Por Germán Ferrás Álvarez
Corresponsal jefe en Rusia
Zuraishvili vetó lo que ella llama “Ley rusa”, adoptada por el Parlamento en su tercera lectura.
La presidenta calificó el proyecto legislativo de “un obstáculo en el camino europeo de Georgia”.
“Esa ley no se puede mejorar ni embellecer, y se trata de un veto muy simple: esta ley debe ser derogada”, añadió.
La legislatura está obligada a considerar, aceptar o anular el veto para lo cual en cualquiera de sus variantes, se requiere del consentimiento de al menos 76 de los 150 diputados.
Hoy en día, el partido gobernante Sueño Georgiano–Georgia Democrática, que apoya la ley, tiene 84 mandatos. La presidenta de Georgia es en gran medida una figura simbólica; el poder real pertenece al Parlamento y al primer ministro del país.
Sueño Georgiano considera que la ley garantizarà la transparencia de la financiación procedente del extranjero para el sector no gubernamental y los medios de comunicación.
El documento exige la inscripción en un registro separado para aquellas organizaciones sin fines de lucro y medios de comunicación, cuyos ingresos procedan del extranjero en más del 20 por ciento.
ABIERTA INJERENCIA OCCIDENTAL EN GEORGIA
Desde el 14 de mayo, cuando el legislativo de la naciòn caucàsica aprobó la ley Sobre la transparencia de la influencia extranjera, las élites occidentales y los grandes medios de difusión incrementaron sus duras declaraciones y amenazas de suspender el proceso de integración del país a la Unión Europea.
El debate del proyecto comenzó en abril y estuvo acompañado de protestas de la oposición a gran escala en el centro de Tiflis, la capital de Georgia.
En varias ocasiones desembocaron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad; las fuerzas especiales utilizaron gas pimienta y cañones de agua para dispersar a los manifestantes.
Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y el Consejo de Europa se oponen a la ley. Los líderes europeos afirman que la norma contradice los valores europeos.
El líder del partido Sueño Georgiano, Irakli Garibashvili, calificó de improductivas las amenazas o los chantajes y llamó a dialogar.
“Dentro del poder de veto, se puede encontrar una solución que alivie la situación, calme a todas las partes involucradas y las obligue a aceptar lo que es aceptable”, apuntò.
Creo que sería una opción ideal, afirmó Garibashvili. Zurabishvili, la oposición y los diplomáticos occidentales se pronunciaron contrarios, al estimarla obstáculo para la integración de la república en la Unión Europea.
El Departamento de Estado de Estados Unidos calificó que el objetivo del proyecto de ley es socavar la activa sociedad civil.
La interferencia de los países occidentales en la política georgiana indignó a los representantes del partido gobernante Sueño Georgiano.
En particular, el alcalde de Tiflis y secretario general de Sueño Georgiano, Kaja Kaladze, calificó de “insultante” la participación de los ministros de Asuntos Exteriores de Islandia, Estonia y Lituania en Tiflis en la protesta de la oposición radical.
“Todos los países desarrollados harían esto: tomarían a esos ministros por el cuello y los echarían”, dijo. Los expertos confían en que el partido gobernante logrará la aprobación de la ley.
LA REALIDAD DE LA LEY DE AGENTES EXTRANJEROS
“El Parlamento georgiano no tendrá ningún problema en superar el veto de Zurabishvili, porque para ello bastarán dos tercios de los votos. La decisión de la presidenta fue puramente política”, explicó el politólogo georgiano Igor Gvritishvili.
El experto explicó por qué la presidenta calificó de “rusa” y “escandalosa” la ley sobre transparencia de la influencia extranjera. “Esta es la retórica de la oposición. La ley está lejos de ser “rusa”. Incluso si se realiza un análisis comparativo superficial, se verán diferencias notables con la ley sobre agentes extranjeros vigente en Rusia o Estados Unidos.
El proyecto de ley georgiano no prevé acciones penales, pero obliga a las organizaciones no gubernamentales (ONG), partidos y medios de comunicación públicos a informar sobre la financiación extranjera si supera 20 por ciento del presupuesto.
Por violación de la información se impone una multa de 10 mil a 25 mil lari (de tres mil 700 a nueve mil 400 dólares estadounidenses), subrayó el especialista.
Con anterioridad, el secretario de prensa de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, calificó de infundadas las afirmaciones de la oposición georgiana de que el proyecto de ley es “ruso”. Según él, ahora casi todos los estados luchan contra agentes extranjeros, y el autor de tal “sistema de lucha” es Estados Unidos.
“Este es un intento de jugar la carta rusa. Todo el alboroto actual se produce en la plataforma occidental, porque en Georgia no hay líderes prorrusos en el poder”, añadió el experto en los países del Cáucaso del Instituto de Historia de Rusia, Stanislav Tarasov.
Según él, en Georgia hay unas 20 mil ong que dependen de subvenciones occidentales. Zurabishvili utilizó su veto unos días después de una visita a Tiflis del subsecretario estadounidense de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, James O’Brien.
Incluso se podría decir que el principal agente extranjero en Georgia es Zurabishvili: ella, como saben, es ciudadana de Francia, recordó Tarasov.
“Rusia no tiene ong propias en Georgia, de lo contrario la ley se referiría exclusivamente a sus actividades y no se la podría llamar prorrusa. La adopción de tal ley es un signo de soberanía y lo contrario, uno signo de neocolonialismo, por lo que los georgianos están tratando de defender al menos un poco los signos externos de su soberanía”, opinó el experto.
Incluso dijo estar convencido de que las acciones de la presidenta de Georgia deben considerarse en el contexto de las próximas elecciones parlamentarias de otoño.
Zurabishvili, cuyos poderes están a punto de expirar, podría retrasar el uso del veto para ganar tiempo antes de las elecciones parlamentarias, que la presidenta y sus partidarios podrían declarar amañadas y crear un llamado parlamento paralelo, que divida al país en dos partes, señaló Tarasov.
Este proyecto de ley fue el motegilivo, en la primavera del pasado año, para organizar otra revuelta pública. En ese entonces también hubo protestas masivas y, tras el veto presidencial, el proyecto fue pospuesto indefinidamente.
Las autoridades georgianas aceleraron este año la aprobación de la legislaciòn después de enterarse de la seriedad con la que las ong, los partidos y los medios reciben financiación del extranjero. Hubo información de que la oposición intentaría organizar una “nueva Revolución de las Rosas”, como la que llevó al poder en 2003 al ahora condenado a prisión, Mijail Saakashvili.
Pero el objetivo no se logró, porque las fuerzas de seguridad cerraron filas junto al primer ministro y no apoyaron de ninguna manera la idea del golpe.
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