Por Glenda Arcia
Corresponsal jefe en Argentina
Pese al desmantelamiento de las políticas de memoria, verdad y justicia, la asociación Abuelas de Plaza de Mayo no detuvo su trabajo y anunció el 27 de diciembre la identificación del hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, detenidos-desaparecidos durante el régimen cívico-militar instaurado en este país desde 1976 hasta 1983.
Pourtalé y Villamayor eran militantes de la organización Montoneros y fueron secuestrados el 10 de diciembre de 1976, cuando ella estaba embarazada de nueve meses.
Ambos fueron vistos en el centro clandestino de detención y tortura instalado en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, hoy convertido en espacio de memoria y declarado Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Pourtalé tenía un hijo con su pareja anterior, llamado Diego Antonio, quien agradeció la labor de las Abuelas en un mensaje enviado desde España y las consideró “un orgullo nacional”.
A su vez, la presidenta de esa agrupación, Estela de Carlotto, denunció el negacionismo de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura y el cierre de áreas fundamentales como la Unidad Especial de Investigación de la desaparición de niños como consecuencia del accionar del terrorismo de Estado.
“El delito más aberrante de ese régimen se hace evidente en cada restitución”, aseveró De Carlotto y reiteró que la verdad siempre sale a la luz, pese a los intentos por evitarlo.
La identificación del nieto 138 fue celebrada por organizaciones, políticos y legisladores y fue considerada una esperanza entre tantos obstáculos enfrentados por los organismos de derechos humanos.
Otra imagen que marcó el fin de 2024 en esta nación sudamericana fue la de miles de personas necesitadas compartiendo una cena de Nochebuena frente al Congreso de la Nación.
La iniciativa fue organizada por entidades como el Movimiento de Trabajadores Excluidos, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular y Proyecto 7.
Según Horacio Ávila, de esa última organización, la actividad fue pensada como una acción solidaria, pero aumentó el número de quienes la necesitan y de quienes ayudan por lo que se trata de algo mayor.
En la actualidad hay 12 mil personas en situación de calle en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dos mil más que en 2023. Lamentablemente, mucha gente cayó en esa condición y hay otros que están sostenidos con alfileres debido al aumento de los precios de las cuestiones más básicas como el transporte, los alquileres y los alimentos, añadió.
Además, indicó que la mayoría de la población trabajadora hoy es pobre y más de un millón de niños se van a dormir sin comer cada día, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
También expresó su preocupación por la situación de los jubilados, uno de los sectores más afectados por la gestión de Javier Milei.
De acuerdo con el analista Luis Bruschtein, los dos acontecimientos (el hallazgo del hijo de dos víctimas de la dictadura y la cena frente a la sede legislativa) constituyeron una luz en la despedida de un año oscuro.
Ambas situaciones tienen la capacidad de conmover en función del reconocimiento de un colectivo pueblo, que es una forma de reencuentro con el ser humano. Son señales que llegan desde fuera del sistema político que debería actuar como motor de la transformación acompañando los cambios en la sociedad, apuntó.
Las Abuelas anunciaron la recuperación al mismo tiempo que el Ejecutivo se disponía a dejar cesantes a cientos de trabajadores que mantienen los sitios de la memoria. Es un gobierno negacionista, pero una parte de su base electoral no. Entonces, en vez de cerrar los centros, los dejará morir, alertó.
Por otra parte, señaló que este país vive una situación compleja, en la que los ciudadanos se mueven desde la tranquilidad por la sensación de una inflación baja (lograda con un costo social elevado y sustentada con datos muchas veces falsos), hacia la desesperación por la pérdida del trabajo o la definitiva caída de la capacidad adquisitiva.
El primer año de mandato de Milei estuvo caracterizado por un ajuste sin precedentes, el desfinanciamiento de la educación y la salud, los despidos y la interrupción de la obra pública, entre otras medidas rechazadas durante varias manifestaciones.
Pese a protocolos antiprotestas, miles de ciudadanos se movilizaron en múltiples oportunidades para reclamar el cese de acciones contra los jubilados, trabajadores, estudiantes e integrantes de sectores vulnerables.
Además, rechazaron el cierre de instituciones, la privatización de empresas públicas y una política exterior que dejó de lado la defensa del derecho soberano de Argentina sobre las Islas Malvinas.
Según el Centro de Economía Política de este país (CEPA), desde la asunción del líder de La Libertad Avanza, se llevaron adelante profundas transformaciones que afectaron la realidad cotidiana de todos los argentinos.
El gobierno aplicó un muy fuerte ajuste ortodoxo para ordenar algunas variables macroeconómicas con un costo social elevado. La suba del tipo de cambio, de 118 por ciento, la desregulación de sectores de la economía y el incremento significativo de las tarifas de servicios públicos tuvieron un impacto en precios que implicó una reducción sensible de los ingresos en términos reales, detalla un informe de esa entidad.
Por otra parte, desde noviembre de 2023 hasta agosto de 2024, se perdieron más de 261 mil puestos laborales, según la Superintendencia de Riesgos del Trabajo.
El poder adquisitivo de los salarios sufrió una fuerte caída y la política previsional adoptada tuvo distintos aspectos, todos con carácter regresivo, apunta el organismo.
Al ajuste en los haberes, se sumó la eliminación de los medicamentos gratis para una parte de los afiliados al Programa de Atención Médica Integral.
Además, durante el año transcurrido renunciaron o despidieron a varios funcionarios, entre ellos, la ministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino, el de Salud Mario Russo y el secretario de Energía Eduardo Rodríguez.
Asimismo, desde la campaña electoral, en la que Milei apareció con una motosierra y un león como símbolos, el ahora mandatario anunció su oposición a todo lo relacionado con el kirchnerismo, la justicia social, la educación y las políticas culturales.
El cierre de la agencia de noticias Télam, el cambio de nombre del Salón de las Mujeres de la Casa Rosada, el desmantelamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y el de Asuntos Indígenas, fueron solo algunas de sus medidas.
Se abrió también un proceso revisionista y negacionista de la historia y el jefe de Estado expresó en varias oportunidades su admiración por la exprimera ministra británica Margaret Thatcher.
Respaldado por un ejército de troles que difunde falsedades y ataca en redes sociales a todo opositor, Milei impulsa una batalla en el plano cultural contra los valores vinculados al peronismo, los movimientos progresistas y de izquierda.
Un ejemplo de ello fue llamar Palacio Libertad al Centro Cultural Kirchner y la celebración en él del III Encuentro Regional del Foro Madrid, en el que agrupaciones ultraderechistas reafirmaron su voluntad de “pelear por la defensa de Occidente frente al marxismo cultural destructivo y la ingeniería social totalitaria”.
Por otra parte, llama la atención el fortalecimiento de un discurso de odio y la violencia simbólica.
Para 2025, el presidente prometió una “motosierra profunda”, más ajuste, desregulaciones, privatizaciones y reformas laborales.
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