Por Ivette Fernández Sosa
Corresponsal jefe en Colombia
Desde inicios de año surgieron los temores de que el país neogranadino fuera descertificado, sobre todo por los roces entre ambas administraciones después de que el mandatario sudamericano inadmitiera el ingreso de un avión procedente de suelo norteño en el cual viajaban colombianos esposados de la misma manera en la que los esclavistas solían conducir a sus presas.
A menos de una semana de la llegada al poder de Donald Trump, por esa causa, ocurrió la primera crisis diplomática que tras algunas horas pareció apaciguarse, pero que el tiempo demostraría que estaba muy lejos de extinguirse.
El diferendo, más que palpable, desembocó en el anuncio del ingreso de Colombia a una lista de países que, según el gobierno norteño, no cooperan plenamente en la lucha antinarcóticos, lo que en la nación se conoce como descertificación y solo pasó una vez antes, durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998).
De manera acelerada todo fue cuesta abajo en las relaciones desde entonces, lo cual no es de extrañar si se toma en cuenta que tal designación es una espada de Damocles sobre el cuello del territorio neogranadino, que muy probablemente tendría que soportar consecuencias más graves que los de una simple denominación.
Consciente del peligro que representaba ser señalado como ineficaz en la lucha contra el narcotráfico, cuya excusa servía para agredir a Venezuela, Petro denunció las pretensiones de Washington y el peligro que suponían sus alardes de poder en el Caribe con el despliegue de una flota que solo se alista para una guerra.
En un podio de Naciones Unidas, acusó a Trump de asesino por matar a ocupantes de lanchas, sin que mediara investigación o juicio alguno por presuntamente transportar drogas, y por dar su apoyo a Israel en el genocidio que tiene lugar en Gaza.
La reacción de la delegación norteña, que abandonó la sala, fue la menor de las consecuencias que enfrentaría el jefe de Estado, quien acabó siendo despojado de su visa para permanecer en Estados Unidos después de participar en un acto en las calles de Nueva York donde afirmó que los militares debían desobedecer las órdenes si se les pedía apuntar sus armas contra la población civil.
Tras ese suceso, Trump lanzó un amplio repertorio de ofensas en su contra: lo llamó “líder del narcotráfico”, aseguró que retiraría las ayudas financieras, con las que desde hace años cuenta Colombia para pelear contra el tráfico de estupefacientes, y sancionó a Petro al incluirlo, junto con parte de su familia, en una lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Ya en ese punto, el mandatario neogranadino aseveró que los ataques iban más allá de un castigo por decir verdades.
“La magnitud del insulto de Trump a Colombia y a mí mismo ya no tiene el objetivo de alcanzar una estrategia eficaz antinarcotraficantes, sino afectar las elecciones de Colombia el año entrante, y en busca del triunfo de la extrema derecha, esa sí fuerte y probadamente ligada al narcotráfico, pero obediente en cuanto a invasiones”, manifestó en su cuenta de X.
ENSAÑAMIENTO DE EEUU EN TIEMPO DE ELECCIONES
Los comentarios de Petro coincidieron con la absolución en una corte de segunda instancia del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), quien en agosto pasado fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria por los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal.
Dos de los tres magistrados del Tribunal Superior de Bogotá desarmaron cada uno de los argumentos esgrimidos antes por la jueza Sandra Heredia y por los cuales hallaron culpable el exgobernante, en un proceso que acumuló más de 13 años de indagaciones y que ha transitado por diversas instancias del sistema judicial.
A juicio del articulista Omar Romero, el fallo constituye “un acto de resistencia de las viejas élites frente a un país que se mueve, inevitablemente, hacia un nuevo orden político”.
“Expresidentes como Álvaro Uribe, Iván Duque, Andrés Pastrana y sus operadores en Estados Unidos como el senador trumpista Bernie Moreno están alineados. Temen que el cambio no solo gobierne cuatro años, sino que trate de quedarse”, reseñó el comunicador en un comentario titulado El último intento del ‘establishment’ por detener el cambio en Colombia.
Dentro del gobierno norteño hubo señales de alegría tras la sentencia que absolvió al fundador del partido Centro Democrático, una de las colectividades en oposición al gobierno de izquierda.
“La justicia colombiana ha prevalecido tras la absolución del expresidente Uribe y años de caza política en su contra y su familia. #UribeInocente”, escribió el secretario de Estado, Marco Rubio, en su cuenta de X.
El apoyo a Uribe busca asimismo restar fuerza al respaldo que ostenta el progresismo de cara a las elecciones de 2026, y cuyo rostro más visible es hoy el senador Iván Cepeda, justamente la persona que más obstinadamente se enfrentó al expresidente en los últimos años y quien está acreditado como víctima en el proceso en su contra.
Aseguró el congresista que, a tono con su compromiso con la justicia, el dictamen será apelado mediante recurso de casación ante la Corte Suprema.
El legislador, reconocido por su carácter ecuánime y moral intachable, arrasó en la consulta del Pacto Histórico con el 65 por ciento de los votos en una jornada en la que acudieron a las urnas más de dos millones 750 mil personas, todo un hito si se toma en cuenta que se trata de un ejercicio interno realizado a más de medio año de los comicios presidenciales.
A juicio de Petro, el resultado del sufragio demostró que el Pacto Histórico tiene más seguidores que la mayoría de los partidos políticos en fechas de elecciones reales.
En otro de sus mensajes divulgado en su cuenta de la red social X, estimó que, gracias a Trump, “se consolida el Pacto como la primera fuerza política de Colombia”.
ESCENARIO COMPLICADO
Creer que la izquierda en Colombia tendrá por delante un camino fácil es más que un simple pecado de ingenuidad.
Las sanciones contra Petro pretenden tener un efecto disuasorio que cale en la ciudadanía y ya ocasionan sus primeros estragos dentro del propio país.
El ministro del Interior Armando Benedetti, también incluido en la lista OFAC, declaró que sus tarjetas MasterCard y Visa fueron bloqueadas.
Denunció que la acción constituye una represalia por su apoyo al presidente Petro, quien es el primer mandatario colombiano que entra en la lista desde su creación a mediados de los años 90 del pasado siglo.
Sin embargo, de la misma manera en la que un ave rapaz sobrevuela a su presa en señal de intimidación, el asedio estadounidense amenaza de manera constante con intensificarse.
De acuerdo con las declaraciones recientes del senador republicano Lindsey Graham, el presidente Trump planea informar a los miembros del Congreso sobre posibles operaciones militares futuras contra Venezuela y Colombia.
También contestó que sí a la pregunta sobre si la Casa Blanca planea ataques en tierra en ambos países.
Según afirmó Petro recientemente, la arremetida es una consecuencia a su negativa a ser dócil y ceder soberanía a cambio de apoyar posturas con las que no está de acuerdo.
El ahora candidato por el Pacto Histórico, Iván Cepeda, ha mostrado su respaldo invariable a esa decisión lo que, a juzgar por el escenario, le augura una carrera llena de obstáculos.
Tras haber mostrado músculo en su consulta, ya es prácticamente un hecho que la coalición de izquierda encontrará resistencia.
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