Por Roberto F. Campos
De la redacción de Economía
Ese castillo forma parte del sistema de fortificaciones de la época colonial española y que representa una imagen clásica para postales, autorretratos o selfies y el panorama gráfico cubano.
El Castillo de San Salvador de La Punta, conocido popularmente como La Punta o Castillo de la Punta es ese escenario mencionado. Se alza a la entrada del puerto de La Habana.
Forma parte del primer sistema defensivo con que contó La Habana junto con el Castillo de la Real Fuerza y el Castillo de los Tres Reyes del Morro y se puede añadir a La Cabaña.
Estas tres fortificaciones aparecen en el escudo de la ciudad. El trazado de la fortaleza data de las últimas décadas del Siglo XVI, obra del ingeniero militar Bautista Antonelli.
La construcción estuvo a punto de ser detenida por impedimentos económicos y contradicciones entre Antonelli y las autoridades.
Después de una reparación capital, a finales del Siglo XX, se instaló en el castillo el Museo San Salvador de La Punta.
Fue declarado en 1982, Patrimonio de la Humanidad junto al centro histórico y al sistema de fortificaciones por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, las Ciencias y la Cultura (Unesco).
UN CASTILLO CON MUCHA HISTORIA
Durante la primera mitad del siglo XVI se prohibía en San Cristóbal de La Habana cortar leña en los bosques que rodeaban la villa y hacía imposible el acceso a ella desde la zona de la Chorrera, para evitar así crear nuevos caminos que pudieran servir a los piratas.
El 10 de octubre de 1550 el cabildo habanero acordó desmontar el camino entre la antigua fortaleza de Hernando de Soto hasta la Chorrera, para hacer más efectiva la artillería y a su vez, limpiar la manigua existente a las puertas del poblado.
Después del ataque del pirata francés Jacques de Sores, en febrero de 1556, se establecen velas (vigías) en la entrada de la bahía, por sotavento, en un lugar que ya nombraban la Punta. En 1565, mediante Real Cédula, se ordena construir un torreón que tendría seis piezas de artillería y una guarnición de 25 a 30 hombres.
El 21 de enero de 1567, Pedro Menéndez de Valdés, adelantado de la Florida y encargado de las defensas visita el emplazamiento, y el 27 de febrero de 1582, Gabriel de Luxán concluye las trincheras de defensa.
Así describen los historiadores este lugar que hoy se puede visitar y apreciar. Durante el período de Diego Fernández de Quiñones en la alcaldía habanera, se construye en La Punta una trinchera con una plataforma de fagina y tierra que un temporal destruye.
Para 1584 se erigió un fuertecillo de piedra y arena, donde se ubicaron ocho piezas de hierro colado.
En los proyectos de sistemas defensivos de las ciudades coloniales del Caribe, intervinieron el maestre Juan de Tejeda y el ingeniero militar Bautista Antonelli, quienes arribaron a Cuba el 2 de julio de 1587.
El plan defensivo estaba formado por el sistema de velas y señales de avisos, plataformas, trincheras, caminos cubiertos, puestos de observación de madera y torres.
DEFENDER A LA HABANA
El primer sistema defensivo de La Habana se sustentaría en tres edificios: el Castillo de la Real Fuerza, que ya estaba construido, el Castillo de San Salvador de la Punta a la entrada de la bahía, en sotavento, y el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro, en barlovento.
Los trabajos constructivos comenzaron en 1589. En 1593 ya la Punta se encontraba en condiciones aceptables.
A las primeras obras de Tejeda y Antonelli, agregó otras su sucesor Lorenzo de Cabreras. Pero en la noche del 29 de agosto de 1595 una tormenta destruyó gran parte del Castillo (la reconstrucción estuvo a cargo del ingeniero Cristóbal de Rodas).
En 1762, una flota inglesa atacó La Habana. La Punta, junto al Morro hizo frente a la escuadra británica sin que esta intentara forzar el puerto. El castillo resultó dañado luego de que los ingleses tomaran El Morro y dirigieran el fuego de sus baterías contra él.
Finalizada la dominación inglesa de La Habana, el ingeniero militar Silvestre de Abarca plantea la necesidad de reforzar la guarnición de La Punta con aproximadamente 300 hombres, y ante algún ataque enemigo, con 600, además de colocar dos o más compañías de infantería por la espalda de la fortificación.
A partir de 1763, La Habana comenzó a fortificarse por segunda vez: se replantearon las fortificaciones ya existentes y se construyeron otras, como la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, el Castillo Santo Domingo de Atarés y el Castillo del Príncipe.
En la Punta se instalaron cerca de 200 piezas de bronce de México y España. Durante el siglo XIX, el Castillo de San Salvador de la Punta mantuvo su forma.
Contaba con pabellón para el comandante, alojamiento para tropas, capilla, calabozos, almacén de pólvora, aljibe. Su guarnición en tiempos normales era de 60 hombres con sus oficiales, en condiciones extraordinarias llegaba a 70.
En 1821 se realizan algunas reparaciones. Al parecer la fortificación fue utilizada como prisión, quizás hasta la construcción de la cárcel en la década de 1830.
Desde la explanada de la Punta salían dos ramales del ferrocarril urbano de La Habana. El área exterior, cerca del baluarte de Antonelli, se utilizó como plaza de ajusticiamiento. En ese lugar fueron, en 1871, ejecutados ocho estudiantes de medicina.
Con el inicio de la guerra de independencia de 1868, se decidió construir en La Punta una gran batería con casamata. Se ejecutaron cuatro explanadas para igual número de piezas de artillería moderna.
En el siglo siglo XX La Punta tuvo diversas funciones, pues fue sede del Estado Mayor de la Marina de Guerra entre 1915 y 1953, y Puesto Naval entre 1953 y 1959. Después de 1959, se convirtió en Escuela de Milicias, y en la década del 70 fue sede del Instituto Cubano de Hidrografía.
Con la declaración del centro histórico y el sistema de fortificaciones de La Habana como Patrimonio de la Humanidad en 1982, se acometió la restauración del castillo, que abrió sus puertas como museo en abril de 2002.
En el 2003 el Castillo de la Punta fue Premio Nacional de Restauración. En abril del 2002 se concluyó un riguroso proceso de restauración y conservación donde se tuvieron en cuenta los criterios científicos más avanzados en esta actividad.
Los trabajos fueron realizados por un equipo multidisciplinario de especialistas de diferentes entidades rectorados por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Detalles sobre este lugar se pueden encontrar en las reseñas de Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964) y otros historiadores e investigadores cubanos.
Donde otrora aparecía un tupido bosque se levantó el Castillo de la Punta en La Habana, actualmente muy atractivo. Incluso, en su derredor, en la explanada de La Punta, en la actualidad, aparecen dos estatuas muy significativas.
Una se corresponde con Francisco de Miranda (1750-1816), inaugurada en 2007. Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, revolucionario, quien fuera político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano, considerado como el precursor de la emancipación americana contra el imperio español.
La otra rinde homenaje a Pierre Le Moyne d’Iberville et d’Ardilliéres (1661-1706), conocido también como El Caballero de los Mares, fue un marino, comerciante, militar, explorador y administrador colonial canadiense.
La figura en bronce para homenajear a Pierre Le Moyne d’Iberville fue colocada en la pequeña plaza mediante un evento como parte de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno y los festejos por el aniversario 480 de La Habana el 14 de noviembre de 1999.
De cualquier manera, la Punta y su entorno constituyen, además de un bello escenario, un espacio de historia y de constantes visitas de turistas interesados en conocer detalles y tomar buenas fotografías.
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