Por Mariela Pérez Valenzuela
Corresponsal jefa en República Dominicana
República Dominicana es un crisol de nacionalidades. Sus platos típicos recibieron aportes de pueblos indígenas, colonizadores españoles, negros traídos como esclavos por los franceses en el siglo XVII, negros libertos de Estados Unidos en el siglo XIX, inmigrantes canarios, cubanos, puertorriqueños, haitianos, árabes, turcos, judíos sefardíes, chinos, japoneses y húngaros.
Cada uno de esos grupos puso su puntico de gustillos a los platos actuales, que se distinguen de otros en la región del Caribe.
Bolívar Troncoso, presidente de la Fundación Sabores, se encuentra convencido de que la cocina tradicional local está llena de reseñas folclóricas.
En una reciente conferencia, Troncoso compartió curiosos datos, uno de ellos es que la mayor herencia blancoide procede de los canarios, que introdujeron el gofio y el sancocho (sopa de carne y verduras). Desde África llegó el ñame, mientras los estadounidenses trajeron el arroz y otros cereales.
Los dominicanos son un poco exagerados, tanto en sus expresiones verbales como corporales. Hablan mucho y gesticulan igual. En la cocina no podían ser menos.
Ahora las ponderaciones llegan también a la elaboración de dulces caseros, llevados a cantidades inimaginables.
Circula la noticia de que entre el 31 de octubre y el 4 de noviembre será elaborado el majarete más grande del mundo en el contexto de la Festur, una feria de turismo con sede en la provincia Sánchez Ramírez.
Se calcula que el delicioso postre elaborado a base de maíz tierno, leche y azúcar podrá ser degustado y saboreado por unas 11 mil personas.
Ya ultiman detalles los mejores reposteros de esta nación, que irán en busca de otro récord Guinness.
El PASTEL MÁS GRANDE DEL PAÍS
El majarete será el segundo postre más grande elaborado en este país asentado en la isla La Española, que comparte con Haití.
Porque el primero lo hizo Celio Rodríguez, un talentoso maestro pastelero, quien elaboró un cake de boda de 400 libras, cuyo costo rondó el millón de pesos (unos 16 mil dólares).
Rodríguez hizo historia al crear el gigantesco dulce, cuyas formas fueron inspiradas en un castillo medieval.
¿Cómo surgió la idea de este pastel monumental?
Celio, quien desde niño vivió entre azúcares, masas, huevos, leche y cremas, desde muy joven sigue una tradición familiar iniciada por su abuela y seguida por su madre.
Sin embargo, él fue más allá y dedicó su tiempo a aprender otras cosas lejos de la cocina familiar. De ahí que participara en cursos de especialización tanto en el país como en Perú, Colombia y otras naciones.
Un día recibió el encargo de confeccionar uno para una boda, con el solo requisito de que fuera grande.
En realidad, le solicitaron un dulce de tamaño un poco mayor al que lucen los casamientos, pero al maestro se le ocurrió la idea de hacerlo gigantesco.
La novia, que era la cliente, no sabía lo que iba a recibir, pues le dio absoluta libertad creativa y solo le pidió que le notificara el costo. Es más, había dicho: “no importa lo que cueste”.
UN MES PARA EL BIZCOCHO
Casi siempre el pastel de bodas es elaborado por partes, pero solo unos días antes del festejo. Rodríguez demoró un mes en lo que considera su obra maestra, pues comenzó con los detalles decorativos. Así surgieron flores, columnas y ventanas de dulce que luego ensambló de manera meticulosa. Un fallo y adiós cake.
Para el experto, quien por momentos sintió que el tedio lo acosaba, según expresó en sus redes sociales, lo que más tiempo le ocupó fueron los innumerables detalles del bizcocho, pues hay que esperar que se sequen para armarlos como un rompecabezas.
Montarlo sobre una base, narró, requirió el esfuerzo de varios hombres, que lo cargaron con especial cuidado.
Las tortas se armaron en el piso y situar la más pequeña resultó un quebradero de cabeza para el artista, pues era tan enorme el pastel ya situado en el lugar donde sería cortado por los novios, que era imprescindible una escalera.
“Yo andaba prácticamente en el aire, dijo, para poder colocar cada flor, cada ventana, cada balcón, las luces y otros detalles”.
Instalar aquel dulce que impresionó hasta las lágrimas a la novia tomó dos horas y media, cuando el montaje de uno convencional solo tarda entre 10 y 15 minutos. “Yo amé con locura ese pastel”, confesó.
Pastel grande quería la muchacha de blanco y pastel regrande tuvo. El mayor que se ha elaborado en República Dominicana, una tierra de gente exagerada que ahora sueña con su majarete más grande.
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