Por Alberto Salazar
Jefe de la Redacción Asia y Oceanía
Los cubanos tienen la suficiente fuerza moral y espiritual para mantener arriba el ánimo en medio de cualquier circunstancia, dijo.
En la nueva misión que se me asigne estaré siempre pendiente de las noticias sobre este admirable país y lo haré con mucho cariño y con recuerdos maravillosos, aseguró el diplomático en entrevista con Prensa Latina.
Prensa Latina (PL): Cuando a mediados de 2021 usted asumió como embajador de Japón en Cuba seguramente lo hizo con un nivel de expectativas sobre el trabajo que tenía por delante. Finalizada su misión, ¿cree que cubrió plenamente sus expectativas o siente que le faltó alguna cosa por hacer?
Hirata Kenji (HK): Primero que todo debo decir que me sorprendió el afecto, el interés que tienen muchos cubanos por nuestro país, por nuestra cultura…
Me encontré con que existen grupos de manga y anime, de judo, karate y otras artes marciales, de bonsái… Sus integrantes han sido aliados naturales y las relaciones con ellos me facilitaron mucho el trabajo.
Y sí, llegué con el deseo de alcanzar varias metas. Algunas situaciones sobrepasaron mis expectativas y en otras áreas no pude avanzar mucho, pero se debió en gran medida a la complicada situación de la economía cubana.
En los años 70 Japón fue el segundo socio comercial de Cuba, pero ahora el ambiente de negocios es más difícil y no pudimos avanzar mucho en relaciones comerciales. En verdad la coyuntura no me favoreció, pero espero que la economía cubana se recupere y que nuestros vínculos comerciales avancen progresivamente hacia los niveles de antes.
PL: En Cuba se ejecutan numerosos proyectos patrocinados por Japón. Algunos ya estaban en marcha cuando usted llegó y otros se iniciaron durante su mandato aquí. Entre todos esos proyectos, ¿hay alguno por el que siente un afecto especial?
HK: Llegué a la isla en plena pandemia de Covid-19 y la situación era difícil. Incluso no pudimos realizar la tradicional ceremonia de ofrenda floral en el Parque Central, así que fui testigo del enfrentamiento a la enfermedad, una tarea que se cumplió de manera ejemplar para el mundo gracias al liderazgo del gobierno cubano y a la disciplina de los ciudadanos.
En medio de esa situación se necesitaba una serie de equipos, jeringuillas y cadenas de frío… Entonces, en un proyecto conjunto con Unicef, donamos frigoríficos portátiles para trasladar vacunas a varios policlínicos y nos sentimos orgullosos de haber ayudado en la campaña de vacunación.
Es algo de lo que me siento particularmente satisfecho porque participé personalmente desde el principio del proyecto hasta su culminación.
PL: En su consideración, ¿habrá en los años venideros una mayor presencia de Japón en Cuba, ya sea por vía de la cooperación, del turismo, de la cultura, de los intercambios pueblo a pueblo?
HK: Esa es nuestra voluntad, pero de momento, dada la situación de la economía cubana, lo que estamos haciendo es intentar mantener los vínculos existentes a la espera de una coyuntura más favorable.
Además, ayudar a acercar esa coyuntura. Por ejemplo, hace unos meses viajé a la Isla de la Juventud con el primer ministro (Manuel) Marrero para donar un sistema de estabilización de la electricidad que pudiera combinarse con la generación de energía con paneles solares y otros grupos electrógenos. La experiencia servirá de modelo cuando Cuba invierta más en esa área.
PL: Pese a las diferencias en sistema político, nivel de desarrollo y otras, ¿hay experiencias japonesas -sean económicas o de otro tipo- aplicables en Cuba?
HK: El Japón en 1945 no es igual al de hoy. Nos levantamos de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial para reconstruir nuestra economía, así que por esa y otras razones los contextos son muy distintos y quizás nuestras experiencias no son aplicables directamente. Pero sí hay cosas que podemos compartir con Cuba.
A través de JICA, nuestra agencia de cooperación internacional, estamos invitando a funcionarios cubanos a visitar Japón para que vean nuestras instalaciones y conversen con nuestros expertos. Lo estamos haciendo en áreas como agricultura, energía, transporte, salud y medio ambiente.
Quizás también podríamos ofrecer a consideración de la parte cubana el sistema de asignación de divisas que implementamos hasta 1964, cuando Japón no tenía muchas divisas.
El Ministerio de Comercio Internacional e Industrias fue autorizado entonces a asignar divisas a los sectores más priorizados para levantarlos. Esa es una experiencia que quizás podría ser útil a Cuba.
Otra es la de las Mipymes. De hecho, llevamos un año ejecutando un proyecto de apoyo a la política de las Mipymes mediante el envío de asesores y la visita de expertos cubanos a Japón para que aprendan de nuestros éxitos y fracasos.
PL: La presencia de Japón en Cuba es de larga data y una de las razones de los sentimientos de los cubanos hacia la Tierra del Sol Naciente. Tenemos entendido que una de las cosas que más le sorprendió a su llegada fue la existencia de tantos grupos amantes de la cultura japonesa. ¿Es así?
HK: Es increíble la dedicación, la pasión de los grupos culturales para seguir realizando sus actividades en medio de tantas dificultades, de tan escasos recursos. Lo logran invirtiendo mucho tiempo y entusiasmo, e incluso dinero personal.
Queremos acompañar esos esfuerzos y, por ejemplo, hemos canalizado una donación de instrumentos a la Asociación Nacional de Kendo para facilitar y estimular la práctica de ese arte marcial japonés.
También continuaremos apoyando a la comunidad nikkei en Cuba (descendientes de japoneses), que se concentra en la Isla de la Juventud y en La Habana y ha sido, en verdad, una gran contribuyente al respeto y los buenos sentimientos de los cubanos hacia nuestro país.
En la Isla de la Juventud, por ejemplo, se habla mucho de las prácticas japonesas de cultivo del melón, de la sabiduría y del esmero que ponían los agricultores japoneses en esas faenas.
El año pasado celebramos el 125 aniversario de la llegada del primer inmigrante japonés a Cuba y ese será siempre un motivo de celebración porque ellos y sus descendientes pueden considerarse la semilla de nuestra amistad y de nuestras buenas relaciones.
arb/asg