Por Ivette Fernández
Corresponsal jefa en Colombia
Ningún acuerdo se selló al respecto en el encuentro celebrado en Cali, Colombia, y aún lejos parece estar la recaudación de los 200 mil millones de dólares que el secretario general de la ONU, António Guterres, explicó que se necesitan anualmente para proteger a la flora y a la fauna planetarias.
Si bien los países desarrollados se comprometieron a duplicar su ayuda anual para 2030, los 30 mil millones de dólares que ese monto implica está muy lejos de las necesidades reales.
Actualmente, gran parte de los recursos para la biodiversidad son gestionados por el Fondo Marco Mundial para la Diversidad Biológica, pero algunos Estados, entre ellos varios de África, estiman que otro mecanismo debe ser creado.
Por su parte, algunos representantes de países desarrollados, entre ellos, miembros de la Unión Europea, alegan que no es necesaria la creación de un nuevo ente financiero y refieren que el aporte de los recursos no debería recaer sobre sus fuentes gubernamentales.
En cambio, expresan, deben ser asumidos por entidades privadas o naciones emergentes, lo cual constituye un modo de desmarcar a los gobiernos de los países desarrollados de su responsabilidad con los subdesarrollados, que sin duda son los más necesitados.
Otro asunto del cual no se derivaron conclusiones fue el diseño de un marco de monitoreo para dar seguimiento a las acciones de los Estados en lo relacionado con la biodiversidad.
Según explicó la presidenta de la COP16 y ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, esos temas inconclusos dejan algunos retos para la Convención de Diversidad Biológica (CDB) y toca subsanarlos, pero sobre estos la discusión fue muy polarizada.
Sin embargo, también hubo algunos triunfos en el foro celebrado entre el 20 de octubre y el 2 de noviembre en el Centro de Eventos Valle del Pacífico.
Se consiguió el primer objetivo importante de negociación, que fue la aprobación del Plan de Trabajo para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales y también la creación de un órgano subsidiario que incluye el reconocimiento de los afrodescendientes en el CDB.
Ya en el epítome del encuentro, los delegados acordaron crear el llamado Fondo de Cali, que establece pagos por el uso de secuencias genéticas digitalizadas.
Uno de los más importantes objetivos del mecanismo financiero será garantizar el acceso de los beneficios obtenidos por la utilización de la información genética de la biodiversidad a los países de donde proceden esos datos.
ALGUNOS RÉDITOS PARA LATINOAMÉRICA
Un tanto importante a favor de la COP16, después de ocho años de negociaciones, resultó la aprobación del acuerdo global para identificar y conservar áreas marinas de alta importancia ecológica en aguas internacionales con el cual se pretende fortalecer la gobernanza global sobre los océanos.
Según se divulgó, la alianza promueve la participación de pueblos indígenas, comunidades locales y otros grupos en el proceso de conservación, respaldado por financiamiento de países como Alemania, Canadá y Suecia para realizar talleres científicos y técnicos.
Otros convenios favorables para Latinoamérica fueron también suscritos por los delegados.
Uno de estos fue la creación del Fondo Multidonante para la Ecorregión del Chocó Biogeográfico, el cual contribuirá a los esfuerzos de conservación y restauración de esa gran franja geográfica que se extiende por el Pacífico ecuatoriano, colombiano y panameño.
El instrumento financiero en el que hasta la fecha participan Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá tiene por objetivo preservar la biodiversidad y los ecosistemas, así como ayudar en la mitigación y adaptación al cambio climático y el desarrollo sostenible en el mentado territorio y otras ecorregiones conexas.
Por otra parte, los países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) aprobaron la Declaración de Cali, en la que se acordó acelerar la implementación de estrategias para la gestión del riesgo de desastres.
Los cancilleres y representantes de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela suscribieron el documento que persigue el fortalecimiento de la cooperación regional e internacional en temas como la prevención y el combate a la deforestación, tráfico ilegal de flora y fauna silvestre, y la degradación ambiental.
Como parte de la declaración, las partes se comprometieron a robustecer la Red Amazónica de Manejo Integral del Fuego, la Red Amazónica de Autoridades del Agua y el grupo de trabajo sobre el fenómeno de El Niño de la OTCA, para reducir los graves impactos generados por la actual sequía.
También durante la COP16, la Asociación de Estados del Caribe (AEC) y la Fundación Internacional Worldview (WIF en inglés) firmaron un manifiesto de interés para desarrollar proyectos de restauración de ecosistemas de manglar del Gran Caribe.
El encuentro en el cual se firmó el documento sirvió además como una plataforma para fortalecer la cooperación regional y resaltar el compromiso de los países caribeños en la lucha contra la erosión costera y la protección de su biodiversidad.
Según el contenido de la Iniciativa de Resiliencia Costera, esta no solo aborda la crisis ambiental, sino que también busca promover el bienestar de las comunidades costeras, mejorando su capacidad para adaptarse a los desafíos del cambio climático en la región.
COLOMBIA, EL GRAN VENCEDOR
Cuando se anunció que la COP16 sería en Cali, serios temores relacionados con la seguridad surgieron enseguida debido a que en ese territorio operan de manera bastante activa grupos residuales de la extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo.
Consciente de esas preocupaciones, el Gobierno desplegó 10 mil uniformados para custodiar la urbe, se dispusieron equipos de última tecnología como drones para vigilancia y también un sistema de antidrones, diseñado para neutralizar ataques, y garantizar así la seguridad en la Zonal Azul, en la cual se darían cita delegaciones de más de 170 países.
La seguridad resultó un éxito, pero también lo fue la recaudación por concepto de alojamiento hotelero, con más del 90 por ciento de ocupación, así como otros servicios como el transporte y la alimentación, que se lucieron para atender a personas procedentes de todo el mundo en una ciudad que se distingue por su calidez climática y humana.
Gracias a la COP16, Colombia dispone hoy de 75 millones de dólares para proteger su biodiversidad y avanzar en el cumplimiento del Plan de Acción al 2030 obtenidos por medio de donaciones de otros países y a la creación de herramientas financieras.
De ese total, 20 millones fueron entregados por Noruega, cinco millones por Suecia y otros 50 millones estarán disponibles con la creación de un bono para ejecutar proyectos de producción sostenible, economía circular, desarrollo agropecuario y energía renovable.
Cali resultó ser un acierto en mayúsculas en materia logística y asimismo lo fue en cuanto a promoción del cuidado medioambiental y, según la presidenta de la COP16, Susana Muhamad, Colombia como sede logró los objetivos que se propuso.
Lo primero es que fue la COP de la Gente, tal como con antelación lo proclamaron, con un millón de visitas a la Zona Verde, un bulevar que se destinó al intercambio de la sociedad civil, y con el apoyo de más de 40 mil personas involucradas en las actividades académicas y de conversatorios, apuntó.
Igualmente fue un triunfo diplomático: se logró que el evento elevara su perfil frente al de la descarbonización y el cambio climático, con la visita de cinco jefes de Estado, cancilleres, 115 ministros y delegaciones internacionales que llegaron a más de 170.
La sede se erigió asimismo victoriosa en la creación de una gran congregación en favor de la diversidad biológica.
“Fue la COP de la Gente, instaló la Coalición de Paz con la Naturaleza (cuyo objetivo es sumar a gobiernos y ciudadanía) y se articuló un gran movimiento, tal vez la campaña de educación más grande que haya tenido Colombia y la movilización por la vida más importante que hayamos hecho”, resumió Muhamad.
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