Gustavo Espinoza M*., colaborador de Prensa Latina
En el aeropuerto cubano, Raúl Castro, en nombre de su pueblo, les dio una emotiva bienvenida. Poco antes habían recuperado su libertad y vuelto a Cuba Fernando y René González, los otros dos patriotas que constituyeron el núcleo de los Cinco Héroes Cubanos Prisioneros del Imperio y por cuya libertad el mundo batalló sin descanso. Ambos cumplieron más de 12 años en prisión.
Se recuerda que los cinco cubanos radicaban en La Florida desde la segunda parte de la década de los 80. Allí, cumplían una delicada misión dispuesta por su Gobierno, y debido a la cual se habían incorporado a las bandas terroristas que operaban desde Miami ejecutando acciones contra Cuba y su pueblo. La tarea, era simple: conocer de las acciones impulsadas por ellas y procurar impedirlas; pero, sobre todo, informarlas a Cuba, para neutralizar su concreción y salvar al país y a su población de las consecuencias del bandidaje.
Desde el territorio USA, grupos armados como Alfa 66 , “”Hermanos al Rescate” y otros, enviaban agentes con el fin de colocar bombas en hoteles de turistas, en La Habana y otras ciudades, y provocar siniestros, generar atentados y consumar crímenes. Incluso estos grupos violaban el espacio aéreo cubano, lanzando desde el aire proclamas contra revolucionarias. En uno de los actos conocidos ocurrió la muerte de Fabio Di Celmo, un joven turista italiano de apenas 21 años.
Cuando el 12 de septiembre de 1998 fueron intervenidos y detenidos Los Cinco, se inició contra ellos una campaña demoledora. Se pretendió presentarlos como espías y terroristas, al servicio de una “potencia extranjera”. En esa circunstancia, Fidel, noticiado de la información, habló en voz alta. Proféticamente, adelantó los hechos: “Ellos volverán”, dijo. Y volvieron.
Obviamente no eran espías por cuanto no se había infiltrado en organismos del Estado Norteamericano. No trabajaban en la NASA, en el Capitolio ni en el Departamento de Estado. Tampoco en el FBI, ni en entidad alguna de los Estados Unidos. Y no eran terroristas porque no habían cometido ningún acto de ese signo. Por el contrario, habían impedido la comisión de actos terroristas, con lo cual habían salvado la vida de personas no solamente cubanas, sino incluso norteamericanas que se veían afectadas por la ola de atentados desatada en la capital cubana por parte de estructuras criminales organizadas y financiadas desde el exterior. Por lo demás, la “potencia extranjera” a la que se aludía, era Cuba, la propia patria de los Cinco que, por lo demás, no constituye amenaza alguna para la Gran Potencia Mundial.
Desde un inicio hubo una intensa presión sobre los detenidos. Se buscaba que se declararan “culpables”, se acogieran a la “colaboración eficaz” y denunciaran a su propio gobierno, y en particular al Comandante Fidel Castro, como una manera de “dejar constancia” que el líder cubano desarrollaba acciones terroristas contra los Estados Unidos y así justificar su política genocida contra la Patria de Martí. Nunca lograron tan pérfido propósito.
El juicio llevado a cabo contra ellos fue prolongado y complejo. Jamás las autoridades norteamericanas lograron probar ninguna de las acusaciones vertidas contra ellos. No obstante, ya en el 2001, los condenaron a una virtual muerte en vida. En el caso de Gerardo, la sentencia fue particularmente inicua: dos cadenas perpetuas más 30 años de cárcel. No podría jamás abandonar el presidio. Lo consideraban “Jefe” de la supuesta “banda terrorista”.
En el mundo se alzó una potente voz de protesta. En todos los países surgieron Comités de Solidaridad con los Cinco. Poetas, escritores, artistas, personalidades, dirigentes políticos, sindicalistas, líderes de opinión, religiosos de distintas creencias, parlamentarios y hasta Jefes de Estado, hablaron en distintos países y en todos los niveles de la vida pública. Como una inmensa playa de la solidaridad, cada uno fue un granito de arena que mostró fuerza y valor.
Los peruanos no fuimos ajenos a esta tarea. Hoy podemos decir con legítimo orgullo, que batallamos arduamente organizando la tarea solidaria a lo largo y ancho del país durante 12 años. En ella, el Comité Peruano de Solidaridad con los Cinco brilló con luz propia. Tocó todas las puertas y abrió paso a la voluntad de millares de peruanos.
La batalla legal también fue dura, y se libró en los tribunales más adversos. Poco a poco, también en ellos la verdad se fue abriendo paso. Y en un momento dado, quedó sin sustento la situación creada. En ese marco, ya en el 2010, tuvieron que revisarse las sentencias, pero las nuevas resultaron particularmente funestas sobre todo para Hernández, Guerrero y Labañino. En los Estados Unidos habló también la solidaridad. Y el país fue escenario de eventos de significativo relieve. Pero en el centro de todo, estuvo la lucha librada desde Cuba, destinada a recuperar a los héroes y lograr que volvieran a su patria. Y eso ocurrió el 2014.
Una década después de concluido este episodio, Fernando González Llort está al frente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, el ICAP; Gerardo Hernández Nordelo tiene a su cargo los Comités de Defensa de la Revolución, los históricos CDR; y los otros tres compañeros, continúan sus labores en tareas de alta responsabilidad y en cumplimiento de su claro compromiso revolucionario.
Cuba, su pueblo y su gobierno, enfrentan valerosamente los ataques aviesos del Imperio; y los pueblos del mundo abren los ojos para mirar siempre el legado de Fidel convertido en bandera. rmh/gem
*Periodista y profesor peruano. Presidente de la Asociación de Amigos de Mariátegui y director colegiado de Nuestra Bandera. Excongresista y ex secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú.