Por Osvaldo Cardosa
Corresponsal jefe en Brasil
El estudio revela además que el 50 por ciento de la población considera que el país va en la dirección equivocada.
De acuerdo con la investigación, un 47 por ciento de los brasileños aprueba la gestión de Lula (en diciembre era el 52 por ciento), mientras que un 49 la reprueba (anteriormente un 47 por ciento) .
Es la primera vez en que la desaprobación supera numéricamente la aprobación desde que Quaest empezó a realizar pesquisas sobre la popularidad del Gobierno de Lula.
También el sondeo inquirió sobre el rumbo de la nación: el 50 por ciento cree que se encamina en el itinerario errado, un 39 en el correcto y un 11 no supo responder.
De igual manera, la muestra apunta los principales problemas para los brasileños: un 26 por ciento considera que es la violencia (resultaba un 20 en diciembre).
En segundo lugar, aparecen las cuestiones sociales (23 por ciento, frente al 18 de diciembre) y en tercero la economía, la principal preocupación del 21 por ciento de brasileños, el mismo porcentaje de diciembre.
La encuesta fue encargada por la compañía Genial Investimentos y se realizó entre el 23 y 26 de enero en base a cuatro mil 500 entrevistas en todo el gigante sudamericano. A la vista, Brasil enfrenta un panorama complejo en los terrenos político, social, económico y judicial.
Pese a los desafíos, Lula proyecta una valiosa rehabilitación en el escenario nacional luego de su prisión política de 580 días en 2019 y posterior salida en libertad.
Durante su segundo año en el poder en 2024, consolidó la recuperación de la democracia tras lo heredado del anterior mandato de Jair Bolsonaro (2019-2022), como los intentos golpistas que culminaron en la invasión y saqueo, perpetrados el 8 de enero de 2023, contra los Tres Poderes en Brasilia.
En medio de investigaciones por los episodios violentos, el líder progresista logró fortalecer las instituciones democráticas, reforzando el Supremo Tribunal Federal y promoviendo el diálogo político.
No obstante, su Gobierno enfrenta ahora cuestiones primordiales, incluyendo la estabilidad institucional y la gestión de un Congreso hostil que entorpece varias de sus iniciativas.
Además, el estado de salud del exdirigente obrero, de 79 años y varias operaciones quirúrgicas, resulta motivo de inquietud, lo cual genera debates sobre su capacidad para un posible cuarto mandato y la imperiosa necesidad de identificar un sucesor dentro del Partido de los Trabajadores.
IMAGEN INTERNACIONAL
Desde que asumió el 1 de enero de 2023, Lula busca fortalecer las relaciones diplomáticas de Brasil, especialmente con Europa, promoviendo su diversidad cultural y natural para atraer inversiones y turismo.
Restauró la imagen internacional del país, destacándose en foros como el Grupo de los Veinte (G20) que agrupa a las 19 principales economías del mundo y las uniones Europea y Africana.
Durante la Cumbre de Líderes del G20, celebrada en la ciudad de Río de Janeiro el 18 y 19 de noviembre, las autoridades nacionales abordaron una complejidad de asuntos globales.
El foro dejó resultados capitales en temas como la sostenibilidad, la lucha contra el hambre y la pobreza, y las reformas en la gobernanza internacional.
Bajo el mando de Brasil, se dio prioridad a cuestiones sociales y ambientales, marcando un enfoque inclusivo y multilateral.
En el cierre de la cita, Lula afirmó que el legado dejado por su país en el G20 es la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.
La iniciativa recibió la adhesión de al menos 82 naciones, 24 organizaciones financieras, nueve financiadores e instituciones de filantropía.
De igual manera, el jefe de Estado enalteció la presencia brasileña en Conferencias de las Partes (COP) que reúnen a países signatarios de Naciones Unidas para abordar disímiles contenidos.
Con sagacidad, vigorizó la integración regional mediante el fortalecimiento de alianzas en el Mercado Común del Sur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
En 2024, el país registró marca con más de 6,62 millones de visitantes, y se propuso superar los ocho millones para 2027, enfocándose en el ecoturismo y la sostenibilidad.
PROGRESOS ECONÓMICOS Y RETOS SOCIALES
Aunque se divisan avances económicos, persisten retos sociales reveladores.
El número de personas en situación de calle aumentó aproximadamente un 25 por ciento en un año, pasando de 261 mil 653 en diciembre de 2023 a 327 mil 925 al cierre de 2024.
La subida del guarismo está relacionada con la insuficiencia de políticas estructurales en áreas como vivienda, trabajo y educación.
En el ámbito educativo, el Gobierno implementó reformas significativas para fortalecer el sistema, incluyendo la creación de un millón de nuevas plazas a tiempo completo y la cobertura de cuatro millones de estudiantes mediante el programa Pé-de-Meia (Pie de Media) en 2024.
Las propuestas buscan mejorar la inclusión y la calidad educativa en el país.
En lo económico, la Administración federal reafirmó su compromiso con el equilibrio fiscal, respondiendo a las dudas de los mercados financieros sobre su capacidad para cumplir las metas establecidas.
Afloraron posibles medidas de contención de gastos para alcanzar el objetivo de déficit cero en 2025. Sin embargo, persisten incertidumbres sobre la sostenibilidad de la trayectoria fiscal a mediano plazo, y las proyecciones de acrecimiento de la deuda afectaron la confianza del mercado.
Por otra parte, el sistema judicial brasileño enfrenta desafíos relacionados con la defensa de los derechos humanos y la estabilidad democrática.
Tras los ataques a instituciones gubernamentales en enero de 2023, se realizan investigaciones y procesos judiciales que terminan en acusaciones y condenas para los involucrados.
Además, el Tribunal Superior Electoral prohibió a Bolsonaro presentarse a elecciones durante ocho años por abuso de poder y de los medios de comunicación. Brasil se encuentra en una encrucijada.
Los resultados de la encuesta de Quaest reflejan un deterioro en la percepción del Gobierno de Lula en poco más de un año, con un aumento en los desvelos sociales y de seguridad.
Tal panorama plantea acometimientos políticos sustanciales, especialmente porque el crecimiento de la desaprobación y la insatisfacción con el rumbo del país podrían influir en la gobernabilidad y las futuras decisiones estratégicas de su gestión.
La violencia y las cuestiones sociales, ahora más notorias, podrían estar desplazando a la economía como foco central de desasosiego, lo cual sugiere que el Ejecutivo debe redirigir esfuerzos hacia estas áreas para recuperar confianza.
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