Por Jorge Petinaud Martínez
Corresponsal jefe en Bolivia
El texto publicado en diversas plataformas digitales enfatiza en las “características sorprendentemente similares” de lo ocurrido en Chile en 1973, apenas tres meses antes de que el general Augusto Pinochet asumiera el poder por la fuerza a costa de la vida del presidente Salvador Allende.
Refiere Anibarro que, en una fecha casi análoga, el 29 de junio de 1973, el Gobierno de Allende sufrió un ataque posteriormente conocido como el “Tanquetazo”, por el uso de este tipo de blindados y otros vehículos en la ejecución.
“¿En qué radica la importancia de esta similitud? En que, a solo tres meses de ese fallido intento, se dio el golpe de Estado de Augusto Pinochet”, sostiene el autor.
La narrativa instalada en aquel entonces fue que el Tanquetazo había sido protagonizado por militares no del todo en sus cabales, y que el verdadero peligro eran los trabajadores armados con la venia del Gobierno.
En el caso boliviano -advierte Anibarro-, la narrativa que buscan instalar, tanto sectores de la izquierda como la oposición, es que se trató de un “autogolpe” organizado para incrementar la popularidad del mandatario, una afirmación peligrosa, la cual llevaría a ignorar las múltiples amenazas reales del momento actual hacia la democracia en el país andino amazónico.
Describe que dos fueron los protagonistas de un mismo papel en distintos tiempos : el teniente coronel Roberto Souper, en el caso chileno, y el general Juan José Zúñiga, en el boliviano.
Ambos se habrían decidido por un golpe de Estado al ver que serían relevados de sus cargos, en el primer caso por formar parte en una conspiración, y en el segundo por polémicas declaraciones políticamente deliberantes, algunas contra el expresidente Evo Morales.
Los dos acontecimientos se dieron en un contexto en el cual el alto mando militar había perdido confianza en su gobierno y viceversa, algo que puede verse claramente, en el caso boliviano, por el hecho de que el presidente Luis Arce ha cambiado seis veces al alto mando en lo que va de su gestión gubernamental.
ESTADOS UNIDOS
Otro elemento común es la participación de los Estados Unidos, en Chile por órdenes del presidente Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, quienes influyeron decisivamente en grupos opositores contra Allende, y de quienes se dice que apoyaron y financiaron el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
“En Bolivia, esta participación tendría un nombre: Debra Hevia, encargada de negocios que llegó al país generando susceptibilidad por su apoyo a la oposición y su posible contribución en la gestación de un golpe”, sostiene el analista.
Respecto a este criterio, advierte que está respaldado por el hecho de que el atentado encabezado por Zúñiga contra la democracia ocurrió apenas a unos días de una reunión sostenida entre el presidente Luis Arce y su par de Rusia, Vladimir Putin.
En ese encuentro fueron tratados temas relacionados con la cooperación internacional y el litio boliviano, un recurso muy apetecido por el país del Norte en un contexto de cambio de la matriz energética mundial hacia la electromovilidad.
Igualmente se abordó la incorporación de Bolivia al grupo Brics+ (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros Estados de economía emergente), impulsores de un orden multipolar y antihegemónico.
El propio presidente Arce alertó en reiteradas ocasiones respecto a una guerra híbrida en marcha contra el Estado Plurinacional en medio de expresas intenciones de Washington de adueñarse de la explotación e industrialización de la mayor reserva certificada de litio del planeta (23 millones de toneladas).
Recuerda el analista que, en esta línea, en julio de 2022, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, expresó públicamente su preocupación por una supuesta injerencia de China y Rusia en Latinoamérica, sobre todo en lo que se conoce como el “Triángulo del litio” (Argentina, Bolivia y Chile).
En esa y demás ocasiones al referirse a ese y otros recursos de la región, la general de cuatro estrellas empleó el verbo “tenemos”.
FRENTE A LOS GOLPISTAS
En su análisis, Anibarro subraya que en el golpe boliviano tanto el dignatario Arce como el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, se atrevieron a salir a hablar y encarar al general Zúñiga.
Indica que una actitud similar asumió en 1973 el general Carlos Prats, quien valientemente logró aplacar el “Tanquetazo” chileno al salir a dialogar con los comandantes sublevados, acción que pudo costarle la vida.
El 29 de junio de 1973, pasado el mediodía, la intentona golpista quedó sofocada, y Salvador Allende salió a agradecer a la población y a las tropas leales su férrea defensa, algo que hizo Arce al final de la tarde de este 26 de junio.
Sin embargo, refiere Anibarro, entre estas similitudes están presentes también serias diferencias.
Destaca entre ellas el hecho de que en la actualidad la comunicación es instantánea y esto posibilitó que, en cuestión de minutos, esa intentona fuera conocida a nivel mundial, y que la plaza Murillo se llenara de personas indignadas ante la posibilidad de la instauración de una dictadura castrense.
Considera el analista que lo mismo sucede con la decisión de usar balines y no balas, algo que sabían ocasionaría indignación general y el repudio de la opinión pública boliviana.
En 1973 “eso fue resuelto fácilmente: los militares chilenos asesinaron a los periodistas, corroborando esto está la indignante imagen de un militar que dispara y mata a un periodista cuando grababa los hechos y terminó inmortalizando su propia muerte”, escribe el analista.
Rememora que, finalmente tras todos estos sucesos, Pinochet abrazó a Prats y lo felicitó por su labor, y ese mismo militar traidor tres meses después tomó el poder por la fuerza en una acción golpista que ocasionó la muerte de Salvador Allende.
“Luego de estas reflexiones nos queda preguntarnos, ¿existirá un Pinochet en el golpe boliviano? Solo el tiempo lo dirá”, concluye el analista Anibarro.
Al referirse a la intentona del 26 de junio, el politólogo Hugo Moldiz aseguró en entrevista a Bolivia TV que los interesados en interrumpir el mandato del presidente Arce, ahora pretenden imponer la matriz de un autogolpe, por lo cual la acción golpista continúa.
Considerado uno de los más importantes analistas políticos bolivianos, Moldiz enfatizó en la necesidad de investigar acerca de los tentáculos existentes detrás de Zúñiga.
Moldiz argumenta que la pesquisa debe ser profunda y buscar los nexos del general aprehendido con actores políticos internos y también en el extranjero. “Sin acusar a nadie, la historia nos muestra que en América Latina y el Caribe, donde hay golpe de Estado están los Estados Unidos, el peligro no ha pasado”, enfatizó.
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