Algunas potenciales consecuencias de la crisis en Gaza (I)
José R. Oro*, colaborador de Prensa Latina
La política exterior de Israel vis a vis Arabia Saudí, Jordania, Egipto y otros estados de población musulmana o no, sufriendo sus peores retos
Un ejemplo, en el que quiero extenderme un poco (por ser de los menos mencionados) es Jordania que está atravesando lo que parece ser la discrepancia diplomática más grave con Israel desde que los dos países establecieron relaciones formales en 1994.
Ammán ha anunciado que planea reforzar su presencia militar a lo largo de su extensa frontera con Israel para frustrar cualquier plan de expulsar a los palestinos de la Cisjordania ocupada hacia Jordania.
La monarquía recurriría a “todos los medios disponibles para evitar que tal escenario se convierta en realidad”, dijo el primer ministro jordano, Bisher Khasawneh, al canal de televisión saudita Al Arabiya: “Producir las condiciones que conducirían a un desplazamiento forzoso por parte de Israel equivale a declararnos la guerra, ya que constituye una violación material del acuerdo de paz”, sentenció Khasawneh.
El jefe del gobierno jordano subrayó que el acuerdo de normalización firmado con Israel hace 29 años quedaría reducido a “un documento en un estante polvoriento” si Tel Aviv no respeta su contenido.
Israel y Jordania normalizaron formalmente sus relaciones con el acuerdo de Wadi Araba en 1994, a pesar de que no se restablecieron los derechos palestinos ni se puso fin a la ocupación militar israelí de Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, y la Franja de Gaza.
Otra Nakba
La expulsión forzosa de palestinos a la vecina Jordania constituiría otra Nakba, repitiendo la catástrofe de 1948, cuando las milicias sionistas limpiaron étnicamente a unos 800 mil palestinos de sus tierras. Muchos de ellos huyeron a Jordania.
En 1967, cuando Israel invadió y conquistó Cisjordania, cientos de miles de palestinos más fueron obligados a marcharse al este del río Jordán.
Los líderes jordanos temen que Israel quiera hacer realidad los planes sionistas de larga data de convertir a Jordania en una “patria alternativa” para los palestinos, alterando así el actual orden político del país.
Una parte importante de la población de Jordania es de origen palestino. Más de dos millones de ellos tienen estatus oficial de refugiados. La mayoría posee la ciudadanía jordana.
En los últimos años, el gobierno jordano ha sido criticado por revocar arbitrariamente la nacionalidad jordana a miles de ciudadanos de origen palestino como parte de un esfuerzo por mantener identidades jordanas y palestinas separadas y distintas.
El profesor de la Universidad de Columbia, Joseph Massad, describió esto como “una política intencionada de jordanización y despalestinización ” en su libro sobre la formación de la identidad jordana, “Colonial Effects” .
Un ex ministro del gobierno que también fue el primer embajador de Jordania en Israel lo expresó sucintamente en un artículo reciente: “La decisión de no admitir a más palestinos en el país proviene de dos direcciones: el establishment beduino que no desea una mayor dilución de la identidad jordana y una posición oficial y pública que no quiere un Estado palestino fuera del suelo palestino, y ciertamente no en Jordania”,
Se descarta acuerdo sobre agua por energía
El ministro de Asuntos Exteriores de Jordania, Ayman Safadi, declaró la semana pasada que el país se estaba retirando de un acuerdo que le habría permitido enviar electricidad generada por energía solar a Israel a cambio de agua desalinizada. “No lo firmaremos”, dijo Safadi a Al Jazeera la semana pasada. “¿Se imaginan a un ministro jordano sentado junto a un ministro israelí para firmar un acuerdo sobre agua y electricidad, mientras Israel continúa matando niños en Gaza?”, se preguntó.
Los dos países firmaron hace dos años un memorando de entendimiento sobre el arreglo junto con los Emiratos Árabes Unidos. Miles de personas protestaron contra el tratado en Ammán tras su anuncio, donde las fuerzas de seguridad jordanas golpearon y arrestaron a manifestantes. Pide la construcción de una granja solar financiada por los Emiratos en suelo jordano para proporcionar electricidad a Israel. A cambio, Israel estudiaría construir una planta desalinizadora en la costa mediterránea para suministrar agua a Jordania.
El convenio, que se suponía sería ratificado el mes pasado, parecía motivado más por un esfuerzo político para alinear firmemente a Jordania dentro de los llamados Acuerdos de Abraham, que por algún beneficio práctico.
El único ganador, políticamente hablando, habría sido Israel.
Si bien Safadi citó el ataque de Israel a Gaza como la razón por la que Ammán no firmó el acuerdo, no dijo si Jordania podría aceptar regresar a él si se logra un alto el fuego duradero entre Israel y Hamas y señaló que el tratado de paz entre Jordania e Israel de 1994 era “parte de un esfuerzo árabe más amplio para establecer una solución de dos Estados. Eso no se ha logrado e Israel no ha cumplido su parte del acuerdo. Así que el acuerdo de paz tendrá que permanecer en un segundo plano acumulando polvo por ahora”.
El rey Abdullah de Jordania escribió un artículo de opinión en The Washington Post este mes, enfatizando una vez más la moribunda solución de dos Estados.
En medio de un apoyo cada vez menor entre los palestinos a la monarquía jordana, los llamados a una solución de dos Estados son un ritual que nunca van acompañados de alguna acción internacional seria para lograrlo. Se cree ampliamente que la agresiva colonización israelí de la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental, ha hecho que el plan sea poco practicable y cada vez más injusto. El problema es que no se observan mejores opciones.
Si bien el rey Abdullah critica la continua expansión de los asentamientos coloniales por parte de Israel ofrece una perspectiva sombría sobre soluciones alternativas.
“Las acciones unilaterales de Israel han socavado el proceso de paz y han desacatado los acuerdos de Oslo, que prometían una solución de paz y seguridad de dos Estados para ambas partes”, escribe. “¿Existen alternativas realistas a una solución de dos Estados? Es difícil imaginar algo” .
Jordania está permitiendo que Estados Unidos estacione fuerzas militares adicionales en su territorio como lo que parece ser parte del refuerzo militar estadounidense ordenado por el presidente Joe Biden para el Medio Oriente durante la guerra genocida de Israel en Gaza.
Si bien la cancelación por parte de Jordania del acuerdo de canje de agua por energía con Israel fue bien recibida por su población, es poco probable que esto satisfaga las demandas del pueblo y del parlamento en Ammán de que Jordania muestre más solidaridad con los palestinos.
Otro de los problemas es que los palestinos no favorecen a una monarquía, el rey de Jordania es realmente el rey de los beduinos jordanos, no de toda la población, y los palestinos son mucho más educados, progresistas y económicamente exitosos que el componente beduino en el que se basa la monarquía hachemita.
El impacto en las relaciones entre Israel y países pro- occidentales como Marruecos, Egipto y Arabia Saudita.
En marzo de 2023, Arabia Saudita buscaba el apoyo de Estados Unidos como premio por establecer relaciones normalizadas con Israel. Estos “favores” incluían asistencia para desarrollar un programa nuclear civil, obtener más ventas de armas estadounidenses de alta sofisticación y otras garantías de seguridad. La noticia de la propuesta se conoció horas antes de que se anunciara que una ruptura diplomática de siete años entre Arabia Saudita e Irán terminaría tras un acuerdo facilitado por China. En septiembre de 2023, el ministro de Turismo israelí, Haim Katz, asistió a una conferencia de la ONU en Arabia Saudita, la primera visita ministerial israelí a ese país y sostuvo negociaciones con líderes saudíes. Pero en octubre de 2023, tras el estallido de la guerra entre Israel y Hamás y las subsecuentes masacres de palestinos civiles, Riad detuvo las negociaciones. El apoyar a Israel en el contexto actual puede tener un impacto desastroso dentro de su propio país para la monarquía saudí.
Es bien conocido el antagonismo entre Saudí Arabia e Irán, ya que el derrocamiento revolucionario del Shah es anatema para la familia real saudí, que ve en ese ejemplo lo que les puede suceder a ellos. En otras palabras Saudí Arabia se posiciona del lado de los Estados Unidos e Israel tanto en el enfrentamiento de las posiciones de Turkiye, y principalmente en eliminar la influencia iraní en la región medio oriental sobre todo con los sectores chiitas de la población, particularmente poderosos en Yemen e Irak. Pero ponerse abiertamente del lado de Israel después de la matanza en Gaza es políticamente imposible, casi un problema existencial para la familia real de Riad.
Con respecto a Marruecos, las relaciones con Israel se basan en el reconocimiento de la entidad sionista, de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Lo que implica que Israel ha abandonado toda esperanza de mejorar sus relaciones con Argelia. A pesar de ello, la matanza de palestinos ha traído como consecuencia que Marruecos no apoye, al menos en público, las acciones israelíes.
Egipto teme mucho un ingreso masivo de palestinos de Gaza en el Sinaí nororiental, que es territorio palestino anexado por El Cairo. Al igual que en Jordania, los líderes reaccionarios y pro occidentales egipcios temen la influencia revolucionaria de los palestinos en su territorio y se ven obligados a defender una solución que implique dos estados en Palestina.
Esa es la tónica en toda la región, fuera de Siria y los revolucionarios yemeníes, que apoyan sinceramente la causa palestina. Los gobiernos reaccionarios, monárquico– medievales de la región temen a los palestinos como vectores de ideologías indeseables para ellos. Pero no pueden proclamarlo abiertamente, ya que sus propios pueblos “les pasarían la cuenta”.
Las “supuestas asperezas” de mentiritas, en las relaciones Estados Unidos- Israel. Algo que Israel no puede permitirse.
Tras la operación Diluvio de Al – Aqsa el 7 de octubre pasado, Estados Unidos comenzó a enviar buques de guerra y aviones militares al Mediterráneo oriental, afirmando que Israel recibiría “todo lo que necesitara” para apoyar una contraofensiva contra la Franja de Gaza gobernada por Hamás. También prometió más ayuda militar a Israel. El 20 de octubre, el presidente Biden anunció que había solicitado al Congreso 14 mil 600 millones de dólares en ayuda adicional.
El 27 de octubre, Estados Unidos se puso del lado de Israel al rechazar la resolución no vinculante aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que pedía un alto el fuego humanitario en la actual guerra entre Israel y Hamas para permitir que la ayuda llegara a Gaza. Una semana antes de la resolución de la Asamblea General, Estados Unidos ejerció su poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para derogar una resolución similar. El 8 de diciembre, Estados Unidos se vio forzado a vetar, de la forma más escandalosa otra resolución de alto el fuego del Consejo de Seguridad de la ONU, cuando todos los demás miembros la habían apoyado y el Reino Unido se había abstenido. Estados Unidos ha sido fuertemente criticado por líderes internacionales, organizaciones de derechos humanos y funcionarios de la ONU por vetar la resolución y por no poner fin a los combates que han matado a más de 17mil 400 palestinos.
Desde su fundación en 1948, Israel ha recibido 158 mil millones de dólares en ayuda militar de Estados Unidos, lo que lo convierte en su mayor receptor en la historia. El pasado 20 de octubre, Biden anunció que el fondo adicional pedido al Congreso para que lo autorice ascendería a un total de 14 mil 600 millones de dólares. Estados Unidos es por ende cómplice del genocidio cometido por Israel contra los palestinos.
Aunque Washington ha pedido a Israel que proteja a los civiles y permita la ayuda humanitaria, el secretario de Estado, Antony Blinken, reconoció que existe “una brecha” entre estos llamamientos y “los resultados reales que estamos viendo sobre el terreno”. Estados Unidos no ha utilizado toda su influencia sobre Israel (sus transferencias de armas y apoyo diplomático) para garantizar la vida de los civiles palestinos, lo que llevó al Washington Post a describir la retórica estadounidense como un “enfoque de policía bueno y policía malo”.
Estados Unidos va a seguir “exigiendo” a Israel la “protección a las vidas” de los civiles palestinos y quizás en el futuro la creación de un Estado Palestino real, independiente y soberano, pero sin duda alguna el principal sostén del régimen colonial sionista de judíos europeos blancos enclavado en el Medio Oriente, son los EEUU., como Israel es su principal aliado y gendarme regional.
La agresión israelí contra la Franja de Gaza, además de ser un desastre humanitario de primera magnitud, ha traído serias secuelas en la economía y vida social de Israel, y un inmenso perjuicio en sus relaciones internacionales, que han retrocedido a los niveles más bajos desde los Acuerdos de Paz de Camp David. Por todo ello, podemos afirmar categóricamente, que Israel está perdiendo la guerra de Gaza y que es inevitable, relativamente a corto plazo, la formación de un estado palestino independiente y soberano, anatema para los halcones de la ultraderecha sionista.
Algo es seguro, la estructura de relaciones políticas en el Medio Oriente, los progresos que había obtenido Israel en sus relaciones con estados árabes pro– occidentales y sus propias relaciones con la Unión Europea y los Estados Unidos ya no serán iguales. Se ha producido un auge del anti sionismo a nivel mundial y dentro del propio Israel se ha creado una fractura social entre los ultra reaccionarios del bando de Netanyahu y los grupos aliados con él y el resto del pueblo israelí, que quiere paz y progreso. (fin)
rmh/jro
*Ingeniero cubano residente en Estados Unidos (Tomado de Firmas Selectas)