Por Nicholas Valdés
De la redacción de Asia y Oceanía
Trump elogió el acuerdo y lo calificó como “un tratado comercial firme y con visión de futuro que beneficiará a trabajadores, exportadores, agricultores, pequeñas empresas e innovadores digitales estadounidenses”. Y no es para menos, pues a la parte camboyana no le quedó mucho espacio para la negociación.
Aunque con similitudes a lo sucedido en los últimos meses con potencias de la región como Japón y Corea del Sur, Camboya no salió muy bien parado del acuerdo comercial firmado entre el Primer Ministro Hun Manet y el presidente estadounidense.
La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos divulgó que el «Acuerdo de Comercio Recíproco entre Estados Unidos y Camboya» es un pacto jurídicamente vinculante, diseñado para brindar un acceso sin precedentes a los exportadores norteamericanos, al tiempo que apoya los objetivos de seguridad nacional y económica del país norteño.
De acuerdo con la entidad dependiente de la Oficina Ejecutiva del Presidente, Camboya eliminó por completo los aranceles a la importación de todos los productos estadounidenses para crear oportunidades de acceso significativas para toda la gama de exportaciones estadounidenses.
A cambio, Washington mantendrá un arancel recíproco de 19 por ciento sobre las importaciones camboyanas, excepto productos enumerados en el Anexo III de la Orden Ejecutiva 14346.
El acuerdo también incluye amplios compromisos de Nom Pen para abordar las barreras no arancelarias existentes desde hace tiempo.
De igual manera, el reino se comprometió a simplificar los requisitos reglamentarios y de concesión de licencias de importación, aceptar las normas estadounidenses de seguridad y emisiones de vehículos, y reconocer las certificaciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos para dispositivos médicos y productos farmacéuticos.
En materia agrícola, Camboya acordó prevenir y eliminar los obstáculos a las exportaciones estadounidenses de alimentos y otros productos del sector, reconociendo las normas sanitarias y fitosanitarias norteamericanas.
Los (supuestos) beneficios del débil
Ambas naciones acordaron colaborar para aumentar la resiliencia de la cadena de suministro y abordar las prácticas comerciales desleales de terceros países.
Pero fuera de eso, la nación asiática no tiene más buenas noticias que contar respecto al convenio.
La fijación de los aranceles a 19 por ciento para las exportaciones hacia Estados Unidos mellará la economía nacional, según los expertos, mucho más ahora que no recibirán un centavo por concepto de impuestos a la entrada de productos norteamericanos.
Las exportaciones de Camboya a Estados Unidos, principalmente prendas de vestir, calzado y componentes electrónicos, siguen siendo fundamentales para su superávit comercial, por lo que eliminar los aranceles a los productos estadounidenses no garantiza un mejor acceso para las exportaciones camboyanas.
Y hay más, en el ámbito del comercio y los servicios digitales, el Reino se comprometió a mantener una moratoria sobre los aranceles aduaneros para las transmisiones electrónicas, garantizar la transferencia de datos a través de fronteras seguras y abstenerse de introducir gravámenes sobre los servicios digitales u otras medidas discriminatorias.
A raíz del acuerdo, Camboya deberá incluso adoptar medidas para garantizar que sus propias empresas estatales operen en condiciones de mercado justas, y que los subsidios internos no distorsionen la competencia.
La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos señaló que el pacto pronto se someterá a los trámites internos necesarios antes de su entrada en vigor.
Washington registra el decimoctavo mayor déficit comercial de bienes con Camboya, que ascenderá a 12 mil 300 millones de dólares este año.
Desde abril último, cuando el presidente Trump declaró una emergencia nacional por el déficit comercial de Estados Unidos, su administración comenzó a impulsar una serie de políticas destinadas a crear igualdad de condiciones para sus productores.
Funcionarios norteamericanos señalaron que el acuerdo con Camboya demuestra que “Estados Unidos puede defender su producción nacional, al tiempo que obtiene un amplio acceso a los mercados de sus socios comerciales”.
Por su parte, analistas camboyanos afirman que la eliminación de aranceles podría reconfigurar las industrias locales, los mercados de consumo y las relaciones bilaterales a largo plazo.
El convenio presenta desafíos para la economía de Camboya. Por ejemplo, los insumos y productos terminados estadounidenses más baratos podrían beneficiar a Camboya mediante la reducción de los costos de producción, la transferencia de tecnología y mayores incentivos a la inversión, pero también intensificarán la competencia con otras industrias similares, advirtió Thong Mengdavid, profesor del Instituto de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la Real Universidad de Nom Pen.
En sectores como la agricultura, la automoción y la farmacéutica se prevé que el aumento de la competencia de las importaciones estadounidenses tenga un impacto inmediato. Esto presionará a los productores locales, en especial aquellos que enfrentan altos costos de logística y energía.
En fin, la medida representa un importante reajuste de la política comercial de Camboya, que busca equilibrar los beneficios inmediatos para el consumidor con el objetivo estratégico a largo plazo de posicionar al Reino como un socio comercial moderno y basado en normas en la economía global.
arc/nvo
 
								





 
															 
															 
															 
															 
															