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martes 15 de octubre de 2024
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Estallido en Chile, problema no resuelto

Santiago de Chile (Prensa Latina) A las puertas del quinto aniversario del estallido social, las causas de uno de los movimientos más grandes en Chile siguen hoy latentes, el modelo económico se mantiene y el país aún espera las prometidas transformaciones sociales.

Por Carmen Esquivel

Corresponsal jefa en Chile

El 18 de octubre de 2019 comenzó en esta capital una protesta estudiantil contra el incremento del pasaje del metro, a la que se sumaron diversos sectores en todo el territorio nacional, donde millones de personas salieron a las calles para rechazar las desigualdades sociales.

Las manifestaciones fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad, con saldo de unos 30 muertos y miles de heridos, entre ellos, más de 400 con daños oculares, aunque también hubo destrozos en estaciones del metro y saqueos a comercios.

En entrevista concedida a Prensa Latina, el analista político y escritor Omar Cid reflexiona sobre aquellos acontecimientos.

Prensa Latina (PL) ¿Cuáles fueron las causas del estallido?

Omar Cid (OC): A mi juicio fueron un conjunto de demandas históricas que se acumularon por el modelo neoliberal impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y que se reafirmó en los gobiernos posteriores.

Las demandas tienen que ver con mejor salud, acceso a la educación, aumento de pensiones, más justicia social, en el fondo con una mejor calidad de vida.

Esa deuda del modelo económico, político y social es la que en cierta forma se comienza a cobrar de manera dura y compleja el 18 de octubre de 2019.

PL: ¿Se puede enmarcar su inicio en las manifestaciones en el metro?

OC: Efectivamente, uno puede decir que empezó por ahí, pero esas molestias ya se habían expresado antes, en 2006 con las manifestaciones de alumnos de secundaria, en 2011 con los movimientos estudiantiles universitarios y luego se llega al punto del estallido.

Sin contar con una derecha que toma el poder durante el gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), con una ministra de Educación (Marcela Cubillos) bastante soberbia, y de otros funcionarios que ejercieron una presión muy grande no solo sobre los estudiantes, sino también en el mundo social.

PL: Las autoridades de entonces intentaron instalar la narrativa de un complot para explicar el sentir colectivo. ¿Qué piensa usted al respecto?

OC: Yo creo que fue un movimiento espontáneo. No veo, como dijo el gobierno de Piñera, que hubiera algún tipo de manejo, ni mucho menos desde el exterior.

Ese es un relato que se intentó imponer en el fondo por una incomprensión muy grande de lo que estaba ocurriendo.

PL: Un lustro después, ¿usted considera que las causas que dieron origen al estallido siguen latentes?

OC: Claro que los problemas esenciales continúan ahí. Lo que pasa es que hoy día los sectores conservadores, a través de su hegemonía comunicacional, pretenden hacer creer que la sociedad chilena ya no reconoce al estallido como propio.

PL: A pesar del masivo apoyo al movimiento de 2019, una encuesta reciente del Centro de Estudios Públicos señala que 50 por ciento de la población considera como malas o muy malas las consecuencias de estas protestas.

OC: Claro, porque se ha hecho una campaña sostenida de marketing para tratar de que únicamente quede en la posteridad la violencia y ocultar los motivos que le dieron origen. Si nos quedamos solamente en eso no estamos viendo el bosque, es decir, el problema en toda su dimensión.

Tratar de encasillar el estallido al tema policiaco o a los lugares dañados es empequeñecerlo porque ahí hubo marchas inmensas, manifestaciones políticas y culturales, literatura, poesía y entonces todo eso queda fuera de pantalla, todo pasa a negro.

PL: El informe de 2024 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) refleja que en el país persiste la percepción de que los cambios más importantes, aquellos que afectan derechos y protecciones sociales, han sido insuficientes.

OC: El PNUD coloca en el centro de la discusión problemas de la sociedad chilena, como la existencia de una justicia para ricos y otra para pobres, el abuso de las elites como el Caso Hermosilla, un escándalo de corrupción que estamos viviendo ahora, o las desigualdades características del ciclo neoliberal.

Este documento nos está diciendo: “Ojo, aquí hay elementos tremendamente preocupantes que se están incubando y esto puede traer una reacción social, no sabemos si como en el 19 porque en la historia de Chile se han dado estallidos cada cierto tiempo”.

arb/car

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