal en los espacios acústicos.
Es interpretado por hombres y mujeres, cuyo canto se identifica por una particular tesitura y color vocal, distribuyéndose en varios registros como los de tenor, barítono, bajo, soprano, mezzosoprano y contralto, respectivamente; realizan representaciones donde se combinan la música, el teatro, la interpretación, la danza y la puesta en escena.
“Esta práctica promueve la cohesión colectiva y la memoria sociocultural, y está estrechamente relacionada con otros elementos, como los lugares acústicos y la poesía”, añade la nota de la Unesco donde se exponen las razones que avalaron esa justa selección.
Al conocer la noticia, el entonces ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, afirmó que se trataba de “una consagración oficial de lo que ya se sabía: el canto lírico es una excelencia mundial, entre las que mejor representan al país en todo el planeta”, como “una proyección del imaginario italiano”.
La joven soprano cubano-italiana Mónica Marziota, exponente de las nuevas generaciones de cantantes líricas, manifestó en declaraciones exclusivas a Prensa Latina que “la ópera italiana es un auténtico Patrimonio de la Humanidad, el cual no solo representa a este país y a un modo especifico de hacer música o teatro”.
“Es una fotografía viviente de la sociedad”, dijo Marziota, y aseveró que “su inclusión en esta lista de la Unesco es un reconocimiento más que merecido, pues “basta escucharla, leer los libretos, ir al teatro y vivirla en primera persona, para dejarse abrazar por una compleja y magnífica experiencia, artística y técnica”.
La joven cantante quien, a través de su arte, tiende un puente cultural entre Italia y Cuba, nació en La Habana en 1985, de madre cubana y padre italiano, e inició su formación clásica a los seis años de edad.
Cursó estudios en los conservatorios Alejandro García Caturla, Manuel Saumell y Amadeo Roldán, de su ciudad natal, y más tarde los continuó en Italia, en prestigiosas instituciones como el Conservatorio Giuseppe Verdi, de Ravena, el Santa Cecilia, de Roma y el Giulio Briccaldi, de Terni.
Reconocida en la actualidad a nivel internacional como una destacada soprano, compositora y musicóloga, radica actualmente en Roma, pero mantiene una estrecha relación con su país natal, de ahí que, al celebrarse el 500 aniversario de la capital cubana, tuvo a su cargo el cierre del Festival Habana clásica 2019, realizado en el Teatro Martí en ocasión de esa fecha.
En su conversación con Prensa Latina acerca de la ópera italiana, se refirió a los orígenes que se remontan a Florencia, que a finales de siglo XVI se convirtió en uno de los más importantes frutos artísticos de su época.
Un grupo de poetas, músicos y escritores agrupados en la Camerata Fiorentina, durante sus reuniones en la casa del conde Giovanni Bardi, intentó revivir en nuevas formas la antigua tragedia griega, en las que poesía, música, danza y acción escénica se unían en un espectáculo variado y a la vez unitario.
“La idea era crear música lo más cercana posible a un texto poético, estilo que se definió como recitar-cantando, y resaltar la voz solista en un canto monódico, oponiéndose al estilo polifónico predominante en ese momento”.
La primera ópera reconocida fue Dafne, del año 1598, con versos de Ottavio Rinuccini y música de Jacopo Peri, con piezas de Jacopo Corsi, de la que sólo se conserva algo de música; le siguió Euridice, en 1600, compuesta por los mismos autores y con piezas de Giulio Caccini, la cual es considerada como el melodrama que determinó el nacimiento de ese género.
Son muchos los cantantes de ópera italianos con amplio reconocimiento mundial, entre quienes se destacaron a lo largo de la historia el castrato Carlo Broschi, conocido como Farinelli, y la soprano Francesca Cuzzoni, ambos en el siglo XVIII, así como el tenor Enrico Caruso, el más popular y exitoso en las primeras dos décadas del siglo XX.
En épocas más recientes se mantiene muy vivo el recuerdo del tenor Luciano Pavarotti, fallecido en 2007, considerado como el más famoso de la segunda mitad del siglo pasado, mientras que entre las grandes figuras actuales dentro del mundo operístico se encuentra la mezzosoprano Cecilia Bartoli.
Entre los autores más importantes se destacan Giacomo Puccini, creador de óperas como La Bohème, Madame Butterfly y Tosca; Giuseppe Verdi, con Rigoletto, La Traviata, Otelo y Aida; Gioachino Rossini, con El barbero de Sevilla y La cenicienta, así como Gaetano Donizetti, con su obra Lucía de Lammermoor, y Vincenzo Bellini, con Zaira.
En la actualidad la ópera italiana mantiene plena vigencia y entre sus principales escenarios se incluyen el Teatro de La Scala, de Milán, además de La Fenice, de Venecia, el Teatro Regio, de Turín, el de San Carlos, en Nápoles, y el Teatro de la Ópera de Roma, así como también otros espacios como la Arena de Verona.
Marziota manifestó sin embargo que, lamentablemente, por estos días ese género es poco enseñado a las nuevas generaciones, y consideró que “es importante que se lleve a las escuelas, que forme parte de cursos de estudio de manera interactiva”.
Es necesario “sensibilizar a los estudiantes desde temprana edad para que nazca el amor y respeto, no solo por el género, por los compositores, por los cantantes o directores de orquesta, sino también por todas las personas que, entre bastidores, hacen posible este difícil arte”.
Hoy en día, según señaló, “los principales cantantes de ópera no son solo italianos o europeos, y refirió que su intérprete favorita es la sudafricana Pretty Yende, “símbolo de cómo el amor por este género florece en otros continentes”.
En la actualidad, agregó, “es muy valiosa también la obra de importantes compositores de ópera contemporánea, como Lucia Ronchetti, Salvatore Sciarrino, Silvia Colasanti, Luca Francesconi, que representan la mejor relación entre tradición e innovación musical”.
“Es fundamental, para el presente y futuro de la ópera italiana el delicado trabajo de muchos musicólogos que conservan, estudian y proponen una nueva visión de este género, siempre al paso con los tiempos que vivimos”, añadió la joven soprano.
En la Arena de Verona, anfiteatro abierto, construido en tiempos del Imperio Romano, se celebró el 7 de junio de este año el reconocimiento conferido por la Unesco a la ópera italiana, con un majestuoso espectáculo en el que el maestro Riccardo Muti dirigió una orquesta de 170 músicos y 314 cantantes corales.
Ese escenario, escogido por su significado histórico y cultural, alberga cada verano un popular festival que, durante generaciones, hizo accesible la ópera durante esas temporadas a unos 400 mil espectadores, más de la mitad extranjeros.
En la reciente presentación de homenaje a este género, a la que asistieron el presidente italiano, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni, participó un elenco de estrellas de la ópera de esta nación y de todo el mundo, quienes interpretaron grandes éxitos de Verdi, Puccini, Donizetti y Bellini.
Al lado de destacados cantantes italianos, como Luca Salsi, Francesco Meli y Vittorio Grigolo, mostraron su arte varios de los más importantes exponentes operísticos internacionales, como el tenor alemán Jonas Kaufmann, la soprano australiana Jessica Pratt y el tenor peruano Juan Diego Flórez.
La ópera italiana es, sin lugar a dudas, una forma de expresión artística única, que trasciende fronteras y enriquece la experiencia cultural global, por lo que su inclusión en el listado de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es un logro que asegura su preservación para las futuras generaciones.
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