Por Jorge Petinaud Martínez
Corresponsal jefe en Bolivia
El semanario boliviano de análisis político La Época explica en el artículo Golpe y Golpismo, las Amenazas, que el Gobierno de Luis Arce es una molestia “(…) para la Casa Blanca por su relación con Rusia, China e Irán, por su compromiso con Cuba, Venezuela y Nicaragua (…)”.
Añade que el Estado Plurinacional no ha cedido “a las presiones para desconocer el triunfo electoral de Nicolás Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio”.
El exagente Aledo explica en una grabación publicada en Tik Tok que “un golpe suave significa derribar un Gobierno a la fuerza, el país A va a cambiar el Gobierno en el país B, utilizando esto que nosotros llamamos el golpe suave”.
Añade el promotor de la subversión cuyo amplio prontuario está registrado en Internet, que un primer paso consiste en destacar ante la opinión pública “lo malo que es el Gobierno”, su carácter autoritario y que tiene al frente un dictador.
Señala Aledo que un tercer paso consiste en calentar las calles con protestas.
“Hay que protestar por lo que sea -describe el exespía- por el gas, por el precio de los autobuses (…) porque no tenemos gasolina, los sueldos de los maestros…, qué sé yo, cualquier cosa, no importa, solamente es una excusa, pero hay que salir y protestar para calentar las calles”.
Aledo sostiene que la cuarta etapa es cuando ya se toma el Gobierno, ya no funciona y tampoco la economía; las calles están bloqueadas, las fábricas paradas, las tiendas cerradas y existe violencia general en las calles, cocteles Molotov (bombas incendiarias caseras).
Precisa que la única manera de solucionar esta situación es que se vaya el Gobierno y se ponga el que las fuerzas opositoras desean.
Concluye Aledo en un arranque de sinceridad, cuando sostiene que “Estados Unidos organiza ese tipo de golpes, son maestros haciendo golpes suaves, revoluciones de colores”.
Esos métodos de subversión tienen su antecedente en la obra The Craft of Intelligence (El Arte de la Inteligencia), escrito por Allen Welsh Dulles, director de la CIA entre 1953 y 1961.
Artífice del derrocamiento del Gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, en ese volumen Dulles describió la estrategia que después se aplicó para despolitizar a la juventud específicamente de la Unión Soviética, y que hoy mantiene su vigencia en la subversión contra los Gobiernos de izquierda.
“Los Estados Unidos poseen el 50 por ciento de la riqueza del mundo, pero sólo el seis por ciento de su población. (…) Nuestra auténtica tarea consiste en mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional”, escribió el exjefe del sistema de espionaje norteamericano.
“Para lograrlo -enfatizó-, tendremos que desprendernos de sentimentalismos y tonterías. Hemos de abandonar objetivos vagos y poco realistas como los derechos humanos, la mejora de niveles de vida y la democratización”.
Dulles recomienda en su libro sembrar “(…) el caos (…), sin que sea percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer en ellos, destruyendo su autoconciencia. Sólo unos pocos acertarán a comprender lo que realmente sucede (…)”.
Considera que, gracias a su diversificado sistema propagandístico, Estados Unidos debe imponer su visión, estilo de vida e intereses particulares al resto del mundo, en un contexto internacional donde las grandes corporaciones transnacionales contarán siempre con el despliegue inmediato de las fuerzas armadas, en cualquier zona.
Finalmente, indica que “la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y ante todo el odio (…), es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor”.
LISTA UNILATERAL
Una nueva forma de agresión sumó esta semana el Gobierno de Estados Unidos contra Bolivia con un memorando que descertifica al país altiplánico en su lucha contra el narcotráfico y fue calificado de “injerencista” por una fuente boliviana.
“Rechazamos el memorando unilateral de los Estados Unidos que descertifica a Bolivia sin ningún sustento técnico ni científico, que viola la soberanía de los Estados, además de ser injerencista”, aseguró el viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Jaime Mamani.
Citado por una fuente institucional, la autoridad criticó a Washington pues, según expresó, Estados Unidos es uno de los mayores consumidores de estupefacientes en el mundo, lo cual demuestra que su política antidrogas es un fracaso.
“Estados Unidos no tiene ninguna facultad para certificar o descertificar a ningún Estado en su lucha contra el narcotráfico -enfatizó Mamani- por ser el país con el índice más alto de consumo de drogas ilícitas en el mundo, con más de 107 mil muertes por sobredosis en la gestión 2023”.
Asimismo, el vicetitular exigió explicaciones a Washington por su falta de monitoreo en países donde su agencia antinarcóticos (DEA por sus siglas en inglés) tiene presencia.
“Donde está la DEA se incrementan los cultivos de coca y el narcotráfico, por ejemplo, en Bolivia antes de la instalación de bases militares norteamericanas existían alrededor de cuatro mil hectáreas de cultivos de coca, con la llegada de la DEA, estos cultivos se incrementaron a 58 mil hectáreas en el año 1988”, aseveró.
Desde el punto de vista de Bolivia como miembro de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas, Mamani aclaró cuáles son los únicos organismos calificados para evaluar a escala internacional las políticas antidroga.
Mencionó al respecto a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas y el Mecanismo de Evaluación Multilateral de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas, las cuales en los últimos años reconocieron los logros de Bolivia en esta esfera, según afirmó.
En su libro Cronología de la Impunidad Huanchaca, Narcovínculos, Narcoavión, el escritor boliviano Víctor Alonzo tras una larga investigación demostró la complicidad de la DEA en el asesinato el 5 de septiembre de 1986 del científico Noel Kempf, su guía Franklin Parada y el piloto Juan Cochamanidis.
“La respuesta tiene un nombre y un apellido muy conocido en ese entonces en el ámbito militar norteamericano, el coronel Oliver North”, escribió Alonzo.
Recordó el autor que, por órdenes de la Casa Blanca, North se encontraba en Huanchaca, departamento de Santa Cruz, dedicado al control en la elaboración de cantidades enormes de cocaína para ser traficadas internacionalmente, y que con ese dinero se financió a la contrarrevolución que intentaba derrocar a la revolución nicaragüense de 1979.
“Huanchaca, al ser el mayor laboratorio de droga se convirtió por ende en una de las fuentes de financiamiento más importantes de la región y de las que echarían mano quienes le dicen al mundo casi a diario que una de sus misiones más importantes y trascendentales como país “es la lucha contra las drogas (…)”, denunció el escritor.
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