Juan J. Paz-y-Miño Cepeda*, colaborador de Prensa Latina
Evidentemente los sectores progresistas de la región esperaban el triunfo de Luisa González, a quien las encuestas le anticipaban el triunfo. La candidata recibió el respaldo de personalidades como Claudia Sheinbaum y Lula da Silva, presidentes de México y Brasil, respectivamente, así como de Pepe Mujica, expresidente de Uruguay.
Pero también las derechas continentales, con el auspicio y fuerza que ha significado la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, esperaban el triunfo del empresario y millonario Daniel Noboa.
Como los resultados reconocen finalmente la victoria de Noboa, quien ejercerá la presidencia entre 2025 y 2029, Ecuador se incorpora al conjunto de gobiernos alineados con el conservadorismo continental y queda seriamente golpeado el progresismo interno.
Los estudios académicos y los análisis que se han realizado en la región sobre el ciclo gubernamental que se inició en 2017 en Ecuador han demostrado que se restauró en el poder un dominio empresarial-neoliberal que ha dado continuidad al modelo económico y social que se inauguró durante las décadas finales del siglo XX.
El triunfo de Noboa afirma ese camino y garantiza un ciclo de largo tiempo con beneficios para el sector privado y aflojamiento de las capacidades estatales para realizar inversiones y proveer a la población de amplios bienes y servicios públicos.
La visión latinoamericanista no es la que ha caracterizado a los gobernantes que comparten los ideales de la “libertad económica”, de modo que, en plena época de avance del nuevo americanismo monroísta que tiene en la mira a China como el principal enemigo, Ecuador se convierte en un eslabón más de la cadena favorable a las geoestrategias que desarrolle el presidente Donald Trump.
Ecuador tiene anticipados convenios militares y el presidente triunfante no ha descartado la posibilidad de aceptar bases, instalaciones y presencia directa de fuerzas armadas. El apoyo que obtenga de los Estados Unidos para implementar su política de “guerra interna” contra la delincuencia y el crimen organizado posiblemente logre materializarse.
Las condiciones críticas de la economía y la inseguridad ciudadana son los desafíos más importantes para la gestión del nuevo gobierno de Noboa. Pero, al mismo tiempo, el dominio de una élite corporativa en el poder es previsible que presione para el mayor debilitamiento de las políticas y derechos sociales, laborales y ambientales, toda vez que se conjugan con la visión sobre la economía de libre empresa competitiva y de achicamiento total del Estado.
Desde la otra cara de la medalla, en un ambiente de total polarización y de odio cultivado diariamente, el “correísmo” queda históricamente arruinado. Una situación comparable con Argentina, cuando el Decreto-ley 4161, del 5 de marzo de 1956, prohibió hablar de Perón, Evita, “peronismo”, “peronista”, “justicialismo” o hacer referencia a funcionarios peronistas y a sus retratos, banderas o cantos (https://t.ly/4nZrZ); y también comparable con lo que ocurrió con “Alianza Popular Revolucionaria Americana” (APRA), el partido de mayor raigambre en el Perú durante décadas, aunque con su líder y fundador Raúl Haya de la Torre perseguido y asilado en el exterior.
De igual modo, la alianza de las izquierdas tendrá que examinar posiciones al quedar más que debilitada, si quiere convertirse alguna vez en alternativa de poder. Y, sin duda, habrá que examinar las conductas políticas al interior del movimiento indígena, con divisiones innegables y cuya definición en las votaciones tendrá que clarificarse, pues los resultados parecen inclinarse a repetir el fenómeno del voto masivo por Noboa de sus bases de la región Sierra y de la Amazonía.
En todo caso, el rumbo que ha tomado el país no deja dudas sobre la opción preferente por un régimen favorable a las élites del poder. Las condiciones históricas en que ese dominio se ha desenvuelto no llegaron a apreciarse en el conjunto de la sociedad. De modo que para los sectores progresistas se abre no solo una época muy difícil, sino peligrosa. América Latina tampoco tiene un aliado para la construcción de la sociedad del bienestar, idealizada por el progresismo de la región.
rmh/jjpmc
* Ecuatoriano. Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Santiago de Compostela. Coordinador Académico, en Ecuador, de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC). Miembro de Número de la Academia Nacional de Historia. Considerado uno de los gestores de la Historia Inmediata. Tiene múltiples libros y artículos sobre Ecuador y América Latina.