Por Ivette Fernández
Corresponsal jefa en Colombia
Las confrontaciones tuvieron una escalada que comenzó a menos de una semana de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, cuando su homólogo neogranadino, Gustavo Petro, se negó a admitir el ingreso a la nación sudamericana de un avión que transportaba a migrantes encadenados.
Ese primer episodio de tirantez diplomática fue apenas el inicio de una saga que pondría de relieve todo el autoritarismo del que es capaz el ocupante del Despacho Oval y la postura contestataria del dignatario colombiano.
Aun cuando los ataques verbales estuvieron presentes en las redes sociales de ambos gobernantes durante toda la primera mitad del año, fue la descertificación de Colombia por parte de Estados Unidos, ocurrida en septiembre último, el punto de inflexión que marcaría un aumento notable de la temperatura en una relación con muchas fricciones.
El anuncio del ingreso del territorio sudamericano a una lista de países que, según el gobierno norteño, no cooperan plenamente en la lucha antinarcóticos, lo que en la nación se conoce como descertificación, solo pasó una vez antes, durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998).
Consciente del peligro que representaba ser señalado como ineficaz en la lucha contra el narcotráfico, cuya excusa sirve para agredir a Venezuela, Petro denunció las pretensiones de Washington y el peligro que suponían sus alardes de poder en el Caribe con el despliegue de una flota que solo se alista para una guerra.
En un podio de Naciones Unidas, acusó a Trump de asesino por matar a ocupantes de lanchas debido a presuntamente transportar drogas, sin que mediara investigación o juicio alguno, y por dar su apoyo a Israel en el genocidio que tiene lugar en Gaza.
El presidente latinoamericano sería despojado luego de su visa para permanecer en Estados Unidos en retaliación a su asistencia a un acto celebrado en las calles de Nueva York, donde afirmó que los militares debían desobedecer las órdenes si se les pedía apuntar sus armas contra la población civil.
Tras ese suceso, Trump lanzó un amplio repertorio de ofensas en su contra: lo llamó “líder del narcotráfico”, aseguró que retiraría las ayudas financieras con las que desde hace años cuenta Colombia para pelear contra el tráfico de estupefacientes.
Igualmente sancionó a Petro al incluirlo, junto con parte de su familia, en una lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Ya en ese punto, el mandatario neogranadino aseveró que los ataques iban más allá de un castigo por decir verdades.
“La magnitud del insulto de Trump a Colombia y a mí mismo ya no tiene el objetivo de alcanzar una estrategia eficaz antinarcotraficantes, sino afectar las elecciones de Colombia el año entrante, y en busca del triunfo de la extrema derecha, esa sí fuerte y probadamente ligada al narcotráfico, pero obediente en cuanto a invasiones”, manifestó en su cuenta de X.
LA HUELLA DE MARCO RUBIO
La denuncia de Petro coincidió con el regocijo que mostraron ciertos políticos estadounidenses tras el fallo del Tribunal Superior de Bogotá que absolvió en segunda instancia al expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) por los cargos de fraude procesal y soborno en actuación penal, y por lo que fue condenado antes a 12 años de prisión domiciliaria.
“La justicia colombiana ha prevalecido tras la absolución del expresidente Uribe y años de caza política en su contra y su familia. #UribeInocente”, escribió el secretario de Estado, Marco Rubio, en su cuenta de X.
La manifestación de Rubio no solo reveló su apoyo incondicional al que es quizás el mayor opositor al actual gobierno.
A juicio de analistas, también podría interpretarse como un intento de restar fuerza al respaldo que ostenta el progresismo de cara a las elecciones de 2026, y cuyo rostro más visible es hoy el senador Iván Cepeda.
Esta es justamente la persona que más obstinadamente se enfrentó al expresidente en los últimos años y quien está acreditado como víctima en el proceso en su contra.
Petro atribuyó asimismo al secretario de Estado de la nación norteña la aplicación de medidas punitivas en su contra.
“Aconsejado por Rubio, y Rubio aconsejado por su equipo en la Florida que recibió a políticos colombianos ligados familiar y directamente con la mafia de la cocaína, ha dejado una huella imborrable que, como el robo de Panamá, nunca olvidarán las siguientes generaciones de colombianos y latinoamericanos”, remarcó. El presidente colombiano señaló igualmente al secretario de Estado como el responsable del fracaso de la Cumbre de las Américas, que fue pospuesta debido a las “profundas divergencias” entre los países del área.
Según expuso el mandatario, la derrota “se debe a querer hacer una Cumbre de las Américas excluyendo países, cegado por el odio ideológico”.
De manera frecuente, el jefe de Estado rechaza el desempeño del funcionario.
“Marco Rubio se ha convertido en un obstáculo sectario en el encuentro pacífico entre Estados Unidos y las Américas. Estados Unidos ha quedado aislado en la ONU con la votación sobre el bloqueo a Cuba: 165 países por el desbloqueo, solo siete jinetes del apocalipsis a favor”, escribió en referencia a la votación que sobre el tema se realizó en octubre pasado.
COLOMBIA, ¿EL SIGUIENTE?
Lejos de disminuir, los diferendos aumentaron tras la amenaza de Trump de que Colombia podría ser blanco de agresiones armadas.
“He oído que Colombia produce cocaína. Tienen plantas de fabricación de cocaína y luego nos la venden (…) Cualquiera que haga eso y la venda en nuestro país está expuesto a ataques”, alegó el gobernante norteño.
En respuesta, Petro exigió a su par no amenazar la soberanía de su país y lo invitó a conocer de primera mano los esfuerzos que hace el territorio sudamericano en la lucha contra el narcotráfico.
“Venga señor Trump a Colombia, lo invito para que participe en la destrucción de los nueve laboratorios diarios que hacemos para que no llegue cocaína a Estados Unidos”, escribió.
Añadió el jefe de Estado que, sin misiles, en su gobierno se desmantelaron más de 18 mil de esos centros.
“Venga conmigo y le enseño cómo se destruye un laboratorio cada 40 minutos, pero no amenace nuestra soberanía, porque despertará el Jaguar”, expresó en referencia al felino que la cultura indígena arhuaca identifica con un guardián ancestral.
También advirtió que las amenazas de Trump podrían acarrear graves repercusiones.
“Atacar nuestra soberanía es declarar guerra, no dañe dos siglos de relaciones diplomáticas. Ya me calumnió, no continúe por ahí. Si un país ha ayudado a detener miles de toneladas de cocaína para que no la consuman los norteamericanos, ese es Colombia”, concluyó.
Posteriormente, el ocupante del Despacho Oval aseguró que Petro será “el siguiente”, en alusión a las presiones que ya ejerce contra el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro.
Aun cuando no respondió a esta última amenaza, la postura de Petro en torno a las agresiones contra él y su país han sido consecuentes desde el principio.
“Luchar contra el narcotráfico durante décadas y con eficacia me trae esta medida del gobierno de la sociedad que tanto ayudamos para detener sus consumos de cocaína. Toda una paradoja, pero ni un paso atrás y jamás de rodillas”, expresó tras la divulgación de las sanciones contra él y su familia.
En declaraciones posteriores aseguró además que tales medidas responden a “la política del miedo y el poder”.
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