domingo 9 de noviembre de 2025

Victoria de Quifangondo permitió proclamar la República de Angola

La Habana (Prensa Latina) La victoria de las fuerzas cubano-angolanas en Quifangondo el 10 de noviembre de 1975 posibilitó la proclamación de la República Popular de Angola, gracias al rápido despliegue internacionalista de la Operación Carlota, ordenada hace 50 años por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Por Pedro Rioseco*

Colaborador de Prensa Latina

El 5 de noviembre de ese año, ante la escalada de los ataques a la incipiente revolución angolana por fuerzas de Sudáfrica y Zaire, la muerte de los primeros instructores militares cubanos y el pedido de ayuda del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) a quien pretendían impedir llegar al poder para impedir la independencia de Angola, Cuba decide apoyar con tropas.

De esa forma dio inicio la internacionalista Operación Carlota, nombre de una negra esclava de origen lucumí, quien encabezó una sublevación el 5 de noviembre de 1843 contra el colonialismo español en Cuba.

Esta operación estaba encaminada a impedir que los invasores tomaran Luanda antes del 11 de noviembre, fecha en que Agostinho Neto asumiría la presidencia de la naciente República tras vencer en larga lucha al imperio colonial portugués.

Desde el 4 de septiembre las fuerzas del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, un conocido agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), habían llegado al norte de Quifangondo.

Allí fueron detenidos en su avance por la novena brigada de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA), la mejor unidad angolana por ese entonces que recién se sumaba a los combates.

Con un contrataque de las FAPLA empujan a los invasores a 40 kilómetros de Luanda, pero el FNLA ataca de nuevo a finales de septiembre y son detenidos nuevamente en Morros da Cal, a escasos tres kilómetros de Quifangondo.

El enemigo seguía recibiendo refuerzos de Zaire -actualmente República Democrática del Congo-, con los cuales ataca el 23 de octubre Los Morros y desalojan de allí a la brigada angolana y a unos 40 asesores cubanos que se habían incorporado y eran los primeros internacionalistas en combatir en Angola.

Las fuerzas patrióticas se retiran a Quifangondo, una aldea en el centro de una amplia llanura pantanosa, donde se hacen fuertes. El 6 de noviembre el FNLA ataca de nuevo y es rechazado, pero la situación sigue siendo crítica para las FAPLA pues desde Zaire llegan fuerzas frescas y más armas norteamericanas, además de oficiales sudafricanos para dirigir las operaciones, junto a artillería pesada y dotaciones de ese mismo país.

El 4 de noviembre parte de La Habana un avión Britannia con unos 100 cadetes de la oncena graduación de la Escuela de Artillería “Camilo Cienfuegos”, quienes desembarcan en Brazzaville.

La mitad son destinados a Punta Negra y el resto a Luanda adonde llegan el 7 de noviembre e inmediatamente parten para Quifangondo, donde las fuerzas enemigas por el norte estaban a unos 20 kilómetros y solo se le interponían en su camino hacia la capital los defensores del río Bengo.

La agrupación que avanza por el norte en dirección Ambriz-Caxito-Luanda se hallaba bajo el mando político del cabecilla del FNLA, Holden Roberto, quien a inicios de noviembre había logrado agrupar importantes fuerzas dirigidas en lo militar por 26 oficiales surafricanos con asesoramiento de inteligencia de oficiales norteamericanos.

Las fuerzas invasoras para el 9 de noviembre están conformadas por tres batallones de infantería de Zaire con 1,209 hombres, 2,000 angolanos del FNLA y 120 mercenarios blancos en vehículos blindados AML-60 y 90, apoyados por artillería de largo alcance 130 milímetros (mm), unidades de aseguramiento y cuatro piezas de artillería de 140 mm surafricanas con dotaciones de ese propio país.

Quifangondo para ese mismo día estaba defendido por 850 combatientes FAPLA de la novena brigada, 200 katangueses, 88 cubanos (asesores y los artilleros arribados el día 7), y 120 cubanos más de Tropas Especiales, de los que habían acabado de llegar y estaban de reserva en la segunda línea por si la agrupación invasora rompía el frente.

Los cubanos operan la artillería de cañones antitanque sin retroceso SPG-9, morteros 82 mm y 120 mm. Las decisivas seis unidades reactivas BM-21, que llegaron el 7 de noviembre en el barco cubano “La Plata”, desembarcaron de forma oculta, fueron trasladadas inmediatamente a un bosque y emplazadas a menos de siete kilómetros del borde delantero del poblado de Quifangondo.

El 9 de noviembre el enemigo comienza un fuego de exploración con cañones 140 mm sudafricanos, lo cual hizo deducir al mando cubano que los contrarrevolucionarios y sus aliados se preparaban para un ataque decisivo, confirmándose al amanecer del 10 a las 04:50 horas, cuando comienza una preparación artillera que dura hasta pasadas las 09.00 horas y luego una ofensiva de infantería precedida por nueve vehículos blindados AML.

Las fuerzas conjuntas cubano-angolanas resisten heroicamente y con cañones sin retroceso SPG-9 logran destruir cuatro blindados.

La buena elección del lugar para enfrentar a las fuerzas enemigas y la voladura del puente por los zapadores, hace que su infantería tenga que atacar sobre un frente no mayor de un kilómetro de ancho, por lo que al abrir las fuerzas patrióticas un intenso fuego con morteros 82 mm y 120 mm en barrera, le ocasionan fuertes pérdidas.

En la retaguardia enemiga, los oficiales sudafricanos concentran las reservas en una granja avícola, para comprometerlas en el combate decisivo, pero la maniobra de agrupación fue detectada por la exploración cubana y trasmitida a la batería reactiva que se mantenía bien oculta; es entonces cuando por primera vez los BM-21 abren fuego en Angola.

Las masivas descargas de las conocidas “katiuskas” caen en medio de las tropas concentradas en la granja, causando pánico entre soldados y oficiales, y destruyendo blindados, trasportes y piezas de artillería, a medida que se acercaban al río Bengo. El enemigo, presa de pánico, huyó en desbandada.

Este hecho decidió prácticamente el combate, el cual cesa al huir en desbandada las tropas invasoras dejando en el campo más de 300 muertos y aproximadamente el 80 por ciento de los medios blindados destruidos.

Los combatientes cubano-angolanos no perdieron un solo hombre en aquella acción y ni uno solo de sus equipamientos fue destruido. La inteligencia norteamericana no pudo prever ni detectar la entrada en servicio de estos medios por las fuerzas cubanas, lo cual demostró lo acertado y oportuno de su traslado y ocultamiento.

Entre el 5 de noviembre de 1975 y el año 1991 alrededor de 300 mil cubanos participaron en la epopeya y unos dos mil perdieron la vida en la contienda, cuyos restos fueron repatriados a Cuba durante la Operación Tributo. Otros 50 mil colaboradores civiles cubanos también brindaron su aporte solidario a la gesta.

La Operación Carlota quedó registrada como una de las acciones más brillantes en la historia militar mundial y el nombre de la esclava rebelde al colonialismo español quedaría inmortalizado como símbolo de valentía y solidaridad entre los pueblos de África y Cuba.

arb/prl

*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Nicaragua y concurrente en El Salvador, Guatemala y Honduras durante 10 años; corresponsal jefe en República Dominicana, Ecuador y Bolivia. Creó y dirigió la Editorial Génesis Multimedia que hizo la Enciclopedia Todo de Cuba y 136 títulos más. Anteriormente, director del periódico Sierra Maestra en la antigua provincia de Oriente, ayudante del ministro de Cultura Armando Hart; jefe de la Redacción Internacional de la revista Bohemia con coberturas internacionales en más de 30 países y es autor del libro Comercio Electrónico, la nueva conquista. Dirige la revista Visión de la UPEC y es presidente de su Grupo Asesor.

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