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viernes 29 de noviembre de 2024
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Biden entre apuestas y especulaciones

Washington (Prensa Latina) El desafortunado retrato del fiscal especial Robert Hur sobre las capacidades mentales del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pusieron en duda su futuro político como aspirante a la reelección en 2024.

Por Deisy Francis Mexidor

Corresponsal jefa en Estados Unidos

Biden hasta ahora ganó todas las elecciones primarias y delegados disponibles en lo que va del año camino a la Convención Nacional del Partido Demócrata que tendrá lugar del 19 al 22 de agosto en Chicago.

Sin embargo, el ocupante de turno de la Casa Blanca fue sometido a fuertes críticas del más amplio espectro ideológico tras el reporte de Hur, divulgados el pasado 8 de febrero.

El fiscal, que lo exoneró de culpas por el manejo de documentos clasificados, puso una bomba de relojería cuando lo describió como un “anciano bien intencionado y con mala memoria”.

Con su informe conclusivo, puso fin a la investigación abierta en noviembre de 2022 correspondiente a una etapa anterior al cargo actual, pero más que la esencia del reporte -no habrá cargos, no hay delito-, las críticas se centraron en un elemento que es parte de la línea de ataque al demócrata, los cuestionamientos por su edad (81 años).

La memoria es parte de esa cualidad que disminuye con el tiempo. Y en el informe de Hur, Biden aparece así, como una persona que lo olvida todo, o casi todo.

Un periodista le preguntó si mentalmente se encontraba en todas sus facultades, si no ha empeorado y respondió con una frase: “Mi memoria está bien”.

Incómodo con la descripción del fiscal Hur en su informe, dijo: “Tengo buenas intenciones. Y yo soy un hombre mayor. Y sé qué diablos estoy haciendo. He sido presidente y puse a este país nuevamente en pie. No necesito su recomendación”.

En una carta enviada a Hur, Richard Sauber, fiscal especial del presidente, y Bob Bauer, abogado personal de Biden, refutaron la caracterización que se hiciera.

“No creemos que el tratamiento dado en el informe sobre la memoria del presidente Biden sea exacto o apropiado”, enfatizaron Sauber y Bauer en la misiva. “El informe utiliza un lenguaje muy perjudicial para describir un hecho común entre los testigos: la falta de recuerdo de acontecimientos ocurridos hace años”.

No obstante, reconocieron que se hicieron claras distinciones entre un posible caso contra Biden y el que tiene pendiente el expresidente Donald Trump, el cual de probarse podrían significar “hechos agravantes peligrosos”.

A Trump le dieron “múltiples oportunidades para devolver documentos clasificados y evitar el procesamiento”, pero el exgobernante al parecer “hizo lo contrario”, señaló el resumen.

En agosto de 2022, agentes federales hicieron un registro en la residencia de Trump en Mar-a-Lago, Florida, donde recuperaron los documentos clasificados que el republicano se había negado a devolver cuando abandonó la mansión ejecutiva en enero de 2021.

Poco después trascendió que Biden también estaba envuelto en un hallazgo similar durante su etapa en la vicepresidencia de Estados Unidos, incluso del periodo como senador, pero su postura y cooperación lo distinguió de Trump.

En su intento por tranquilizar a los votantes el mismo día de la publicación del informe de marras, convocó a una conferencia de prensa en horario estelar y habría marcado puntos a su favor a no ser esa pregunta de la prensa que lo sacó del guion cuando ya se retiraba.

Biden confundió al presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, con el de México, Andrés Manuel López Obrador, en relación con las negociaciones para la liberación de rehenes y la ayuda humanitaria en la franja de Gaza.

A UN LADO

Hacerse a un lado es el pedido que llega a Biden desde distintas direcciones. Una reciente encuesta de la Universidad de Monmouth determinó que el 48 por ciento de las personas entrevistadas creían en una hipótesis probable, de que el mandatario pudiera ser reemplazado como candidato.

Sin embargo, el gobernante no ha dado indicios de que tiene intención de dimitir a la nominación del Partido Demócrata y es casi improbable que la organización pueda sustituirlo en esta última etapa.

La fecha límite para la postulación a las primarias del partido ya pasó en 44 estados, lo cual significa que ningún nuevo candidato puede calificar para ese ejercicio, recordó la revista estadounidense Newsweek.

Si se retirara temprano en la temporada de primarias, habría una hecatombe, dicen expertos.

No solo no hay quien iguale los millones de dólares recogidos por Biden, sino tendría que surgir un sustituto totalmente creíble, capaz de heredar el aparato político que en la actualidad tiene el presidente.

Por eso y por otras razones, Biden necesita continuar como candidato hasta que las primarias terminen en junio.

La única opción de retirada la ven después de que haya ganado el ciclo de primarias y en la Convención Nacional Demócrata, prevista en Chicago en agosto. Para ese momento, quizás, podría renunciar a la candidatura.

Indica la lógica que un escenario de tal naturaleza tendría que ir acompañado de un acuerdo previo entre líderes estatales del partido y delegados, entre otros actores políticos.

La selección de un nuevo candidato solo sería posible en la Convención Nacional Demócrata en Chicago, en agosto, solo si Biden decide retirarse de la carrera.

Contemplar una retirada en la convención le daría al presidente Biden una manera enérgica y hasta heroica de responder a la crisis de confianza que hay en su liderazgo en Estados Unidos y en el mundo entero.

Expertos aseguran que “Joe Biden sigue decidido a ser el candidato demócrata para las próximas elecciones, y la mayor amenaza para que el partido conserve la Casa Blanca es la falta de un plan B si no puede llegar al día de los comicios”.

Por su parte, para el sitio de comparación de probabilidades de apuestas Oddschecker, Biden sigue teniendo las mejores probabilidades de ser el nominado, no obstante, algunos se están arriesgando con otras opciones.

NOMBRES EN LAS APUESTAS

La lista de eventuales candidatos sustitutos que están atrayendo la atención de los apostadores lo encabeza la abogada y exprimera dama (2009-2017) Michelle Obama.

Pese a ese rumor que cada vez tiene más fuerza, hay algo cierto: la esposa del expresidente Barack Obama nunca manifestó ambiciones políticas, pero la pareja se mantiene con un alto nivel de popularidad entre los demócratas.

Nacido en Pensilvania, Thomas Gift, director fundador del Centro de Política Estadounidense del University College de Londres, calificó en declaraciones a Newsweek que una candidatura de la exprimera dama es una fantasía.

“Michelle Obama es la opción que muchos demócratas esperan que se lance en paracaídas (…) y salve al partido. Eso sólo sucede en una Tierra de Fantasía progresista”, advirtió.

La vicepresidenta Kamala Harris es la señalada como opción obvia en caso de una sucesión para la candidatura; sin embargo, sus bajos índices de aprobación al parecer plantean un problema.

Para no pocos, Harris pasó del entusiasmo que significó la llegada a ese cargo de la primera mujer, además afroamericana, a la decepción por el pobre desempeño.

De hecho, se convirtió en una de las vicepresidentas menos populares de la historia moderna en Estados Unidos, con números inferiores incluso a los del denominado en su momento arquitecto de la guerra de Iraq, Dick Cheney (2001-2009).

El análisis del rastreador de encuestas FiveThirtyEight encontró que el índice de aprobación de la vicepresidenta era de sólo el 36,7 por ciento al 18 de febrero, el 51,9 por ciento rechazaba su trabajo.

En el radar de las apuestas aparece igualmente la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, quien lidera un estado indeciso crucial que le dio victorias a Donald Trump en 2016 y a Biden en 2020.

Whitmer, una de las vicepresidentas del Comité Nacional Demócrata, ganó la elección para gobernadora en 2018 y repitió en 2022.

Aunque en 2020 fue seleccionada para dar la respuesta de su partido al discurso sobre el Estado de la Unión del entonces presidente Trump, los críticos le señalan la limitante de carecer de un perfil nacional.

El cuarto nombre que se maneja es del gobernador de California, Gavin Newsom, en la actualidad es uno de los demócratas más conocidos del país.

En cierto momento circularon fuertes rumores de una hipotética postulación -que luego desmintió- a partir de los retos públicos a Ron DeSantis, homólogo en el cargo de Florida que abandonó la carrera.

Algunos analistas consideran que en realidad a Newsom lo están preparando como la proyección del Partido Demócrata para las elecciones de 2028.

CONFIANZA EN LA SEGUNDA VEZ

Joe Biden afirma que es el mejor preparado para enfrentar a su rival republicano en las elecciones generales del próximo 5 de noviembre. Confía en que podrá vencer otra vez a Trump en un enfrentamiento revancha “porque soy la persona más calificada en este país para terminar el trabajo que comencé”.

Solo lo desafía el congresista por Minnesota Dean Phillips, de 55 años, quien lanzó su candidatura en octubre de 2023 bajo el argumento de que “es momento de pasar la antorcha a una nueva generación de líderes estadounidenses”.

Por supuesto, resulta altamente improbable que Phillips derrote a Biden, pero su postulación sacó a la palestra el sentir de ciertos sectores en Washington que quizás no abiertamente han llegado a considerar que el actual comandante en jefe no está en condiciones de gobernar cuatro años más.

La noche del pasado 26 de febrero, el presidente Biden hizo una visita -según publicaron sorpresa- a un programa de televisión, Late Night With Seth Meyers de la cadena NBC.

A tono con lo que se mueve alrededor de su edad, el gobernante trató de bajar un poco los continuos ataques por sus 81 años, que lo hacen el líder de mayor edad de la historia de Estados Unidos.

“Bueno, un par de cosas. Número uno, tienes que echarle un vistazo al otro tipo (Trump), es casi tan mayor como yo”, expresó al lanzar las críticas a su adversario.

La cuestión hasta ahora, pese a que tanto Biden como Trump tienen cada uno sus problemas, es que ambos singuen siendo las fichas del establishment de sus respectivos partidos.

Así que mientras no se demuestre lo contrario, la boleta electoral de 2024 huele a déjà vu.

arb/dfm

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