Germán Ferrás Álvarez
Corresponsal jefe en Rusia
Pese a su enorme tamaño, la capital de Rusia, es cercana a sus habitantes y visitantes. Justamente en ella, más que en cualquier otro lugar de la inmensa nación euroasiática se aprecia la atmósfera de un proceso de transformación constante.
Fundada por el Príncipe Yuri Dolgoruki en el siglo XII, ya en el XIV, la ciudad era el centro del Gran Principado de Moscú. Más tarde, fue el centro de todo el estado ruso. En la actualidad es una megapólis. Tiene más de 14 millones de habitantes, la quinta más grande del mundo.
La primera mención escrita de este asentamiento data del año 1147 cuando era todavía un pequeño punto fortificado en la intersección de rutas comerciales.
Con posterioridad, gracias a su ventajosa ubicación geográfica, se convirtió en un importante centro político, económico y cultural.
Sobre su nombre mucho se ha especulado, pero la mayoría de los expertos coinciden en que Moscú, lleva el nombre del río homónimo en cuyas márgenes se asentaron los primeros pobladores.
Durante estos días en curso los moscovitas que celebran el aniversario 878 de su ciudad, tendrán en cuenta que no siempre fue la capital del país
A lo largo de la milenaria historia de Rusia esas funciones fueron desempeñadas en diferentes períodos por Nóvgorod, Kiev y Vladímir, o San Petersburgo, que lo fue a partir de 1712, por decreto del Emperador Pedro I, quien trasladó la capital a esa ribereña urbe fundada por él mismo.
Moscú recuperó su papel de la ciudad principal (de la Unión Soviética y, posteriormente, de la Rusia moderna) en 1918, después del triunfo de la Revolución Bolchevique. Sin embargo vale la pena destacar que en cualquier estatus, Moscú siempre tuvo una especial importancia cultural, económica y estratégica.
La capital rusa alterna los mejores estilos de la vieja y la moderna arquitectura. Es una ciudad de largas avenidas y plazas majestuosas, frondosos bulevares, parques y jardines, viviendas de lujo, puentes, diques de granito del río Moscú y lugares culturales e históricos únicos.
LA CIUDAD DE LA CULTURA Y EL ARTE
Moscú es también un centro de recreación. Hay muchos clubes nocturnos, art-cafés y discotecas. Cuenta con 93 teatros, 89 cines, 17 salas de conciertos, 88 museos y exposiciones.
Los museos más populares son el Kremlin, el Pushkin y la Galería Tretiakov. Y entre sus teatros el más famoso y emblemático es el Gran Teatro Bolshoi, cuyo ballet vislumbra al mundo. Visitar y conocer su ballet clásico es un deber para cualquier programa turístico.
A esa alta concentración de teatros y museos, se suman los centros de enseñanza superior como la Universidad Estatal de Moscú Lomonosov, la Universidad Técnica Estatal de Moscú Bauman y el MGIMO, institutos de investigación.
En el curso de los años la calidad del desarrollo docente de esos centros moscovitas atrajo a estudiantes de todo el país y del mundo, pues el activo desarrollo de clústeres innovadores, para estudiantes y científicos, garantizan una enseñanza de alto nivel.
La alcaldía de la ciudad ha aprovechado todas estas características y en este aniversario, inauguró la exposición tituladas “La imagen de Moscú en el arte ruso de la colección del Museo Ruso” en el centro de exposiciones VDNJ.
La muestra abarca la Moscú antigua y la nueva, y los cambios experimentados por la capital a lo largo de los siglos, expuestos en una gran muestra que incluye 115 piezas, la mayoría de ellas, de artes plásticas.
MOSCÚ LA CIUDAD HÉROE
Además de su arte, cultura y cosmopolitismo, el principal centro urbano ruso es rico en historia. Durante siglos, la ciudad fue considerada por los enemigos como un objetivo militar y simbólico.
A principios del siglo XVII las tropas polaco-lituanas capturaron el Kremlin en un intento por establecer control sobre el estado ruso. Sin embargo, en 1612, una milicia popular liderada por el comerciante Kuzmá Minin y el príncipe Dmitry Pozharsky expulsó a los invasores.
En homenaje a esa hazaña en la Plaza Roja frente a la Basílica se erigió el icónico monumento a los dos héroes del pueblo ruso.
Justo dos siglos después, el ejército de Napoleón entró en la ciudad, tras la sangrienta batalla de Borodino. Los residentes tomaron la decisión difícil de incendiar la ciudad, guiados por la idea de que era mejor destruir su hogar que entregárselo al enemigo.
El incendio desmoralizó a los invasores y les privó de la oportunidad de consolidar su éxito inicial, lo cual derivó posterior derrota.
Otro momento clave en su historia fue la batalla de Moscú durante la Gran Guerra Patria (1941-1945). En el otoño de 1941 los invasores alemanes estuvieron a menos de 30 kilómetros, pero gracias a la heroica resistencia del Ejército soviético, que lanzó una poderosa contraofensiva que hizo retroceder enemigo.
La batalla de Moscú fue la primera gran derrota de Adolf Hitler y terminó con el mito de la invencibilidad del ejército alemán.
A pesar de los desafíos y los golpes de la vida, la capital rusa siempre encontró la forma de resurgir. La fe y el trabajo duro permitieron preservar y restaurar santuarios y monumentos arquitectónicos.
UNA CIUDAD DEL FUTURO
Junto a su historia, Moscú es una ciudad que se renueva. Es referente mundial por la disponibilidad de servicios sociales, médicos y públicos, gracias a un desarrollo planificado de su infraestructura.
Las clínicas están al alcance de la mano de cualquier residente, al igual que las farmacias, las escuelas o las tiendas.
Un motivo adicional de orgullo es la infraestructura del transporte y las redes viales de la ciudad, valorada como única por su integración y diversidad: desde modernos buses eléctricos, tranvías y tranvías fluviales, taxis y la red del metropolitano más grande de Europa.
El metro de Moscú tiene más de 470 kilómetros de longitud y en este momento sus estaciones superan las 270. El metro es por demás una atracción en sí mismo, porque cada estación es una obra de arte bajo tierra.
Los turistas acuden allí como si fuera un museo para aprender sobre su historia, apreciar la colorida decoración de los pasillos y viajar en trenes retro.
Además la ciudad introdujo activamente tecnologías avanzadas: como los autos alquilados, las patinetas y bicicletas eléctricas, robots de reparto, semáforos inteligentes y cuatro modernas terminales aéreas internacionales.
Gracias a la introducción de servicios electrónicos (que incluye desde citas médicas en línea hasta la integración digital completa de los servicios públicos), la vida de los moscovitas satisface plenamente las necesidades del siglo XXI, que confirman vivir en una ciudad inteligente.
Moscú, como el título de la icónica película, no cree en lágrimas, pero sí en un futuro siempre mejor.
arc/gfa