Por Roberto F. Campos
De la redacción de Economía
Fotos del autor
Ese escenario impone por su imagen, escultura y entorno para un sitio idóneo fotográfico, en homenaje a esa personalidad que luchó contra el colonialismo español.
José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales fue un militar y político cubano, mayor general y lugarteniente general del Ejército Libertador, apodado El Titán de Bronce y uno de los líderes mambises.
Nació el 14 de junio de 1845, en la oriental provincia de Santiago de Cuba, y cayó en combate el 7 de diciembre de 1896, en la occidental localidad de Punta Brava. Su recordatorio más evidente en la capital es el parque Antonio Maceo, a su vez monumento que se erigió frente al Malecón de La Habana.
Fue emplazado en la manzana delimitada al norte y sur, por la calle Malecón y la fusión de las nombradas Jovellar y San Lázaro, respectivamente. Al este y oeste, las de Belascoaín y Marina, área que en el período colonial ocuparon la caleta de San Lázaro frente al antiguo centro de Beneficencia, espacio que comparte con el Torreón de San Lázaro.
A mediados del siglo XVII, cuando era solo una playa desierta, se construyó el torreón de San Lázaro (fortificación militar española).
De 1744 a 1760 se edificó el hospital de San Lázaro y en 1794 se inauguró la Casa de Beneficencia. En 1910, en la esquina de Belascoaín y San Lázaro, en diagonal al parque se construyó la Secretaría de Sanidad y Beneficencia que luego se convertiría en el hotel Manhattan (en 1916 el Malecón se extendió hasta la calle Belascoaín).
La explanada del parque Maceo fue sede de la Batería de la Reina o San Lázaro, la cual se construyó de 1856 a 1861.
En un principio consistió en una enorme plaza circular con una batería a barbeta que miraba al mar, múltiples alojamientos para una guarnición de 250 hombres y 44 piezas que cruzaban sus fuegos con la Batería de Santa Clara, emplazada en la zona donde se encuentra el Hotel Nacional de Cuba, y el Castillo de la Punta.
La Batería se demolió a principios del siglo XX y del sitio solo quedó una pequeña extensión destinada a parque, el cual, se dedicó a Antonio Maceo.
Para ese fin, se convocó a un concurso el 2 de febrero de 1911, del cual emergió ganador el proyecto presentado por el escultor italiano Domenico Boni, mientras el diseño corrió a cargo del arquitecto Francisco Centurión.
Los orígenes de rendir homenaje al Titán de Bronce se remontan a 1905, cuando en sesión del Ayuntamiento correspondiente al 17 de noviembre se acuerda rebautizar la calle San Lázaro con el nombre Avenida de Maceo.
Interés que toma como expresión la calle Malecón por acuerdo del 2 de diciembre de 1908 con el título Avenida del General Antonio Maceo y, apenas un año después, el 6 de diciembre, Avenida Antonio Maceo.
UN MONUMENTO DE MUCHA VISTA
El 20 de mayo de 1916 se inauguró el monumento, pero el parque quedó sin construirse. En 1925 y sobre la base del proyecto del arquitecto Francisco Centurión, se decide remediar el estado de abandono en el que, por muchos años, había permanecido el lugar.
El resultado es blanco de protestas, entre ellas la del historiador Emilio Roig, que desde las páginas de la revista Carteles, hace un llamamiento a la conciencia de los gobernantes, en especial a la de Carlos Miguel de Céspedes, Secretario de Obras Públicas, para que haga un parque con el nombre de Maceo.
Algunos elementos decorativos que habían sido añadidos al parque, como tinajones y ranas, son retirados.
Una portada funeraria, realizada para el cementerio de Cienfuegos, pero que el ayuntamiento de esta ciudad no pagó, es cedida al parque por el contratista.
La fuente luminosa, que no era más que una taza de cemento, se sustituye por otra de piedra. En 1938, Emilio Roig, otra vez desde la revista Carteles, reitera su protesta y en esta ocasión se retira la pérgola construida en el parque.
Por tanto, no es hasta 1960 que el parque es objeto de una remodelación capital y adquiere otra fisonomía.
Apareció entonces, las balas y cañones que habían permanecido enterradas desde que fuera eliminada la batería de San Lázaro. Se aumentó el área a 30 mil metros cuadrados y se construyó el túnel que une al parque con el muro del Malecón, cuya altura máxima alcanza los dos metros.
En 1996 se realizó una reparación media con motivo del centenario de la caída en combate de Antonio Maceo. Se colocaron reflectores al conjunto escultórico, se sitúo un asta de bandera cerca del monumento y luminarias en todo el parque.
También se construyeron aceras, se instalaron asientos, se reparó el parque infantil y se sembró vegetación. En el año 2001 se llevó a cabo la última intervención, según proyecto del Plan Malecón de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
EL DISEÑO Y SUS ATRACTIVOS
En el diseño original el Titán de Bronce estuvo representado a galope tendido sobre un grupo de bayonetas erizadas pero, los miembros de la comisión del concurso estimaron que este remate del monumento era una severa dificultad para la compenetración y el mutuo amor de españoles y cubanos.
Por lo tanto, se determinó que el proyecto inicial fuera sustituido por otro. La posición de la escultura, de espaldas o de frente al mar, fue motivo de intensas polémicas y además, el costoso pedestal sobre el que finalmente fue colocada, tampoco figuraba en el boceto original.
El monumento fue construido en granito y bronce. En los cuatro ángulos de la base, mediante grandes figures, están representados la acción, el pensamiento, la justicia y la ley.
En la parte frontal un relieve muestra a la madre de los Maceos, Mariana Grajales, en el acto de hacer jurar a sus hijos fidelidad a la patria. Alrededor del fuste aparecen otros grandes relieves que narran cuatro momentos esenciales en la vida de Maceo.
Tales cuatro momentos fueron Mangos de Mejía, Protesta de Baraguá, Cacarajícara y La Indiana, cuando corona el monumento la estatua ecuestre del héroe. El 25 de septiembre de 1981 es inscrito como bien patrimonial del territorio por Tomás Piard, especialista del Museo Histórico Municipal de Centro Habana.
El parque Maceo devino lo que es hoy, un sitio no solo para honrar al general mambí, sino también un punto de paso y concentración de personas, un lugar de esparcimiento para muchos, de juegos infantiles, paseos de enamorados y jóvenes que pasan el rato en el propio monumento.
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