Por Orlando Oramas León
Corresponsal jefe en Uruguay
Pudiera ser la historia repetida de tantas personas que se operan en el Hospital de Ojos “José Martí”, en las afueras de Montevideo, desde donde presta servicios una brigada oftalmológica cubana pronta a cumplir 18 años en Uruguay.
Pero la de Ida sobresale porque ella tiene 101 años y con ganas de vivir muchos más. Es una de muchos pacientes de la doctora cubana Marisol Durán, nacida en la oriental provincia de Holguín y con doble especialidad médica: especialista en primer grado de Oftalmología y de Medicina General Integral, lo que habla del nivel de los expertos de la nación caribeña destacados aquí.
Resulta fruto de un convenio entre ambos países que data de 2007, en los albores de la Misión Milagro que, concebida por Fidel Castro y Hugo Chávez, dejó pasar luz a millones de ojos ensombrecidos por catarata, pterigión y otras afecciones de la visión en diversas latitudes.
La ruta profesional de la doctora Durán resulta espejo de la cooperación médica desarrollada por su país a nivel mundial, que le llevó dos veces a Venezuela (2006-2009 y 2021-2015), a la isla de Santa Lucía en el Caribe Oriental (2018-2023) y desde marzo del año pasado a esta tierra sudamericana.
La recuerdan en el hospital provincial holguinero “Vladimir Ilich Lenin”. Allí llegaba los viernes con sus pacientes desde Cueto, su municipio natal, con quienes regresaba ya operados y listos para ver más y mejor.
También la añoran en los departamentos venezolanos de Yaracuy y Lara, y en la clínica popular “José Martí” de Carabobo. Lo mismo las viejitas que hablaban creole en el hospital público Victoria, de Castries, la capital de Santa Lucía.
Los destinos de Marisol Durán e Ida Gigiotty se cruzaron aquí en una de tantas pesquisas que realizan los galenos de la isla antillana en distintos puntos de la geografía uruguaya.
Nosotros buscamos los pacientes, muchas veces a través de la Organización de Asociaciones Nacionales de Jubilados y Pensionistas (Onajpu) dice Durán en entrevista con Prensa Latina.
Con Ida pasa lo que nos sucede con muchos otros pacientes de la tercera edad. Debieron haber sido detectados y tratados con 20 años de antelación para tener una calidad de vida superior, afirma la experta.
En los últimos tiempos he operado pacientes de más de 90 años y tengo programada una intervención quirúrgica a una de 103 años. Es gratificante que al otro día de operados manifiestan el deseo de volver al salón quirúrgico y salvar el otro ojo, continúa.
La doctora califica de maravilloso ese instante en que se destapa el parche y estrenan nueva vista. “Incluso para aquellos que por diversas causas previas no pueden solucionar el 100 por ciento de sus afecciones, como ocurrió recién con una muchacha con dolencia de retina y que mucho agradeció el cambio”.
YA NO SE QUEMA
Tengo una historia de Venezuela -relata Marisol- que siempre hago. Era una señora a la que no quería operar en su momento pues no tenía condiciones técnicas si se presentaba una complicación.
El equipo necesario estaba roto. Tenía una condición ante la cual yo necesitaba tener a mano el equipo para cortar el vítreo ocular. Venía de otro estado venezolano, adonde habían llegado referencias de mi trabajo.
“Ella me decía, ´opéreme como sea, no tengo nada que perder´, y me enseña el antebrazo con marcas de quemaduras. ´Es que cuando prendo la estufa paso la mano para sentir si encendió porque no veo”.
Me convenció, dice la cirujana antillana. “Le operé los dos ojos y ya no se quema”.
MISIÓN MILAGRO URUGUAY
La doctora refiere el agradecimiento de los uruguayos al quehacer de los brigadistas cubanos. “Nosotros operamos de lunes a viernes. El sábado vamos a las pesquisas, incluso hasta los departamentos fronterizos con Brasil”. Allá en el extremo norte, en Artigas, fue la primera, más de siete horas de camino.
Subraya la importancia de las pesquisas. Muchas veces el resultado de nuestro trabajo depende de otras especialidades, apunta. Explica que en el proceso preparatorio de las intervenciones quirúrgicas salen a relucir numerosos casos de diabetes, hipertensión y otras enfermedades asociadas a la edad.
También me gustan las pesquisas porque tengo la oportunidad de conocer el país. Cuando llegamos a las localidades nos acogen con mucho cariño y alusiones a Cuba, con buen nivel de información, abunda.
Recuerda en particular una pesquisa en la colonia de emigrados rusos de San Javier, departamento de Río Negro. En esa comunidad nació el doctor Vladimir Roslik, recordado como el último desaparecido de la dictadura militar en Uruguay, en abril de 1984.
Allí llegamos luego de las seis de la tarde. Aun nos esperaba la totalidad de pacientes que habíamos citado. Ellos tenían muchas ganas de conversar con nosotros, incluso sobre la historia de Cuba, rememora.
Subraya que la población conoce del tema oftalmológico y sabe la diferencia entre la cirugía tradicional y láser. Muchas veces reclaman la segunda opción y es preciso explicarles el porqué se usa una técnica o la otra.
La doctora sonríe cuando le pregunto si cree ser “rápida y segura” en su labor. “La rapidez la he aprendido por los años. Sin me preguntas cuántas operaciones tengo no sabría decirlo con exactitud. En mi primera misión en Venezuela comencé a llevar una estadística diaria pero luego fue imposible. Eran muchas. Hoy -dice sin asomo de vanaglorio-, suman cientos de miles.
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