martes 10 de diciembre de 2024
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Café brasileño, patrimonio cultural (+Fotos +Info)

Brasilia (Prensa Latina) Cuando el viajero llega al reputado local capitalino Los Baristas y toma una taza de café, muchas veces se rinde ante la calidad de la bebida sin saber que tiene delante un producto insignia de Brasil.
Por:
Osvaldo Cardosa
Corresponsal de Prensa Latina en Brasil

El gigante sudamericano ostenta el título de mayor productor y exportador del grano en el mundo, pero las relaciones con este producto van mucho más allá de lo puramente económico para adentrarse en lo histórico y cultural.

Según el denominado cafeólogo Ramon Carrocino, el principio de todo nos lleva a la actual Etiopía, donde se utilizaba en el año 800 como estimulante para los rebaños de cabras en los viajes largos.

Sin embargo, su llegada a estas tierras ocurrió en 1727, cuando el sargento mayor Francisco de Mello Palheta, a partir de la fama alcanzada entonces por esta bebida, recibió la misión de conseguir una joven planta e hizo un viaje a la Guyana Francesa con intereses comerciales.

A mediados del siglo XVII, Brasil atravesaba una crisis en la economía azucarera y en el XVIII, el ciclo del oro se desvanecía. En esa época, alrededor de 1750, el café se consideraba una especia entre los consumidores europeos y más tarde se ganaría al público de Estados Unidos.

Los primeros semilleros se diseminaron en el norteño estado de Pará y desde allí la plantación se extendió por todo el país hasta llegar a Río de Janeiro, donde empezó a cultivarse sistemáticamente a mediados de la década de 1760.

Una crisis llegaría a mitad del siglo XIX con el empobrecimiento del suelo, los problemas de agua y el fin de la esclavitud. Sin embargo, la producción de café siguió su curso hacia el oeste del estado de Sao Paulo.

Los cafeteros paulistas dieron otra dinámica al sector e incorporaron nuevas tecnologías y formas de sembradío favorables a una nueva expansión del café, tales como inspecciones sistemáticas en las plantaciones, renovación de sus técnicas, y fabricación de sacos y ropa para los trabajadores.

Para remediar la falta de esclavos, precisó Carrocino, “trajeron mano de obra de inmigrantes europeos y recurrieron a préstamos bancarios para financiar futuras plantaciones”.

Ante las circunstancias climáticas, de relieve y de suelo, a mediados del siglo XIX el cultivo se implantó con más fuerza en el valle del río Paraíba, en los estados de Río y Sao Paulo, iniciándose un nuevo ciclo económico en el gigante sudamericano.

Cuando entró en el mercado internacional, la producción se convirtió en el principal producto de las exportaciones y, durante casi un siglo fue la principal fuente de riqueza nacional.

Las divisas generadas fomentaron el desarrollo, con la creación de ciudades y la expansión de otros centros urbanos en el interior de Río, Sao Paulo, Minas Gerais y Paraná; en tanto la dinámica de este renglón trajo consigo la inversión en infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, autopistas, puertos, entre otros).

De igual manera la modernización de los centros urbanos, con más comercios, bancos, iluminación, telégrafos, un nuevo trazado de las calles y la presencia de tranvías eléctricos, en sustitución de los de tracción animal.

A medida que el producto dejó de ser un artículo de lujo y pasó a formar parte de la cultura y el consumo diario de la población, el café impulsó la dinámica de la economía interna y amplió los ingresos de las exportaciones.

EN NUESTROS DÍAS

Por la diversidad de regiones en las cuales se cultiva el arbusto, la variedad de climas, elevaciones, altitudes y latitudes, el país produce actualmente distintos tipos de granos, lo cual permite satisfacer diferentes demandas de sabor y precio de consumidores.

Tal multiplicidad también propicia desarrollar disímiles mezclas, a base de café molido o natural, despulpado, despulpado-pelado, suaves, ácidos y con cuerpo, así como aromáticos y especiales.

Tipos-de-cafe

Las dos principales especies plantadas son la Arábica (80 por ciento de la superficie) y el Conilon o Robusta.

Ocupa un área de dos millones de hectáreas con cerca de 300 millones de productores, fundamentalmente pequeños, en aproximadamente mil 900 municipios distribuidos en los estados de Minas Gerais, Sao Paulo, Espíritu Santo, Bahía, Rondonia, Paraná, Río, Goiás, Mato Grosso, Amazonas y Pará.

Las exportaciones sumaron, en el acumulado entre enero y octubre, 33 millones 274 mil 973 sacos de 60 kilos y concibieron cuatro mil 815 millones de dólares.

El presidente de Cecafé, Nicolas Rueda, explicó que el fuerte declive en los envíos del grano al exterior reflejan la continuidad de los “atascos logísticos en el comercio marítimo mundial”, lo cual debe arrastrarse durante 2022.

No obstante las dificultades, Estados Unidos continúa como el principal comprador del café brasileño, con 6,4 millones de sacos adquiridos en lo que va de año, seguido de Alemania (5,4 millones), Italia (2,3 millones), Bélgica (2,2 millones) y Japón (dos millones).

CON AROMA DE MUJER

La participación de las mujeres en todo el sistema agroindustrial brasileño del café ha sido siempre muy importante, sin embargo, hasta hace poco no existían datos estadísticos ni información sistematizada de género en el sector.

Así declaró a la sección Escáner de Prensa Latina la especialista Helena Alves, de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), quien alertó que “las mujeres tienen poco protagonismo en la historiografía cafetera, estructurada para pensar en el hombre como sujeto universal”.

Esto se evidencia en la exposición montada en el Museo del Café de Santos: “Lo femenino en el café: 1870-1930”, que exhibe objetos, documentos, imágenes y reproducciones de prendas de vestir, organizados en perfiles: mujeres esclavas, colonas, campesinas, artistas y mecenas.

Esta invisibilidad, asintió Alves, es cambiada actualmente por muchas manos. Un movimiento estimulado por la periodista y cafetera Josiane Cotrim culminó con la publicación, en 2018, del libro Mulheres dos Cafés no Brasil (Mujeres de los Cafés en Brasil).

Participaron diversas personas e instituciones, una red multidisciplinaria de 41 autores y varios colaboradores que, a través de un esfuerzo conjunto, ofrecieron el primer perfil sobre las mujeres del café en Brasil, con énfasis en las rurales.

Mujeres-en-el-café

Sobre la producción, la estudiosa refirió que en 2021 se lanzó el volumen Mujeres productoras de café, resultado de una alianza entre Embrapa Café, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística y la Empresa de Investigación Agropecuaria de Minas Gerais.

La publicación informó que en 2017 un 13,2 por ciento de los establecimientos de café estaban dirigidos por mujeres, lo cual significa que existen más de 40 mil sociedades de la infusión bajo el mando femenino.

Además de las directivas, también aparecen las que tienen la condición de cónyuges de cogestión, 32 mil 400 mujeres en empresas de café arábica y 15 mil 700 en la canéfora (tipo de haba originaria de África occidental).

Por lo tanto, se puede afirmar que hay 88 mil 700 mujeres gerentes y co-gerentes en sociedades del grano en todo el territorio nacional.

Los resultados presentados en la carpeta Mujeres Caficultoras revelan asimismo que poseen menos acceso a tecnologías de riego, implementos y maquinarias, así como a internet y otras formas de transmisión de información, y reuniones técnicas o seminarios, además de participar menos en actividades asociativas.

Sin embargo, las directivas contratan a más mujeres y ofrecen mayores oportunidades, pues como Alves señaló a Escáner, en los establecimientos regentados por ellas el 43 por ciento de la fuerza es femenina; mientras en los administrados por hombres el porcentaje es solo un 24 por ciento del total.

“Las mujeres de los cafés de Brasil son un grupo diverso en términos de identidad, estilo de vida, organización social, compromiso y trabajo. Crean vínculos sinérgicos, tejen redes y buscan siempre la calidad en el sentido más amplio de la palabra”, alegó la especialista.

Calificó de necesario conocer sus realidades para ayudarlas a superar retos y lograr la equidad de género, pues, para Alves, el empoderamiento de niñas y mujeres rurales, así como de los segmentos del sistema agroindustrial del café, es crucial para la erradicación de la pobreza en todas sus formas.

arb/ocs

Colaboraron en este trabajo:
Karina Marrón González
Jefa de la Redacción de Economía
Amelia Roque
Editora
Diego Hernández
Webmaster
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