Por María Julia Mayoral
Redacción de Economía
El curso hacia una economía global con bajas emisiones de carbono, el auge en la fabricación de semiconductores, la inteligencia artificial, las tecnologías cuánticas, la biotecnología y también el despliegue militar, liderado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ilustran los intereses y la competencia en ascenso.
Expertos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) indicaron a inicios de 2024 que las transacciones anuales relativas a los minerales críticos para la transición energética a escala global, subieron en los últimos 20 años de 53 mil millones de dólares a 378 mil millones.
Suscrito por Monia Snoussi-Mimouni y Sandra Avérous, el reporte recordó que el cobalto, el cobre, el litio, el níquel y las tierras raras desempeñan un papel crucial en la producción de tecnologías de energía limpia, desde turbinas eólicas hasta automóviles eléctricos.
El sector de las baterías, ejemplificaron las analistas, es responsable del 70 por ciento de la demanda mundial de cobalto y también requiere aluminio, cobre, litio, níquel y tierras raras.
Mientras los electrolizadores, cruciales para fabricar hidrógeno verde, dependen de una variedad de minerales críticos, incluidos el platino y el iridio, dos de los metales más raros y caros del orbe.
Los elementos de tierras raras son necesarios en particular para los imanes, un componente vital en muchas máquinas eléctricas, sobre todo en las más eficientes energéticamente, abundó la fuente.
Según la pesquisa, el valor de las importaciones de los productos enunciados aumentó casi al doble en los últimos cinco años, al pasar de 212 mil millones de dólares en 2017 a 378 mil millones en 2022, con un crecimiento significativo del comercio de metales del grupo del platino (MGP), como rodio, iridio, rutenio y osmio.
China, la Unión Europea, Japón y Estados Unidos fueron los mayores compradores de minerales críticos no procesados, señaló el diagnóstico divulgado por la OMC.
Estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pronostican que el tamaño actual del mercado combinado de minerales clave para la transición energética aumentará a más doble hasta alcanzar los 770 mil millones de dólares de aquí a 2040.
El pronunciamiento, emitido en mayo del presente año, recomienda inversiones adicionales, al considerar las perspectivas a medio y largo plazos para la oferta y la demanda de importantes surtidos, entre ellos, el litio, el cobre, el níquel, el cobalto, el grafito y los elementos de tierras raras.
A juicio de la AIE, el descenso de los precios de venta durante el año pasado supuso “un viento en contra para las nuevas inversiones”, pues en 2023 la inversión en minería de minerales críticos creció un 10 por ciento, mientras el gasto en exploración aumentó en 15 puntos porcentuales; es decir, a un ritmo más lento que en 2022.
DEPENDENCIA ESTRUCTURAL
En cualesquiera de los escenarios probables, las demandas futuras serán considerables: la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) prevé que las necesidades de minerales esenciales para la transición energética, como el litio, el cobalto y el cobre, podría aumentar casi cuatro veces de aquí a 2030.
Sin embargo, muchas naciones, con abundante dotación de estos recursos naturales, carecen todavía de las capacidades de procesamiento.
Para capitalizar tales riquezas, “deben ir más allá de simplemente suministrar minerales en bruto y avanzar en las cadenas de valor”, aconsejó la Unctad en un análisis publicado en abril de 2024.
La dependencia de las materias primas, reveló el estudio, perjudica al 66 por ciento de los Estados insulares en desarrollo, al 83 por ciento de los países menos adelantados y al 85 por ciento de los países en desarrollo sin litoral.
Actualmente, redondeó, afecta a 95 Estados, casi la mitad de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas.
También la Unctad llamó a considerar que 29 de los 32 países clasificados con bajo desarrollo humano en 2021, dependían de las materias primas.
Cuando la institución se refiere a “alta dependencia”, está considerando que el 60 por ciento o más de los ingresos por exportaciones de un Estado provienen de tales renglones.
Ello, opinó, obstaculiza el desenvolvimiento económico y perpetúa las desigualdades y las vulnerabilidades en muchas naciones de África subsahariana, Sudamérica, el Pacífico y el Oriente Medio.
África posee más de una quinta parte de las reservas mundiales de una docena de metales clave de cara a la transición energética, incluido el 19 por ciento de los necesarios para vehículos eléctricos, pero nadie podría asegurar que ese enorme potencial generará mayor prosperidad y desarrollo endógenos.
Ningún país del llamado continente negro y de América Latina es un actor importante en la fabricación o el comercio de cátodos y materiales para baterías de carros eléctricos, sopesó la Unctad.
Para fortalecer sus sectores industriales, diversificar sus economías y redefinir sus papeles en la economía global, recomendó, “deben evitar los errores del pasado relacionados con la dependencia de materias primas”.
De lo contrario, el aumento actual en la demanda de estos minerales podría profundizar aún más las debilidades descritas y empeorar las vulnerabilidades económicas mientras los beneficios siguen siendo inalcanzables para las comunidades y empresas locales, sintetizó el organismo de Naciones Unidas.
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