Por Mariela Pérez Valenzuela
Corresponsal jefe en República Dominicana
La Empresa estatal proveedora de servicios eléctricos en la región Sur del país (Edesur), notificó que en junio pasado unos 134 mil usuarios utilizaban esa opción y la tendencia apunta a un crecimiento.
Ese programa es similar al prepago de telefonía móvil. El cliente adquiere una cantidad de kilovatios-hora (KW/H) y en la medida de su consumo, el saldo se descuenta y cuando llega a cero, el suministro se suspende de manera automática. Entonces, es preciso una nueva recarga para recibir de nuevo lo que muchos llaman “el alumbrón”.
Tal posibilidad, válida en el sentido de que los interesados pueden administrar el uso de la energía, elimina la facturación mensual, también tiene otra lectura: la desigualdad existente en la sociedad dominicana.
NO TODOS PUEDEN DISFRUTAR DEL SERVICIO LAS 24 HORAS
Si bien constituye una facilidad porque, argumenta Edesur, también hay una mayor transparencia en la medición, lo cierto es que la mayoría de la gente se ve obligada a adaptar el gasto a su presupuesto y comprar solo la cantidad de KW/H que puede costear.
Algunos descartan el uso de electrodomésticos, por lo que esa situación plantea interrogantes sobre la equidad en el acceso a servicios básicos.
Quienes no pueden disfrutar de la prestación los 365 días del año calculan, suman y restan para al menos garantizar el funcionamiento de refrigeradores y otros equipos imprescindibles como ventiladores –a determinadas horas- en un país con altas temperaturas.
TARIFA REGULADA
La tarifa de precios, regulada por la Superintendencia de Electricidad, contempla diferentes montos de forma escalonada en función a la compra.
Lo anterior obedece a que parte del precio es subsidiado por el Estado para los clientes con consumos inferiores a los 700 KW/H mensuales, pero si sobrepasa ese límite deben devolver el subsidio otorgado.
Para la venta de energía mediante este sistema la empresa dispone de una plataforma, ahora en fase de perfeccionamiento con la incorporación de tecnología avanzada para la medición, venta, monitoreo y gestión del consumo, según informó Edesur.
Si bien la energía prepago constituye una solución factible, pero remedial, también advierte sobre las disparidades económicas existentes en la República Dominicana, donde un servicio que debe entenderse como un derecho, se convierte en lujo para un número nada despreciable de la población.
APAGÒN DOMINICANO
Quienes están al día en sus cuentas de igual manera sufren apagones, a causa de los cortes del servicio a cualquier hora del día o de la noche, en ocasiones sin planificación, ni aviso.
Hay diferentes motivos, pero el gobierno insiste en que las temperaturas están muy altas y se utilizan más los equipos de enfriamiento y refrigeración.
A una eventual sobrecarga en las plantas distribuidoras de energía se une que estas ya pasaron su vida útil (1970) y por tanto precisan de un reemplazo urgente.
El sistema eléctrico nacional está lejos de poder responder a la alta demanda de la población, opinó el presidente del Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (CUED), Celso Marranzini, quien pidió a los dominicanos tener paciencia ante los apagones.
Aunque no menos importante, más que el plan para la modernización y eficiencia del sector de distribución eléctrica presentado por Marranzini en la Cámara Americana de Comercio, lo que más interesa y preocupa hoy a la ciudadanía son los cortes imprevistos, cuando los termómetros se disparan.
El referido plan, diseñado con el apoyo del Gabinete Eléctrico, se enfocará en la reorganización de las empresas distribuidoras, con el objetivo de reducir las pérdidas técnicas y comerciales, modernizar la infraestructura y asegurar una gestión transparente y eficiente.
Ese programa de recuperación prevé una inversión superior a los 650 millones de dólares asegurados por organismos multilaterales destinados a la modernización de las redes y la expansión de la infraestructura.
Marranzini precisó que hay un círculo vicioso en torno al sector eléctrico formado por ineficiencia y fraude, pérdidas, déficit financiero, carencia de recursos para la inversión y el mal estado de las redes eléctricas.
En su discurso de toma de posesión, en agosto pasado, el reelecto presidente Luis Abinader, sostuvo que el talón de Aquiles del sistema eléctrico nacional lo siguen siendo las distribuidoras.
Abinader anunció que está en marcha una transformación profunda para reducir las grandes pérdidas.
Mientras tanto, al aumento en la factura del servicio eléctrico que incomoda hoy a los dominicanos, se suman los apagones en medio de una ola de calor, y sobre todo, el interesante debate que genera en la sociedad el acceso a la energía: ¿derecho o lujo?
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