miércoles 18 de diciembre de 2024
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A tres años de la operación militar especial en Ucrania

Moscú (Prensa Latina) El presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó en febrero de 2022 la operación militar especial en Ucrania para evitar un genocidio de Kiev en Donbass y garantizar seguridad nacional ante el presunto el avance de la OTAN.

Por Germán Ferrás Álvarez

Corresponsal jefe en Moscú

Muchos expertos vaticinaron un conflicto de corta duración ante los rápidos avances de las tropas rusas que ocuparon gran cantidad de territorio e incluso llegaron a las puertas de la capital ucraniana.

Y si bien, esos inicios condujeron a conversaciones y a la pérdida por Ucrania de dos provincias más, Occidente convenció al presidente Vladimir Zelenski de luchar hasta el último hombre como resultado de lo cual siguen las hostilidades y hoy pocos prevén el fin de los enfrentamientos.

Todo dependerá si Rusia garantiza su seguridad.

Más allá de buscar un entendimiento, las autoridades ucranianas motivadas por la retirada rusa de lntal, provincia de Jersón, y avances en la región de Járkov, abrigaron la esperanza de Kiev de que podían propinarle una derrota estratégica a Rusia y apostaron por la continuidad de los enfrentamientos.

Las donaciones de armamento occidental que, una y otra vez, traspasaron las líneas rojas trazadas por Moscú, unido a la preparación del personal militar de Kiev en campos de entrenamientos de la organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), nublaron la mente de ideólogos y militares ucranianos sobre la posibilidad de derrotar a Rusia.

Además, desde el mismo inicio del año se anunció con bombo y platillo una contraofensiva de Ucrania para recuperar el terreno perdido en los primeros meses de 2022.

La exposición de la técnica más avanzada de Occidente en las distintas ciudades de la inmensa geografía rusa, un equipo destruido y chamuscado por las armas rusas, fue el vívido ejemplo de los resultados de esa contraofensiva.

Los 12 meses del año 2024 se han caracterizado por encarnizados combates durante los cuales las tropas rusas destrozaron la técnica occidental y causaron una enorme sangría del ejército ucraniano.

LA LINEA DEL FRENTE SE MUEVE HACIA EL OESTE

Guerra de desgate o de posiciones, así llamaron muchos en Occidente a los enfrentamientos en el este ucraniano hasta finales de 2023.

Sin embargo, en el agonizante 2024 se observa un panorama diferente, con los avances del ejército ruso.

Muchos expertos apuntan que, salvo en la línea de contacto que lleva el grupo de tropas en el río Dniéper, la frontera natural que es esa vía de agua, en todas las demás agrupaciones los avances han sido significativos.

Por solo citar un ejemplo en los meses de otoño (septiembre-noviembre) las unidades rusas ocuparon 88 asentamientos poblacionales en las repúblicas de Lugansk y Donetsk así como en las provincias de Zaporozhie y Járkov.

Si en 2022 se habló de la batalla de Mariopol y en 2023 de Artiomovsk (llamado Bajmut por los ucranianos), en el actual se suman a la lista los combates por importantes enclaves ucranianos en el Donbás como Avdiivka, Marinka, Kurajove, Ugledar y Yasov Yar, puntos que fortificaron por espacio de más de nueve años.

Han sido combates encarnizados, casa por casa, calle por calle, pues ambos bandos apostaron a todo.

En los años de contienda, las autoridades rusas han engrasado su maquinaria bélica y sobre todo su industria de guerra, adormecida durante los años de Eltsin, pero reimpulsada desde el 2000, y no solo rescataron su productividad, sino también su capacidad de producción e invención.

Recientemente el flamante ministro ruso de Defensa, Andrei Beloúsov, informó que Rusia sola, produce al año más municiones que todos los estados de la OTAN juntos.

EL CRASO ERROR DEL MANDO UCRANIANO

Aupado por sus patrocinadores occidentales, el mando militar ucraniano, que desestimó emprender otra posiblemente desastrosa contraofensiva, decidió invadir la provincia rusa de Kursk, pese a pérdidas en el Donbás.

Las lecturas de esa acción realizada en los primeros días de agosto, a los dos años y medio de iniciado el conflicto, son varias. Muchos lo calificaron como una acción audaz para obligar a Rusia a conversar en base al intercambio de territorios.

Además los militares ucranianos pretendían hacerse también con la central nuclear de Kursk, y que Rusia desviara tropas de su ofensiva en el frente del sur ucraniano.

La realidad es que Kursk se convirtió y aún lo es en una nueva picadora de carne. Ya a inicios de diciembre, Rusia había recuperado la mayoría del territorio invadido y ocasionado unas 40 mil bajas al enemigo e innumerables pérdidas de maquinaria de combate.

Además el objetivo de que Moscú moviera tropas y frenara el avance en toda la línea de contacto no se cumplió. La ofensiva rusa continúa y mucho más exitosa que hasta entonces.

La invasión de Kursk quizás pudo cambiar la narrativa sobre la guerra, porque Kiev logró mantener el interés en los suministradores de su armamento, cuando en muchas capitales occidentales comenzaban a aparecer síntomas de cansancio por la extensión del conflicto y la ineficiencia de las sanciones contra Rusia.

UN NUEVO PLAN DE PAZ DE ZELENSKI

Al igual que en ocasiones anteriores, el presidente de Ucrania, anunció un plan de paz, que denominó “Plan victoria”, en tanto que, a su criterio, se fortalecería Ucrania y obligaría a Rusia a sentarse en la mesa de negociaciones.

Zelenski intensificó los preparativos para posibles negociaciones con Moscú en previsión de un cambio en la política estadounidense tras el triunfo de Donald Trump en los comicios presidenciales en la nación norteña, quien amenazó con no seguir las políticas de su predecesor para el país eslavo.

Además, los triunfos de las fuerzas rusas también han acelerado su decisión, de un plan, que tiene algunos puntos secretos, pero que todos deducen que son la aceptación de las líneas rojas impuestas por Moscú.

En el plan de paz se distinguen claramente cuatro puntos que son la esencia misma del proyecto condenado al fracaso desde su creación por obviar los aspectos que Rusia considera esenciales para su seguridad. El primero de esos puntos es la exigencia ucraniana a sus aliados occidentales de garantías de defensa mutua, similares a las que tiene la OTAN, en segundo lugar está afirmar que el éxito de la incursión armada en el territorio ruso de Kursk cumple el objetivo de desviar recursos de los rusos, y que sirva para intercambiar territorios.

Igualmente, exigir el armamento solicitado como misiles de largo alcance para atacar objetivos militares en Rusia y por último la reconstrucción de la economía ucraniana junto con sus socios occidentales.

Este plan igual de irrealizable que el anterior no llevará la paz a Ucrania.

Los puntos de Moscú para un diálogo los anunció Putin el 14 de junio, que incluyen la retirada de todas las tropas ucranianas de las regiones que hoy pertenecen a la Federación de Rusia (Donetsk, Lugansk, Zaporozhie y Jersón) y la renuncia de Ucrania a su integración en la OTAN.

UN ENFRENTAMIENTO DE RUSIA CONTRA LA OTAN

En el transcurso de este año, Rusia reiteró que no está en guerra con su vecino, por lo cual no ha empleado a fondo todo su potencial militar, sólo aspira a cumplir los objetivos de la operación militar especial.

Es cierto que el enfrentamiento podría haber terminado hace mucho, cuando todos pensaron que Ucrania avanzaría en las conversaciones con Rusia, pero los intereses de la OTAN, y en primera instancia de Washington se lo impidieron.

Rusia se enfrenta en Ucrania a la OTAN que a la vez ha trazado una política de hasta el “último ucraniano” en su afán de imponer sus intereses, sin importarle para nada el destino de la nación eslava que usan como ariete contra Moscú.

Cada ocasión los aliados occidentales de Ucrania dan una nueva vuelta de tuerca en su presión contra Rusia, y traspasan una y otra vez las líneas rojas, la última de las cuales era autorizar a Kiev a emplear sus misiles de largo alcance para atacar el territorio ruso, so pena de una respuesta significativa de Rusia que podría hasta emplear armas nucleares.

En cualquier caso, Moscú respondió a los dos primeros de esos ataques con el empleo de un hasta el momento desconocido sistema de misiles Oreshnik (avellana) hipersónico de mediano alcance, capaz de desarrollar velocidades de hasta 10 match.

El golpe del misil Oreshnik con solo el empleo de la energía cinética destruyó por completo el complejo industrial de Yushmash, en Dniépropetrovsk, una de las principales instalaciones productoras de cohetes, edificada en la época de la Unión Soviética.

Con este solo lanzamiento, Rusia detuvo, al menos temporalmente, las mentes calenturientas de aquellos que piensan asestarle una derrota estratégica al gigante euroasiático.

En los momentos actuales y repasando los resultados del conflicto en los últimos 12 meses, existe la certeza que Ucrania, más allá de no lograr una victoria Rusia, se encamina a una segura derrota.

arc/gfa

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