martes 10 de diciembre de 2024
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Cuba: El audaz Santiago Álvarez que pude descubrir

La Habana (Prensa Latina) El cineasta cubano Santiago Álvarez (1919-1998) merece siempre tributo por ser el creador de una obra documental y renovadora que conocí personalmente, y recuerdo mi encuentro con él a propósito del 44 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el cual tiene lugar en esta capital.

Por Noel Domínguez

Periodista de Prensa Latina

Habían transcurrido sólo unos días del mayor terremoto de Perú y uno de los mayores de América, que aconteció el 31 de mayo de 1970 y en el que perdieron la vida más de 70 mil peruanos en el departamento de Ancash.

Tres días después, ya en el salón de protocolo del aeropuerto internacional José Martí, se aprestaba a partir otra de las brigadas médicas internacionalistas, que, en gesto solidario y humanista, comenzaban a expandir amor y virtud a raudales para todos los necesitados rincones del planeta.

A Santiago Álvarez lo había visto en anteriores tertulias, en el diminuto espacio reservado para una salita de exhibición que mantenía Alfredo Guevara, presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), donde a menudo acudíamos jóvenes oficiales incorporados al Ministerio del Interior.

Nos acompañaba el comandante Manuel Piñeiro Lozada, Barbarroja, amigo del presidente del Icaic, quien se esmeraba por inducirnos en el complejo arte del cinematógrafo, proyecciones a las que asistía, entre otros, Santiago Álvarez.

Por ello cuando se me acercó, inquieto, en el aeropuerto, aquel caluroso mediodía de 1970, ya no me resultaba un desconocido.

Aunque tampoco lo era para el mundo pues había realizado algunas de sus obras más conocidas como el corto Now (1964), sobre la discriminación racial -considerado por especialistas como el antecedente del videoclip actual-, y 79 Primaveras (1969), un recorrido por la vida y obra del líder vietnamita Ho Chi Minh, entre otros importantes documentales.

Y aquel día de 1970 se franqueó conmigo a golpe de susurro: “Hemos perdido mucho tiempo de embarcarnos, aquí los días y horas resultan fatales a los propósitos futuros”. Pretendí alguna ampliación, pero como siempre impetuoso y casi arrollador llegó el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, con su paso abarcador y característico, comenzando a impartir órdenes y precisiones.

Al sobresalto original, el cineasta se repuso e intentó continuar desarrollándome bajito su idea, pero es que el recién llegado reclamaba su presencia. “¿Dónde está Santiago?”, inquirió Fidel.

Y sin esperar respuesta, porque siempre andaba aprisa, sobreponiendo ideas, manifestó en alta voz: “Tenemos que ser precursores en esta noble misión, ya Velazco Alvarado (presidente peruano) autorizó la llegada del avión. Pero donde está Santiago, ¿ya llegó?”. Tuve que darle un codazo para que reaccionara: “Aquí estoy, Comandante, a su orden”.

Una vez más la filosofía de Fidel con su larga y estratégica visión se imponía modelando gestualmente: “Debemos captar en imágenes todo el sufrimiento de ese noble y muy humilde pueblo, registrar los destrozos acontecidos, los rostros dolientes, la búsqueda infructuosa de seres queridos o allegados, desaparecidos entre escombros…”.

El respetuoso y unánime silencio fue interrumpido por la réplica de Santiago Álvarez: “Ya eso no será posible, Comandante, llevo días insistiendo en lograr la inmediatez de nuestra partida. Aunque nos lo propongamos, no vamos a encontrar esos elementos a los que usted alude, ya la expresión de los rostros no será la misma, todos estarán inmersos en buscar abrigo y comida…”.

Pero Fidel continuaba arrollador hasta concluir sus románticas y utópicas ideas que después el talento de Santiago Álvarez materializaría: “Ha sido mucha y repentina la tragedia, y tú sabrás reflejarla, de lograrlo”.

Efectivamente, así aconteció en el terreno, a pocas horas del arribo los cinco hospitales de campaña con los médicos cubanos se instalaban en las provincias más destruidas por el terremoto.

Los decididos esfuerzos quedaron registrados en el celuloide por el realizador Santiago Álvarez en el Noticiero Icaic Latinoamericano, que comenzaba a perpetuarse desde entonces para la memoria histórica.

E inclusive, difundieron cómo dentro de Cuba y convocados por el ejemplo personal del Comandante en Jefe, 150 mil cubanos donaron sangre a los hermanos peruanos sobrevivientes de semejante tragedia.

La gigantesca contribución del personal de salud cubano trascendió fronteras, muy a pesar de que los abanderados de Fidel en la repartición de apoyo y protección universal a los más humildes y desposeídos, lograran atraer el odio visceral de los depredadores de la humanidad, a quienes tanto les duele la solidaridad humana de la cual Santiago Álvarez también fue destacado contribuidor y no sólo en aquella ocasión, sino en muchas más antes y después.

Valga este recuerdo imborrable del distinguido cineasta, director del Noticiero Icaic desde 1960, cuando se fundó, hasta 1990 en que desaparece, con más de mil 490 ediciones, declarado por la Unesco en 2008 Memoria del Mundo al documentar vida, luchas y aspiraciones de los pueblos del Sur y de sus principales líderes.

arb/ndm

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