Por Luis Beatón
Corresponsal jefe en El Salvador
La iniciativa aprobada por mayoría de 67 votos de los 84 diputados que componen el foro, proclama la conmemoración como un símbolo de lucha de las mujeres por su participación en la sociedad y desarrollo íntegro.
“Participación en la sociedad y desarrollo íntegro como persona” son dos objetivos que enfrentan un escabroso camino para las féminas en el país, las cuales pese a ser mayoría a la hora de votar, por ejemplo, tienen una escasa participación en la toma de decisiones y en la ocupación de cargos electivos, una premisa que destaca la idea.
En las elecciones del 3 de marzo para integrar la Asamblea Legislativa, por ejemplo, de 316 candidatos a encabezar los concejos municipales, alcaldes, apenas 59 pertenecían al mal llamado sexo débil (18.5 por ciento).
Las estadísticas indican que las mujeres están poco representadas en diferentes sectores de la vida en el país, y el político no es la excepción, pues solo dos de cada 10 candidatos a dirigir alcaldías eran féminas.
Según la organización Iniciativa Votante, la regla de una participación mínima del 30 por ciento de ellas entre las candidaturas que deben inscribir los partidos políticos para cargos de elección popular “representó un importante incremento” hasta 2015, pero a partir de 2018 “no siguió creciendo, sino se ha estancado”.
Esta regla “pudo tener un efecto positivo en la representación de las mujeres desde su instauración en 2013 y, consecuentemente, en los procesos electorales de 2015, 2018 y 2021”.
Votante señala que “la disminución en la participación de las mujeres en cargos de elección popular, en gran medida deviene a las escasas condiciones de equidad en la contienda”, además de “la inactividad institucional para actuar frente a la violencia política” y a la “falta de incentivos de participación”.
En El Salvador hay normas legales que impulsan y deben garantizar una mayor participación de las mujeres en todos los aspectos de la vida y la toma de decisiones. Sin embargo, eso no se traduce en cifras que acerquen una paridad de género pese a las del llamado sexo débil representar cerca de 52 por ciento de quienes votan en el país.
En los comicios para los concejos municipales que cerraron el ciclo electoral, se inscribieron tres mil 362 candidatos para todos los cargos de elección popular en los nuevos 44 municipios, pero ellas estuvieron en minoría.
Marcela Villatoro, diputada del partido Arena, citada por el diario La Prensa Gráfica, dijo que “la poca participación se debe a que a nuestro país aún le falta una cultura de respeto hacia la mujer, impera el machismo, es difícil cuando una se involucra en política porque surgen ataques de misoginia constante, critican la vida privada e incluso son atacadas con mentiras y bullying en redes sociales”.
“Es preocupante ver que, aunque hay un avance en la participación femenina, todavía existe una brecha significativa en la representación de mujeres en cargos importantes”, afirmó Irma Tapia, del partido Nuestro Tiempo.
Por su parte, Anabel Belloso, diputada por el FMLN, dijo que, aunque se busque una paridad equitativa en las elecciones internas de los partidos, existe miedo por parte de las mujeres para inscribirse en estos cargos.
PARA CONQUISTAR LA IGUALDAD DE DERECHOS
Fue a partir de 1950 que las salvadoreñas obtuvieron el derecho a elegir y ser elegidas, y desde entonces transcurrieron 74 años de lucha por conquistar otros espacios.
El 17 de marzo de 2011, el Parlamento salvadoreño aprobó por unanimidad la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación Contra las Mujeres, una normativa que mejora el marco jurídico de protección a los derechos de ellas, sin embargo, es poco el avance hacia la igualdad de representación.
Los ocho derechos de la mujer fueron identificados en los sectores de la Educación, la Salud, el Desarrollo, el Trabajo, la Participación Política, una Vida Libre de Violencia, además de los Sexuales y Reproductivos, pero en la mayoría de los casos quedan en papel dadas las apreciables desventajas.
Ejercer el derecho al voto no resulta suficiente, es necesario complementarlo con la participación en asuntos públicos o política, la manera en que las personas ejercen poder en el ámbito comunitario, regional y nacional, en el sentido de que deciden y controlan los recursos sociales, económicos y culturales de esa comunidad o sociedad, plantean grupos defensores como la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa).
Se ha visto y fundamentado que desde que las organizaciones feministas y de mujeres irrumpieron en el escenario político salvadoreño, la participación política creció y se potenció, aunque no lo suficiente como para poder hablar de una sociedad con equidad de género, una de las principales demandas del movimiento feminista.
Estudios recientes sobre los espacios de poder en los que existe presencia femenina indican que, si las mujeres tuvieran una mayor presencia en las decisiones colectivas, muchas formas de hacer política o de conducir la vida económica podrían ser más receptivas a la diversidad, a nuevos valores de convivencia y a nuevas prioridades como la familia, señalan informes.
Las féminas salvadoreñas, en general, están marginadas de escenarios para tomar decisiones que mejoren la vida de la mitad de la población que está culturalmente excluida y que enfrenta diferentes formas de discriminación.
Uno de los temas polémicos y actualmente más debatidos es el de la representación y participación política, ya que pese a los avances observados en niveles directivos de los partidos, en el parlamento, en los gobiernos locales y en los procesos electorales, las féminas están por debajo en su participación global en la sociedad.
Las organizaciones de mujeres en El Salvador no constituyen un fenómeno de los últimos años. Por ejemplo, a principios de 1921, las vendedoras de los mercados de San Salvador protestaron contra las pésimas condiciones de vida y la represión implementada por la tiranía de los Meléndez Quiñones, una familia terrateniente que gobernó el país entre 1913 y 1927.
Hubo voces disidentes y contestatarias, como el caso de Prudencia Ayala, quien en 1930 lanzó su candidatura para presidenta de la República, cuando aún faltaban 20 años para que el voto femenino en este país fuera efectivo, causando estupor en los medios conservadores.
Durante la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez (1932-1944), mujeres representantes de las capas medias urbanas se introdujeron en los campos del periodismo, las artes, las letras, las ciencias y la enseñanza primaria y media.
Algunos partidos políticos en El Salvador implementaron sistemas de cuotas, determinando una asignación mínima de representación para promover la igualdad de oportunidades entre sus militantes hombres y mujeres.
Un ejemplo de mala representación de las féminas se dio en la actual Asamblea que cumple su mandato dentro de pocas semanas, y donde del total de los 84 puestos propietarios resultaron electas 14 mujeres (16.6 por ciento), en las suplencias hubo un aumento del 25 por ciento.
Otro ejemplo de antes de las reformas municipales. De los 262 Concejos Municipales del país, cerca del 80 por ciento de los puestos (alcalde, síndico/a y regidor/a) son ocupados por hombres y el 20 por ciento por mujeres. Sólo 22 municipios cuentan con una mujer como jefa de la corporación municipal (8.4 por ciento), lo que refleja una abrumadora mayoría de hombres (91.6 por ciento).
En cuanto al puesto de síndicas, hay un total de 31, que representan el 11.8 por ciento, mientras los hombres un 88.2 por ciento; regidores propietarios el 79 por ciento y mujeres el 21 por ciento, mientras que las regidoras suplentes alcanzan un 22 por ciento.
El sueño del movimiento feminista y de organizaciones de mujeres es ampliar las posibilidades de participar y representar a niveles de decisión, las necesidades, intereses y demandas de cerca del 54 por ciento de la población salvadoreña (ellas), por lo que actualmente tienen como uno de sus ejes de trabajo el incremento de la participación ciudadana.
“Hay mucho por qué luchar por estos derechos que no están siendo garantizados en el país”, expresó Bessi Ramírez, mujer periodista e indígena en el interior de la nación, que trabaja en una radio comunitaria.
Los ejemplos son muchos y la brecha es grande. Según estadísticas oficiales y encuestas como la más reciente de Hogares de Propósito Múltiples, los hombres obtuvieron un ingreso de 403.99 dólares, mientras las mujeres recibieron 344.01, en la mayoría de los casos por iguales trabajos.
La paridad económica entre hombres y mujeres es aún un objetivo lejano que ningún país, ni siquiera los de economías más avanzadas, ha alcanzado, según el más reciente informe del Banco Mundial (BM). El Salvador no es la excepción.
arb/lb