Por Luis Beatón
Corresponsal jefe de Prensa Latina en El Salvador
Diversos analistas y encuestas de universidades estiman de inédito ese ejercicio comicial por estimar que la candidatura de Bukele viola la Constitución que hasta ahora prohíbe un segundo mandato consecutivo.
El 16 de noviembre pasado, durante una conferencia, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, dijo que “para nadie es un secreto, nuestra historia desde la independencia estuvo marcada por un hiriente contraste: ricos cada vez más ricos frente a pobres cada vez más pobres”, un telón de fondo de los próximos comicios.
Pese a que la política oficial lo describe como promisorio y el pueblo apoya en las encuestas al Ejecutivo, en el escenario continúan presentes la falta de vivienda digna, salarios injustos, deficientes educación y salud, desempleo, subempleo, desnutrición y pobreza generalizada.
Un punto que durante todo 2023 fue central es que hasta la asunción de Bukele no bajaban los índices de criminalidad y ahora el llamado pulgarcito de las Américas constituye un referente mundial en el combate a la delincuencia que por años ejercieron pandillas y el crimen organizado en contubernio con los partidos tradicionales, a cambio de votos, según críticos.
Así lo promueve el gobierno en una bien articulada campaña con pronóstico de un avasallador triunfo del presidente en las venideras elecciones, expresaron investigadores como Oscar Picardo, de la Universidad Francisco Gavidia, y el economista y consultor Cesar Villalona, un abierto crítico del gobierno.
Académicos y medios de prensa señalan que los cambios y movimientos políticos después de los comicios marcarán un antes y un después en la política salvadoreña, incluso hasta se habla de la desaparición de partidos y control absoluto de la Asamblea Legislativa por el partido Nuevas Ideas (NI), de Bukele.
Varios asuntos destacan, entre ellos, una inédita opción de reelección presidencial atacada durante todo el año por violar varios artículos de la Constitución y que analistas consideran restan legitimidad al proceso electivo.
El presidente salvadoreño, de 42 años de edad, es el primero de la etapa democrática salvadoreña con posibilidades de reelegirse.
Hasta ahora un primer mandatario debía terminar su período de cinco años y esperar 10 para buscar otra vez la Presidencia.
Otro asunto, la reducción del número de miembros de la Asamblea Legislativa de 84 a 60, también es una medida que marcó el año, al igual que la reducción del número de municipios del país de 242 a 44, lo que permitirá que el partido en el poder afiance control en los asuntos del país.
La promoción del tema de la seguridad y la baja en el índice de homicidios le permitió mantenerse en la atención de los potenciales electores, e hizo de ambos asuntos el principal “cartel” de su apuesta proselitista.
Mientras, los otros concursantes a la Casa Presidencial carecieron de recursos en contraste con años anteriores, pues todo está en función de Bukele con apoyo casi total de los medios de prensa o eventos como Miss Universo, resaltan su figura.
A partidos como Arena y el Farabundo Martí no se les entregó como al oficialista, la deuda política que es un financiamiento público que está establecido en la Constitución para pagar los gastos de campaña. El doctor Óscar Picardo, director del Instituto de Ciencias, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia, opinó que el progreso de Bukele se debe al desencanto con las políticas públicas anteriores a su Gobierno y a un enfoque en cuestiones de seguridad, como el estado de excepción y los arrestos masivos.
Criticado por sectores de derecha, por la izquierda y pudiera decirse que por la mayor parte del espectro político, es difícil ubicarlo en corriente alguna, aunque es visto como un populista que tanto se acerca a Estados Unidos como a China, pero con un sello distintivo propio en su afán de conseguir resultados y publicidad, asevera Picardo.
En términos concretos, enfrenta desafíos económicos como la renegociación de la deuda externa, la inflación de los precios de los alimentos y la disminución de importaciones, exportaciones e inversión extranjera.
Pese a sus buenos números, recientemente la economía superó a la seguridad como mayor preocupación de la población, según una pesquisa denominada “Evaluación Ciudadana de la Gestión Municipal 2023”, del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), de la Fundación Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo).
Siete de cada 10 entrevistados estimaron que el costo de la vida aumentó en los últimos meses y la economía es su principal problema, aunque la seguridad no dejó de representar la principal carta del presidente para aspirar a reelegirse, una papeleta que acuñan las consultas.
Indudablemente el gobernante se encuentra en una posición sólida de cara a las próximas elecciones de febrero de 2024 a las que va la oposición, tanto de izquierda como de derecha, en total fragmentación ante el fracaso en unir fuerzas para enfrentarlo.
No se espera un voto de castigo y pese a su presunta inconstitucionalidad, Bukele debe tener otros cinco años de gobierno, y tal vez más si logra una reforma constitucional que permita presentarse sin reparos a siguientes elecciones, opinó el exmagistrado del TSE y de la Corte Suprema de Justicia, Miguel Ángel Cardoza.
Según la CEPAL desde 2019, cuando asumió, 200 mil personas cayeron por debajo del nivel de . La tasa pasó de 5.6 por ciento en 2019 a 8.7 en 2022.
Hay otros desafíos que se arrastraron durante todo 2023 como el aumento de los precios de los alimentos, la canasta básica llegó a 257 dólares en áreas urbanas, y una disminución en las importaciones, exportaciones e inversión extranjera que también tienen protagonismo y concluirán 2023 como serios retos.
arc/lb
*Corresponsal Jefe de Prensa latina en El Salvador.
