En entrevista con Prensa Latina, el secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), Andrés Rebolledo, destacó que esa área geográfica tiene una posición de liderazgo por los pasos dados hacia la transformación de sus matrices generadoras.
Rebolledo afirmó que los últimos años se evidencia un liderazgo en la incorporación masiva de matrices renovables y aseguró que es “la región más verde del mundo”, con el 65 por ciento de la electricidad generada a partir de fuentes limpias.
A juicio de Rebolledo la historia de América Latina está marcada por la hidroelectricidad, modalidad que actualmente afronta preocupaciones medioambientales, tanto por las sequías como por los cambios en los regímenes de precipitaciones debido al cambio climático.
En ese contexto, indicó que la región incorporó masivamente otras fuentes no tradicionales, no convencionales, como la tecnología solar, incluso proyectos de energía eólica “offshore”, observó el titular del organismo con sede en Quito, Ecuador, que brinda asistencia a 27 países de la región.
Pero a pesar del mensaje y las proyecciones optimistas, en ciertos países de América Latina persiste el uso de los hidrocarburos.
ENERGÍAS RENOVABLES, ¿SON REALMENTE LIMPIAS?
Las instalaciones hidroeléctricas a gran escala en la Amazonía son cuestionadas por parte de activistas y comunidades indígenas.
Hace dos años un estudio publicado por la revista Science afirmaba que la construcción desordenada de hidroeléctricas en la cuenca amazónica generó grandes daños ambientales y afectaciones a la calidad de vida de su población.
Los expertos estudiaron 350 represas hidroeléctricas (construidas o en proyectos) en Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, y concluyeron que esas plantas modifican drásticamente los ecosistemas fluviales, inundan vastas áreas de bosque y provocan la pérdida de hábitats naturales y biodiversidad.
Al respecto Rebolledo reconoció que los proyectos productivos, en general, impactan en los territorios donde se despliegan y desarrollan, y el sector energético no es la excepción.
Es una realidad que el desarrollo económico y bienestar de los pueblos en América Latina depende de la concreción y desarrollo de inversiones en esa área, advirtió y consideró que lo ideal sería que cada proyecto armonice con estricto respeto a las regulaciones nacionales, unido al diálogo y la participación comunitaria.
Según explicó, el impacto medioambiental es distinto en dependencia de las tecnologías, “no es lo mismo una central hidroeléctrica de embalse que inunda grandes territorios a hidroeléctricas pequeñas, de tecnología de paso, donde el recurso hídrico vuelve al cauce del río”.
La generación solar, eólica o gas tiene trazabilidades ambientales distintas, más bajas, en comparación con la tradicional energía térmica, con carbón o hidrocarburos que en la región latinoamericana van camino al desuso, argumentó.
Incluso, agregó, hay conversaciones en la región sobre el uso de energía nuclear, no a gran escala, pero sí con reactores más pequeños que puedan atender zonas aisladas.
El titular de la Olade destacó que actualmente el 65 por ciento de la electricidad en Latinoamérica proviene de fuentes limpias, indicador en crecimiento a lo largo del tiempo. A eso se suma que hoy el 100 por ciento de la construcción en términos de plantas de generación son sobre la base de energías renovables (ER).
CRISIS DE GENERACIÓN… APAGONES
Naciones del continente sufren en estos tiempos crisis energéticas e incluso racionamientos como consecuencia de las sequías.
Ecuador, por ejemplo, no sólo ha tenido apagones programados de hasta 13 horas en algunas localidades por la falta de lluvias, sino también por el exceso de precipitaciones que eleva los sedimentos y obstruye el funcionamiento adecuado de las turbinas de las hidroeléctricas.
Una decena de estados de México también sufrieron en mayo interrupciones del servicio por falta de capacidad de generación en medio de una ola de calor que disparó la demanda. Situación similar llevó a Costa Rica a anunciar también cortes eléctricos, aunque fueron suspendidos gracias al incremento del nivel de las reservas de agua.
De acuerdo con Rebolledo, hay tres factores esenciales para evitar esos problemas: la planificación adecuada y preventiva, y en función de eso tomar las decisiones de inversiones y de proyectos, a largo plazo, por lo tanto deben estudiarse con anticipación.
En esa lógica, de contar con una seguridad energética nacional, sugirió fortalecer la lógica de la integración entre naciones como un elemento sustantivo incorporado a la planificación. Países socios, argumentó, venden electricidad a aquellos en crisis para resolver momentos complicados, y ejemplificó con la interconexión Colombia-Ecuador y México-Guatemala.
Subrayó la importancia de diversificar las tecnologías de generación, para evitar la dependencia de la hidroeléctrica, pues hoy el 40 por ciento proviene de esa variante en América Latina y es necesario incorporar otras energías no convencionales.
IMPACTO EN LOS PRECIOS
Las energías renovables son más sostenibles, y competitivas económicamente. De ahí, el creciente interés de países y empresas en los proyectos eólicos y solares, que no es solo una cuestión ambiental, sino también una oportunidad de negocio rentable.
Esas fuentes de energía aunque generan electricidad a menor costo frente a los hidrocarburos, no se traducen, necesariamente, en precios más bajos para el consumidor final.
Rebolledo apuntó que en América Latina, gracias a la incorporación de fuentes limpias se observa menor inflación energética comparada con otras regiones, especialmente durante períodos de crisis global como fue la pandemia de Covid-19 y las guerras en Europa.
A mediados de 2022, mientras que la inflación energética en naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) alcanzó casi el 50 por ciento, de este lado del Atlántico fue de aproximadamente el 20 por ciento.
Esto demuestra que las ER más baratas actúan como amortiguadores frente a los choques de precios internacionales, aseveró.
No obstante, insistió en que el precio de la factura eléctrica puede representar entre el 50 y el 60 por ciento del valor para los consumidores, pues el resto varía en dependencia de impuestos, subsidios y las regulaciones específicas nacionales.
Ello explica, acotó, el bajo costo en algunos países, incluso sin contar con una alta proporción de energías limpias, debido a los subsidios al usuario final. Por tanto, las energías renovables son un aporte para tener precios finales más bajos, pero existen otros factores que median en las tarifas.
PAÍSES A LA VANGUARDIA
La Olade señala que entre las naciones a la vanguardia en la transición energética, al incorporar masivamente energía limpia no convencional se encuentra Chile con el 45 por ciento y, además, con un avance significativo en su almacenamiento para momentos con condiciones poco favorables.
De igual manera, Uruguay incorporó masivamente energía eólica; se suman Paraguay con una amplia experiencia, Colombia con pasos interesantes en su transformación y Costa Rica, que desde hace tiempo tiene una matriz muy limpia y ahora avanza en materia de movilidad eléctrica.
Mientras, Brasil es un ejemplo en materia de biocombustibles, impulsa la energía eléctrica offshore y se alista para producir automóviles eléctricos, y de esta forma diversifica su enfoque hacia una economía más verde.
MINERALES LATINOAMERICANOS PARA LA TRANSICIÓN GLOBAL
El secretario de la Olade destacó la contribución del área hacia una transición energética global con los llamados minerales críticos. Una reciente investigación del organismo internacional señala cómo las naciones de esta área geográfica aportan alrededor de 180 mil millones de dólares al mercado global de los principales minerales (cobre, litio, hierro, oro, plata).
Para la Olade, América Latina y el Caribe tienen la tarea de duplicar la producción de cobre y los esfuerzos de reciclaje, debido a la necesidad de descarbonizar la economía hacia 2050.
Según el estudio, un 20 por ciento del cobre refinado se produce mediante reciclaje, ello representa un ahorro hasta un 80 por ciento de energía en comparación con la extracción minera.
Sobre el litio precisó que la región posee casi el 60 por ciento de ese recurso, y se espera que la producción aumente al menos 10 veces en los próximos 20 años ante la creciente demanda mundial de minerales para tecnologías sostenibles.
En una situación global que prioriza la energía sostenible y la movilidad limpia, América Latina y el Caribe tiene el potencial de avanzar gradualmente en las cadenas de producción a través de recursos extractivos, afirmó la institución.
La Olade reconoce como minerales críticos aquellos que resultan esenciales para el desarrollo de una industria, actividad o sector, pero no se puede garantizar el suministro de manera sostenida y segura.
PERSPECTIVAS 2030
El compromiso de los países latinoamericanos con la transformación energética es claro, aunque los ritmos y tecnologías empleadas varían, comentó Rebolledo.
Para 2030, dijo, se espera que América Latina logre alrededor del 80 por ciento de su generación eléctrica a partir de fuentes renovables, una meta establecida colectivamente y con el apoyo de iniciativas impulsadas por el Banco Interamericano de Desarrollo y la Olade.
Añadió que con vistas a avanzar en la transición energética las regulaciones juegan un papel crucial, ya que generan los incentivos necesarios para la inversión y transformación del sector.
En términos de diversificación de fuentes, los países de la región realizan progresos significativos, valoró Rebolledo, con crecientes enfoques en combustibles de nueva generación, como el biodiésel, el hidrógeno verde y los combustibles sintéticos.
Mirando hacia el futuro, el líder de la Olade prevé que América Latina siga bien posicionada para liderar en el desarrollo y uso de tecnologías energéticas avanzadas, lo que contribuirá a una matriz al respecto más sostenible y diversificada en el mundo.
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