Por Luis Beatón
Corresponsal jefe en El Salvador
Trump no guardó elogios el 23 de septiembre en su discurso ante la Asamblea General de la ONU a su par salvadoreño, Nayib Bukele, por su colaboración para “encarcelar a tantos criminales” que, según él, se encontraban en su país de manera ilegal y su Administración los expulsó.
“Quiero agradecer al país de El Salvador por el exitoso y profesional trabajo que han hecho al recibir y encarcelar a tantos criminales que entraron a nuestro país”, manifestó el mandatario estadounidense en una audiencia incrédula ante un discurso agresivo y manipulador de la realidad.
En los primeros minutos de su discurso, el magnate criticó al gobierno de su predecesor, el demócrata Joe Biden, y defendió su política dura con la inmigración, sin importarle que la misma viola leyes estadounidenses y del derecho internacional.
“Nuestro mensaje es muy simple: si entras ilegalmente a los Estados Unidos irás a la cárcel o regresarás al lugar de donde viniste, o tal vez incluso más lejos. Tú sabes lo que eso significa”, afirmó en referencia a los acuerdos con terceros países para realizar sus controvertidas deportaciones sin garantías judiciales plenas.
“Estados Unidos vuelve a ser respetado, como nunca lo había sido”, puntualizó aunque muchos se preguntan a cambio de qué.
La historia muestra que Estados Unidos es un país de inmigrantes, una mezcla de nacionalidades: irlandeses, ingleses, italianos, franceses, asiáticos y latinoamericanos, entre otros.
En el caso de la mal llamada diáspora salvadoreña, la nación norteña ocupa el primer lugar del ranking de los 10 países de destino que decidieron emigrar en la última década, según los resultados del VII Censo de Población y VI de Vivienda realizado en 2024.
Habría que preguntarse cual será la acción que tomará la Casa Blanca contra los decenas de miles de cuscatlecos que viven en la sombra allí y que serán más si se suprime el Estatus de Protección Temporal (Temporary Protected Status, en inglés) como ya pasó con otras naciones, y que afectaría a más de 230 mil salvadoreños.
El asunto es complicado y genera rechazo en amplios sectores políticos y económicos estadounidenses. Recientemente, la congresista demócrata de Los Ángeles, Maxine Waters, grupos de abogados y activistas comenzaron una campaña en línea para defender a los inmigrantes que ven violados sus derechos.
Estos grupos se oponen a la “limpieza étnica” que presuntamente lleva a cabo la administración Trump en contra de los latinos, sin dudas el mayor grupo de migrantes en suelo norteamericano.
El objetivo es presentar ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un reclamo “por las innumerables violaciones de los derechos civiles, humanos de inmigrantes y constitucionales de ciudadanos, quienes han sido arrestados y golpeados injustamente por agentes migratorios.
“Desafortunadamente, la administración Trump se ha embarcado en una agenda de limpieza étnica donde buscan a latinos”, afirmó el abogado Luis Carrillo. “Buscan rostros morenos en todo el país, ciudadanos e inmigrantes. Todos están siendo acorralados por este régimen”.
“Donald Trump quiere convertir este país en una sociedad de apartheid, y ama a los afrikáners y a la gente de Noruega, pero odia a los mexicanos y a los latinos”, aseveró el letrado.
El sitio https://thenextrecession.wordpress.com tocó el tema migratorio y el orden mundial, abordado durante la conferencia de 2025 de la Iniciativa Internacional para la Promoción de la Economía Política (IIPPE) celebrada en Ankara, Turquía.
El tema principal de la conferencia de este año fue “Inmigración: crisis del sistema capitalista mundial, crisis para el sistema capitalista mundial”, y la ponente plenaria fue Hannah Cross, de la Universidad de Westminster.
En 2021, Cross escribió un importante libro que ofrece una perspectiva marxista sobre la inmigración, titulado Migration Beyond Capitalism (La migración más allá del capitalismo). En su libro, Cross argumentaba que la migración global estaba impulsada por la necesidad de mano de obra barata por parte del capital, y si miramos el caso salvadoreño, hoy la mayoría de los que buscan el norte lo hacen para solucionar sus carencias económicas.
Hace algunos años se fomentaba la inmigración para proporcionar un “ejército de reserva de mano de obra” que mantuviera los salarios bajos y también dividiera a los trabajadores, estimó la ponente.
Esta migración también provocó la salida de un número considerable de trabajadores sanos (a menudo los más cualificados y con mayor nivel educativo) de sus países de origen en busca de trabajo, lo que se conoce como “fuga de cerebros”, agregó.
En su libro, Cross utiliza estudios sobre migración para demostrar que los regímenes fronterizos tienen muy poco efecto sobre el volumen total de la migración, que depende principalmente de las condiciones en los países de origen de los migrantes y de las oportunidades del mercado laboral en las naciones de acogida.
Con el aumento del calentamiento global, cuya base científica niega Trump, la migración se acelerará en la próxima década, según expertos.
Esto aumentará la contradicción entre los trabajadores nativos y los trabajadores inmigrantes, por lo que es probable que aumenten las actitudes nacionalistas y racistas, hoy impulsadas por Trump.
Pero Cross sostiene que, al igual que existe una base material para la división entre los trabajadores bajo el capitalismo, también debe existir una base material para la unidad.
El capitalismo plantea a los trabajadores problemas comunes a los que enfrentarse y luchas que emprender, las cuales a menudo traspasan las fronteras. Poner fin al imperialismo en el Sur Global es una condición previa para acabar con las fronteras para la inmigración en el Norte Global, señalan expertos.
Mientras tanto, los migrantes serán tema de confrontación, más con gobiernos como el de Trump que viola derechos y trata a los migrantes como asesinos, drogadictos y cualquier epíteto denigrante que se le ocurra. Los salvadoreños no están exentos de ese trato pese a las estrechas relaciones de Bukele con Trump.
arb/lb