De hecho, los cafetos solo enraizaron en este país allá por 1850, de la mano de los franceses y para consumo propio. Con toda seguridad ni sospechaban que con el paso del tiempo las tazas de muchos cafés parisinos y de todo el mundo humearían gracias a los granos importados del antiguo Annam.
Vietnam mismo es una colección infinita de establecimientos de ese tipo, desde los más humildes hasta los más suntuosos, sin contar lo que consumen en sus propias casas.
¿CÓMO PREPARAN Y TOMAN CAFÉ LOS VIETNAMITAS?
La forma más común de preparar el café en esta región es valiéndose de un filtro de metal colocado en la boca de cada vaso y donde se echa polvo y agua caliente. El goteo toma de tres a cinco minutos y al final se obtiene una tinta negra y espesa, demasiado fuerte para el gusto occidental.
Algunos vietnamitas lo toman así, pero la mayoría -sobre todo en los días calurosos- suelen añadirle leche condensada y hielo. A la mezcla, tan deliciosa como refrescante, se le llama ca phe sua da.
Los amantes de las infusiones ligeras usan la pulpa seca del grano sumergida en agua durante un buen rato, mientras quienes desean algo más energético optan por el sinh to ca phe, una especie de batido que incluye frutas como plátano e incluso aguacate.
También muy nutritivos son el ca phe sua dua da (café con leche de coco y hielo) y el ca phe sua chua (con yogur y hielo picado).
Si alguna de las combinaciones anteriores le pareció rara, prepárese para lo que viene…
Uno de los “inventos cafeteros” vietnamitas es aquel al que se le añade yema de huevo. Los otros ingredientes son leches condensada y fresca, algo de agua y canela.
Pasada por batidora y servida en una taza que se lleva a la mesa dentro de un recipiente con agua caliente para mantener constante la temperatura, la mezcla tiene una textura cremosa y un olor de mucho carácter.
Y ahora viene lo mejor: el ca phe chon o Kopi Luwak, una de las infusiones más raras y caras del mundo.
Los granos con que se preparará este café se dan de comer a una comadreja para que los jugos gástricos de la inusual procesadora los fermenten. Cuando el animalito defeca, suelta una especie de turrón de Alicante de forma cilíndrica.
Debidamente separados del excremento, secados, lavados, vueltos a secar y finalmente molidos, los granos están listos para preparar un café de sabor agridulce y achocolatado. Y dicen que delicioso, mejor que el café natural.
De ello no puedo dar fe por razones de presupuesto: en los comercios, un kilo de ca phe chon cuesta alrededor de 100 dólares si los granos proceden de una granja de crianza de comadrejas, y hasta mil 300 dólares si fueron recogidos en el hábitat natural de los animalitos.
CAFÉ Y SOCIEDAD
Si no existieran los cafés, muchas cosas jamás habrían sido pensadas, dichas, ni hechas… Creo que fue un escritor austríaco quien dijo eso o algo parecido, pero estoy seguro de que los vietnamitas creen a rajatabla en la frase.
Basta verlos con la ¿disciplina o entusiasmo? con que concurren a las cafeterías para sospechar que, si el café no fuera tan importante por sí mismo, ellos lo emplearían como pretexto para socializar.
Ya sea porque los tales establecimientos son ideales para farandulear, hablar de negocios o de fútbol, invitar a la chica de sus sueños y desvelos, estudiar y hasta matar el aburrimiento a golpe de cafeína, los vietnamitas van a los cafés los 14 días de la semana y las 48 horas del día.
Quiero decir, el doble de lo habitual en otros países.
Esa, junto con los cafetos, fue una de las cosas buenas que dejaron los franceses en su antigua colonia de la Cochinchina.
El caso es que, como dijo otro escritor cuyo nombre también olvidé, una taza de café está llena de ideas y es tan lindo compartirlas como beber juntos aquel prodigio de las Mil y Una Noches.
Por decirlo en el nada aromático lenguaje de las cifras, sépase que cada año los vietnamitas gastan más de dos mil millones de dólares en café y en su competidor por excelencia, el té.
INVITACIÓN AL MUNDO
Después de Brasil, Vietnam es el segundo mayor exportador mundial de café: el año pasado sus embarques fueron de 1,7 millones de toneladas y los ingresos ascendieron a dos mil 770 millones de dólares (18 por ciento de participación en el mercado cafetalero y más del 10 por ciento del valor en ventas).
Sus principales mercados son la Unión Europea (alrededor del 40 por ciento de las ventas totales), Estados Unidos y las naciones del sudeste asiático. Pero más de 80 países y territorios compran café vietnamita.
En Vietnam, solo los arrozales ocupan más tierras que los cafetales, pues estos cubren unas 650 mil hectáreas, el 93 por ciento de las cuales están sembradas con la variedad Robusta. La producción, procesamiento y exportación del grano ofrecen medios de vida a más de 600 mil familias.
En 1991 los suministros de café vietnamita al mercado mundial solo representaban el uno por ciento del total, pero la política de Doi Moi (Renovación) dio un vuelco a la agricultura al dar luz verde a los productores privados.
Para que el café siga siendo un puntal de la economía, el Gobierno planea aumentar la producción mediante métodos de cultivo intensivo y la modernización del procesamiento a fin de acrecentar el valor agregado. También, aumentar la superficie dedicada a la variedad Arábica, que se cotiza más alto que la Robusta.
Un proyecto ya en marcha demandará en su primera etapa (hasta 2023) una inversión de 70,5 millones de dólares que se destinarán a la construcción de áreas de cultivo a gran escala y de alta calidad, con modernos sistemas de secado, almacenamiento y procesamiento.
La meta es aumentar la proporción de café elaborado del actual 10 por ciento al 30-40 por ciento hacia el 2030, a fin de ofertar productos con una mejor cotización en el mercado internacional. Se espera que los ingresos en ese año asciendan a unos seis mil millones de dólares.
La colada será tan grande, que medio mundo olfateará el aroma inconfundible salido de esta tierra pródiga en café negro y amistades fuertes.
arb/asg