Por Mariela Pérez Valenzuela
Corresponsal jefa en República Dominicana
El anuncio lo hizo la Cancillería el 3 de noviembre, con la argumentación de “profundas divergencias que dificultan un diálogo productivo en las Américas” y luego de consultar, dijo, a sus diferentes socios, entre ellos el gobierno estadounidense presidido por el republicano Donald Trump.
De acuerdo con la Cancillería, la decisión se adoptó por “consenso”, tras un “cuidadoso análisis de la situación regional”, sin referirse de manera directa a las operaciones militares estadounidenses que han provocado más de 60 muertos en el Caribe bajo el presunto argumento de combatir el narcotráfico.
“A esta situación se suma el impacto causado por los recientes eventos climáticos que han afectado gravemente a varios países del Caribe”, indicó en el comunicado, en alusión al reciente paso del huracán Melissa, que causó devastación sobre todo en Jamaica y Cuba.
“Esta medida ha sido consensuada con nuestros socios más cercanos, incluyendo Estados Unidos, impulsor original de este foro, y otros países clave”, precisó en la nota, para lo cual también se consultó al secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El texto de la Cancillería asegura que “todos los recursos invertidos hasta la fecha servirán para el año próximo”. Por ahora, la decisión fue aplaudida por Washington y otros Gobiernos de la región, como el de Ecuador y Paraguay.

“En nombre de los Estados Unidos, agradecemos al presidente Abinader su amistad y su disposición a ser anfitrión de la Cumbre de las Américas. Apoyamos plenamente la decisión de posponer la cumbre…”, expresó al respecto el secretario de Estado, Marco Rubio.
CONTEXTO POLÍTICO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Para expertos, la situación de los anfitriones se vio comprometida ante el contexto político existente en América Latina y el Caribe, corazón de la Cumbre, debido a las acciones agresivas de la mayor potencia del planeta, de una parte, y de la otra, la no invitación a Cuba, Venezuela y Nicaragua para “priorizar el éxito del encuentro”, según argumentó el gobierno local.
Es decir, de una prometida cita inclusiva, la decisión dominicana demostró que sería muy difícil llegar a algún consenso político importante entre los asistentes, pues la Cumbre nacía incompleta ante la ausencia de tres naciones que han demostrado su soberanía ante las agresiones de Estados Unidos.
Las reacciones ante la omisión -en aras de “asegurar el desarrollo del foro”, según el gobierno dominicano- fueron contundentes: organizaciones políticas y sociales dominicanas alzaron su voz contra la decisión del gobierno de Luis Abinader, mientras los presidentes de varios países protestaron ante Quisqueya.

Los mandatarios de Colombia, Gustavo Petro, y de México, Claudia Sheinbaum, anunciaron que no asistirían a la Cumbre dada la parcialidad dominicana de no invitar a tres miembros de la comunidad latinoamericana.
El Partido Comunista del Trabajo (PCT) y otros movimientos locales advirtieron que la exclusión de tres naciones hermanas traicionaba la histórica solidaridad del pueblo dominicano con América Latina y el Caribe.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba había alertado que “una Cumbre de las Américas construida sobre la exclusión y la coerción está condenada al fracaso. No puede hablarse seriamente de diálogo político… sobre bases de censura, inequidad y abuso”.
POLÍTICAS DE DONALD TRUMP
En el trasfondo de esta crisis se encuentran las políticas regionales de Trump que determinan el curso de la diplomacia estadounidense: amenazas arancelarias, sanciones unilaterales, presión sobre países del Caribe y Centroamérica para aceptar deportaciones masivas, y chantajes diplomáticos en la ONU para cambiar tradicionales votos a favor de la Resolución de Cuba que pide poner fin al bloqueo.
Mientras República Dominicana anunciaba que posponía la cita, varios países latinoamericanos, entre ellos Brasil, la locomotora económica de la región, discutían con Washington la imposición unilateral de aranceles a sus productos.

Las amenazas militares a Latinoamérica, en especial a Venezuela que busca la paz, pero no teme a Estados Unidos, están latentes con la presencia de parte de su flota naval en El Caribe -apuntando a Caracas- con el pretexto de que los mayores consumidores de drogas del mundo le hacen la guerra al narcotráfico.
Ya son decenas los fallecidos por ataques de esos navíos militares a embarcaciones que cursaban aguas caribeñas.
En agosto de este año, Washington desplegó frente a las costas de Venezuela buques de guerra, un submarino, aviones de combate y tropas, bajo el supuesto objetivo de combatir el narcotráfico.
A la vez, el país norteño acusó al presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, sin pruebas demostrables, de liderar un supuesto cartel de narcotráfico, duplicó la recompensa por información que condujera a su captura y reconoció que autorizó a la CIA a ejecutar operaciones encubiertas en ese país.
INVASIONES DE ESTADOS UNIDOS A DOMINICANA
República Dominicana conoce muy bien hasta donde son capaces de llegar los políticos norteamericanos.

Este pequeño país fue invadido militarmente dos veces por las hordas enviadas por la Casa Blanca. La última de ellas, en 1965, dio paso a la Revolución de Abril, comandada por el coronel Francisco Caamaño, a la que se sumó el pueblo con un saldo de unos cinco mil muertos -entre civiles y militares- en defensa de su tierra.
Una de las políticas más repudiadas por la región es el tratamiento que ha dado Trump a los emigrantes latinoamericanos.
La actitud del imperialismo norteamericano quiebra los derechos humanos de miles de personas sobre las cuales, vaya paradoja, se sustenta buena parte de la economía doméstica de Estados Unidos.
El momento no es el mejor para una Cumbre de las Américas, según la visión dominicana, a la que se suman especialistas en el tema.

Frente a ese panorama, la Cumbre de los Pueblos, convocada paralelamente en Santo Domingo por organizaciones sociales y movimientos de izquierda, se erige como espacio alternativo de encuentro para demostrar que la verdadera integración latinoamericana no se construye desde la imposición, sino desde el respeto mutuo y la defensa de la soberanía.
A pesar del renacimiento de algunos gobiernos de derecha, pocos dudan de que en el contexto de la Cumbre serían numerosas las voces que exigirían respeto a sus soberanías y que -y así lo demostró la reciente votación contra el bloqueo a Cuba en la Asamblea General de Naciones Unidas- no aceptarán las presiones imperiales.
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