Por Ivette Fernández
Corresponsal jefa en Colombia
El jefe de Estado escribió en su cuenta de X a las tres de la mañana (hora local) del 26 de enero que Estados Unidos no podía tratar como delincuentes a los migrantes colombianos y que debía establecer un protocolo de tratamiento digno para ellos antes de que fueran recibidos en su país.
No se hizo esperar entonces la reacción del ocupante de la Casa Blanca, Donald Trump, quien echó mano de su arma favorita: aplicaría gravámenes a los productos colombianos en un 25 por ciento, los duplicaría una semana más tarde, restringiría el otorgamiento de visas a Petro, su familia, su gabinete y todo aquel que fuera afecto al Gobierno.
En tanto, en Bogotá, el presidente dispuso de su avión presidencial para regresar a sus connacionales en condiciones dignas y con el acompañamiento de la debida atención consular.
También hubo un duro cruce de palabras, en el que Petro aseguró que no se dejaría intimidar por las amenazas de Trump y que este no sometería a su país.
Sin embargo, antes de que concluyera el agitado domingo, un comunicado de la Cancillería dio por zanjado el asunto y detalló que una delegación colombiana viajaría a Washington para acordar los términos de las deportaciones y otros temas de interés común.
Aun cuando se hubieran dado por concluidas las tensiones, las entrevistas de visas para los colombianos quedó suspendida por cuatro días en la sección consular de Bogotá, se redoblaron los controles para ellos en las terminales aéreas de Estados Unidos y las increpaciones de uno y otro lado continuaron.
La prensa contribuyó a azuzar el conflicto y los medios de derecha colombianos, que suelen atacar a Petro sin disimulo, difundieron la teoría de que al final el presidente cedió por las presiones norteñas.
La inusitada reacción por parte de un país tradicionalmente aliado de Washington sacudió a la opinión pública y volvió a poner de relieve cuán peligrosa es la extrema dependencia de una nación ajena para la autodeterminación.
TERGIVERSACIÓN DE LOS MEDIOS
A juicio del periodista y director de la página Cronicón, Fernando Arellano, la de Petro constituyó una postura de defensa a la soberanía y garantía de los derechos fundamentales de los colombianos en condición de no regularizados en territorio estadounidense.
“Luego de muchas décadas un presidente planta cara a un mandatario estadounidense asumiendo una posición digna y firme contra la arbitrariedad del poder representado por el extravagante y brabucón inquilino de la Casa Blanca quien, en su arbitraria política de combatir a los migrantes en condición de indocumentados, no le importa atropellar la integridad de las personas y violar los derechos humanos”, afirmó a Prensa Latina.
Consideró además que capítulo aparte merece la actitud entreguista y cipaya que asumió la oposición tanto de derecha como del mal denominado “centro” político, el cual de manera apátrida se puso del lado del convicto mandatario estadounidense, no sólo para resguardar sus mezquinos intereses sino para tratar de horadar la gestión del mandatario.
“Hay que tener en cuenta que más de 200 años de mentalidad de ‘República bananera’ permearon la conciencia de amplios sectores de la sociedad en el sentido de generar una actitud obsecuente frente a las imposiciones de Washington”, detalló.
Explicó que el histórico ‘establishment’ colombiano ha convertido al país en un enclave estadounidense y ha servido como cipayo a los intereses de la Casa Blanca.
“Al fin y al cabo, la decadente clase dominante colombiana nunca ha conocido qué es la dignidad y la soberanía nacionales. Siempre ha estado al servicio de los intereses extranjeros para llenar sus alforjas”, sentenció.
Por su parte, el periodista Jaime Cedano declaró a Prensa Latina que la prensa de derecha protagonizó respecto a este tema un pasaje más de la desinformación y la batalla de los relatos. “Los medios primero titularon que Petro no aceptaba deportados, fraccionando la noticia. Y muchos en los primeros momentos llegamos a pensar que era así. Pero no se precisó del condicionante, que fueran devueltos dignamente”, aclaró.
Comentó que la actitud de Petro fue valiente, lo cual le ha merecido un gran reconocimiento a nivel mundial y por lo que seguramente tiene la simpatía de las familias de los millones de personas que andan por el mundo indocumentadas buscando oportunidades.
“El otro tema es que las derechas política y mediática colombianas estarán siempre en contra de cualquier cosa que diga o haga Petro. Es parte de su estrategia, no reconocerle absolutamente nada”, aseveró el comunicador.
LA PESADILLA AMERICANA
Unas 48 horas después de que Bogotá y Washington protagonizaran una disputa ampliamente difundida por los medios, llegaron a la capital neogranadina los primeros dos vuelos con 200 deportados, 42 niños entre ellos.
Arribaron los deportados sin grilletes y con la asistencia consular correspondiente, pero deseosos por exponer los maltratos de los que fueron víctimas por parte de las autoridades estadounidenses, y uno de ellos incluso calificó su experiencia como la “pesadilla americana”.
Enfatizó la Cancillería que ninguno de los repatriados tenía antecedentes penales ni deudas con la justicia, lo que desmintió las afirmaciones de Trump, que se trataba de vulgares “criminales”.
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) denunció que los niños colombianos inadmitidos en Estados Unidos fueron maltratados durante la detención previa a la deportación.
“Los levantaban a las tres de la mañana y los obligaban a bañarse con agua fría. También presenciaban malos tratos hacia sus padres, lo que les genera un fuerte impacto emocional”, declaró la directora del ICBF, Astrid Cáceres, quien añadió que los menores fueron esposados.
Ante ese panorama, el presidente Petro conminó a sus connacionales indocumentados a volver a su país de origen.
“El Departamento de Prosperidad Social buscará entregar créditos productivos a los retornados que se inscriban en sus programas. Construyamos riqueza social en Colombia”, pidió.
Otra de las solicitudes del mandatario tras las horas de tensión tuvo que ver con la necesidad de diversificar el comercio con otros países del mundo.
De acuerdo con un informe de la Asociación Nacional de Comercio Exterior de Colombia, las compras de la nación norteña al territorio neogranadino constituyen cerca del 30 por ciento del total con un aporte de alrededor de 14 mil millones de dólares al año.
Solo en noviembre de 2024 las importaciones de productos estadounidenses crecieron un 15 por ciento y representaron un 26,7 por ciento de todo lo importado durante ese mes.
Por otra parte, tienen la mayor participación del turismo con un 28 por ciento del total de los visitantes que eligen a Colombia por destino.
No por gusto durante el acto de posesión del ministro de Hacienda, Diego Guevara, el jefe de Estado le comentó que sus principales misiones estarían orientadas a multiplicar los lazos comerciales.
Le encomendó entonces trabajar para orientar la economía hacia una mayor diversificación de las exportaciones, con el fin de evitar la dependencia de un solo país, lograr el aumento de la producción nacional y acceder a financiamientos de todas partes del mundo.
En un mensaje dirigido a Trump después de que este amenazara con los aranceles, el presidente Petro le respondió de la siguiente manera: “Colombia a partir de hoy se abre a todo el mundo, con los brazos abiertos, somos constructores de libertad, vida y humanidad”.
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