Por Waldo Mendiluza
Corresponsal jefe en Francia
Nombrado por el presidente Emmanuel Macron el 13 de diciembre, su aliado y líder del partido Movimiento Demócrata sustituyó al censurado Michel Barnier, quien no llegó a los 100 días en Matignon, lo cual ratificó el tenso panorama político imperante en suelo galo desde las elecciones europeas del año pasado. Bayrou impuso un récord en el último mes del 2024, al convertirse en el cuarto primer ministro de ese año, una cantidad sin precedentes en la V República, la cual comenzó en 1958.
En su discurso de política general ante los diputados a mediados de enero, el jefe de Gobierno realizó ofrecimientos al Partido Socialista (PS) y al identificado con la extrema derecha Agrupación Nacional (RN), una estrategia encaminada a protegerse de una rápida censura.
A los socialistas les propuso someter a un proceso de revisión la polémica reforma de la jubilación, una norma puesta en vigor por Macron en 2023, pese al rechazo que generó en la sociedad, en particular la extensión de la edad de retiro de 62 a 64 años.
La izquierda exige que se elimine la reforma y Bayrou accedió a debatirla sin tabúes para mejorarla con la participación de los actores sociales, como los sindicatos y las patronales.
A RN le ofreció en su discurso en la Asamblea Nacional impulsar en su gestión una política de control y regulación de la inmigración y valorar la proporcionalidad en los comicios legislativos.
La maniobra funcionó, y la moción de censura promovida por La Francia Insumisa (LFI) con el apoyo de comunistas y ecologistas fracasó en el hemiciclo, donde solo recibió 131 votos a favor, muy lejos de los 289 requeridos para que el actual gabinete corriera con la misma suerte que el encabezado por Barnier.
Tanto los socialistas como los partidarios de la varias veces candidata presidencial Marine Le Pen se disputan la condición de fuerza clave en el hemiciclo, donde el oficialismo perdió su mayoría absoluta hace más de dos años.
Sin embargo, nada garantiza a Bayrou una larga estancia en Matignon, ya que el primer secretario del PS, Olivier Faure, le advirtió que no tiene un cheque en blanco y que la censura podría llegarle si no avanza en los cambios en la reforma de la jubilación.
Desde la extrema derecha los llamados de atención también abundan, partido que ha fijado su línea roja en las discusiones del Presupuesto del Estado para el 2025, norma que exige respete el bolsillo de los franceses, de los que presume ser un vocero, aupado por los buenos resultados en los comicios europeos y los legislativos del año pasado.
RN criticó el discurso de Política General del primer ministro y lo amenazó con seguir de cerca su desempeño, de lo que dependería su apoyo o no a una futura moción para derrocarlo.
Los insumisos acusaron a los socialistas de dinamitar el bloque de la izquierda Nuevo Frente Popular y prometieron en voz de su líder Jean-Luc Mélenchon que Bayrou “no pasará del invierno”.
Es sólo un aplazamiento, el gobierno de Bayrou caerá en unos días o en unas semanas, aseveró el coordinador de LFI, Manuel Bompard, tras el fracaso de la censura el 16 de enero. El resto del mes transcurrió desde entonces en relativa calma, con la mira en el proceso activado por el primer ministro para debatir transformaciones en la reforma de la jubilación, con sindicatos poderosos como la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) motivada por el diálogo, pero la también influyente Confederación General del Trabajo (CGT) escéptica, aunque ambas coinciden en pedir la anulación de la edad de retiro a los 64 años.
OBJETIVO MACRON
No hay dudas de que Bayrou camina sobre una cuerda floja, pero al fin y al cabo la figura del primer ministro resulta perfectamente sacrificable, hecho demostrado por los cuatro nombrados o ejercieron el puesto durante el 2024 (Élisabeth Borne, Gabriel Attal, Barnier y Bayrou) o los seis bajo la gestión de Macron (se suman Édouard Philippe y Jean Castex).
Para muchos, el verdadero blanco es el jefe del Estado, a quien algunos exigen la renuncia en el actual panorama de inestabilidad política e inquietudes por el futuro de la nación.
Macron descarta dimitir y ya ha manifestado varias veces que terminará su segundo mandato en 2027, año en el que están previstas las elecciones presidenciales.
En declaraciones al diario Le Parisien, Mélenchon y Le Pen evocaron el adelanto de los comicios, en los que ambos serían competidores de peso, el primero apoyado por unos y rechazado por otros dentro de la izquierda y la segunda figura indiscutible y presidenciable de la extrema derecha.
Para el insumiso, el impasse político en Francia solo puede resolverse con unas elecciones presidenciales anticipadas, en las que estimó como principales rivales a su campo y a la extrema derecha.
Por su parte, Le Pen consideró que el mandatario “estaba terminado, o casi”, al precisar que se prepara para una cita en las urnas, sin mencionar fechas.
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