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viernes 28 de junio de 2024
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Noam Chomsky, ícono e iconoclasta

Ciudad de Panamá (Prensa Latina) Pensador de talla mundial, Noam Chomsky es uno de los más contundentes, valientes e imprescindibles intelectuales de la época.

Julio Yao*, colaborador de Prensa Latina

Nos conocimos durante el grito luminoso y rebelde del Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre, Brasil, en 2003, que clamaba “¡Otro Mundo Mejor es Posible!”.

La multitud entusiasmada esperaba al boliviano cocalero, Evo Morales Ayma, quien no pudo llegar por cosas del destino.

Pero estábamos reunidos, más bien apertrechados y arropados, entre otros, por El Premio Nobel de la Paz 1975, Adolfo Pérez Esquivel, de Argentina, Presidente del Servicio Paz y Justicia Latinoamericana (Serpaj), y el autor de Las Venas Abiertas de América Latina, el uruguayo y universal Eduardo Galeano, quien al verme exclamó, Julio, aquí tengo tu libro, El Canal de Panamá, Calvario de un Pueblo! Yo estaba allí porque presidia Serpaj- capítulo Panamá, en compañía de su dirigente, Vicente Archibold.

COMBATE AL FETICHISMO

Chomsky, ciudadano norteamericano y del mundo. Icono e iconoclasta a la vez, combatió el fetichismo, el capitalismo brutal, el sionismo y el nazismo que someten y amenazan a la humanidad bajo falsos ropajes democráticos.

Ateo, multifacético y defensor de la humanidad más pobre del planeta, es enemigo de la política exterior de su país, especialmente hacia la región latinoamericana, Chomsky es un socialista libertario, un anarcosindicalista, que defiende tanto a Cuba como a Panamá.

A raíz de la invasión militar de Estados Unidos a Panamá en 1989, Chomsky afirmó que Manuel Antonio Noriega colaboró con Washington en Centroamérica, pero no con la invasión a Nicaragua sandinista, y que este militar no era peor que ninguno de tantos, dictadores de América Latina y del mundo apoyados por la Casa Blanca, como Saddam Hussein, Mobutu, Suharto de Indonesia, Duvalier, etc.

Según Chomsky, Estados Unidos consideraba a Noriega como peor que Atila, el Huno. En cambio, Chomsky lo comparaba, con Santa Teresa.

El propósito del norteño país en Panamá era derrocar a Noriega para poner en el poder a gobernantes sumisos a Washington, como a Endara, Arias Calderón y Ford, antes de 1999, cuando el tratado del Canal expiraba (ver Julio Yao, “La invasión a Panama: Noam Chomsky, Daniel Ellsberg, Bárbara Trent, Roy Blurgeois y Kenneth Darg”, La, Estrella de Panamá, 21 de junio de 1923).

Desde la invasión, Panamá se ha convertido en un gris protectorado de Estados Unidos, disfrazado y disimulado bajo la aparente brillantez de su posición geográfica.

En cambio, Chomsky defiende a Cuba como el único país genuinamente solidario y no terrorista, cuyo único crimen es desafiar exitosamente el bloqueo injusto de Estados Unidos.

Según Chomsky, la única reparación justa y responsable sería reanudar las relaciones respetuosas y cooperativas entre Washington y La Habana.

Chomsky se revela como ciudadano del mundo al superar su condición de judío y protestar por el genocidio y crimen de lesa humanidad contra el pueblo palestino.

Le deseamos larga vida al gran poeta de un Mundo Mejor: Noam Chomsky.

Rmh/jy

*Analista internacional y diplomático de carrera, fue asesor del general Omar Torrijos y uno de los defensores del derecho a la autodeterminación de Panamá y de todos los países del mundo.

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